Lo mejor del San Miguel Primavera Sound

por · Junio de 2012

Lo mejor del San Miguel Primavera Sound

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Primera noche del festival San Miguel Primavera Sound 2012, en un año mediáticamente dramático gracias al tema “crisis económica capitalista” extrañamente aquí dentro no se nota ni se respira. Entrar es sumergirse en una Barcelona regida por la música en sus variantes contemporáneas, modernas, pop/rock y electrónicas. Una cuidada selección de más de 200 bandas y una cantidad exorbitante de turistas nórdicos (y de todo el orbe) transforman a esta ciudad en el gran patio de Europa una vez cada año.

// Crónica: Katafú, desde Barcelona • Fotos: sanmiguelprimaverasound.es.

Jueves 31 de mayo

De Lee Ranaldo sólo he podido pillar las tres últimas canciones. Ahí estaba el hombre/poeta de Sonic Youth junto al mar a la hora de ponerse el sol en el escenario All Tomorrow’s Parties. Con su tranquilidad y nervio habitual acompañado de una banda correcta -incluído el baterista de SY, Steve Shelley– desgranó su poesía atonal, melódica y ruidista. Presentaba disco nuevo: “Between the Tides and the Times” (2012).

Minutos más tarde, a metros de ahí, Death Cab for Cutie movilizaba a las masas en el escenario Mini. Desconocedor de su música, me impresionó su sonido indie, a ratos emotivo y romántico. Los de Washington contaban con la admiración del público local y extranjero que los apoyó cantando y llegó a alabarlos durante los 20 segundos de silencio que produjo un corte en el sistema de amplificación y los dejó solamente con el sonido de escenario, bache del que ellos ni se enteraron y salieron airosos.

Rápidamente hube de abandonarlos para chequear el concierto de sus vecinos de ciudad, los míticos Mudhoney.

En el camino me topaba con dos canciones del trío belga The Experimental Tropic Blues Band, garage bluesero a la Blues Explosion, tocando animadamente para unas 20 personas.

Mudhoney arrancaban al otro lado del muro con su himno Touch Me I’m Sick, pero después de dos canciones la sensación es que su concierto me pareció un tanto frío. Sonaron clásicos y repartieron temas de todos sus discos para el deleite de todos los fans del grunge pero para mí faltaba un punto más salvaje. Será que funcionan mejor en un espacio más sucio y desprolijo. Puntos para el baterista, un crack del ritmo.

Descanso y cervecitas y una hora más tarde Wilco se presentaba en el escenario principal de la marca de cerveza organizadora. Un equipazo de americana country y rock. Precisos, pristinos, cálidos. Los primeros acordes de Impossible Germany dejaban a su guitarrista, el profesor Nels Cline, fluir en las seis cuerdas con habilidad y buen gusto, nunca excesivo, más bien super expresivo y conducir las canciones hacia un punto de emoción colectiva. Dieron un concierto de casi una hora con un juego de dinámicas y tensión y emotividad que fascinó a sus fieles y que podías seguir en directo o a través de pantallas gigantes a cada lado del escenario con lujo de detalles. Excelente sonido e iluminación.

Refused eran esperados por todos. Treinta minutos pasada la medianoche luego de una larga introducción ambiental aparecieron en escena atravesando el humo y las luces para poner todo patas arriba. Vestidos de traje, los suecos sonaron increíble desde el tema uno. Certeros. Los dos guitarristas azotando sus hachas con un sonido brutal. Que si bien son hardcore, lo mezclan con algo de new metal y ritmos bailables para que la gente termine despegando los pies del suelo eufóricamente. Su vocalista no paró de moverse y agradecer la cantidad de público que los aplaudía, sincera pero un poco sobreactuadamente. Desde que han vuelto a tocar después de 15 años de parón no han dejado de presentarse en todo el mundo. Su llamado a la revolución sobre el escenario RayBan estaba todo menos dejado al azar. Tocaron una hora y algo canciones de sus tres discos con hincapié en el The Shape of Punk to Come (1998). Un baterista que es una máquina y las cuerdas construyendo una música épica que incita a la rebelión y a abrir los ojos al estado político de las cosas. Siete puntos de Diez. Toma ya.

Esta noche se viene importante. Chequeen el programa. Hasta mañana.

Viernes 1 de junio

La segunda noche del Primavera Sound era la noche más polémica de todas. Más de alguno arrugó la nariz cuando vio que a la lista de bandas modernas se sumaban clásicos (y no tanto) del rock y el metal más corrosivo como Lythurgy, Napalm Death y los noruegos Mayhem.

La sesión de ayer arrancaba muy temprano en el escenario Vice con los colegas zaragozanos de Picore. A las 5 de la tarde nos congregaban a unos 200 fieles, mezcla de amigos y fanáticos de sus sonidos retorcidos. Con una importante influencia de Jesus Lizard y otras bandas de noise rock de los 90’s su excelente ejecución musical a medios tiempos tranceros más la voz tan singular de su cantante, el Abuelo, los convierten a mi gusto en una de las mejores bandas españolas de post/core de esta década. Creo que todos los que los vieron estarán de acuerdo conmigo. ¡Felicidades!

Hasta dos horas después no habría nada muy de mi gusto así que a caminar por ahí y ver si algo llamaba la atención.
A eso de las 20:30 subían al mismo escenario anterior Harvey Milk, banda de rock, stoner opresivo y blues grasiento, desde Atlanta, un power trío de más de dos décadas de existencia que alguna vez contó con un ex Melvins en sus filas. Sus canciones, lentas, pausadas, pesadísimas, se desenrollaban como el arrastrar de una serpiente. Una voz gastada por el cigarrillo (la de su cantante Creston Spiers) mezclado con algún destilado sin identificar. Una intensa hora de concierto incluyendo la increíble canción The Anvil Will Fall con una sección de cuerdas entremedio, esta vez de una pista grabada eso sí. Se veía que disfrutaban de la reacción de la gente y su bajista lo demostraba con sinceras sonrisas mientras azotaba su instrumento. Mucha más gente que el día anterior y el mar humano nos arrastraba escaleras arriba mientras en el escenario Ray Ban la banda Afrocubism, un proyecto interesante derivado del Buena Vista Social Club, que incluye a Elíades Ochoa, hacía bailar a miles de personas con su fusión de música cubana y africana.

Tras una rápida salida al supermercado los carteles anunciando la cancelación del show de Melvins aparecieron pegados por todo el recinto. Muy mal. Mucha gente molesta (la noche anterior habían cancelado los Sleep). Aún esta mañana no se sabe cuál fue la razón. Cosas que pasan.

Así la cosa sólo quedaba prepararse a echar un vistazo a los dinosaurios The Cure en el escenario principal (NdE: el show más visto en la transmisión por YouTube del festival), de quienes se rumoreaba temprano que tocarían más de tres horas, por lo que no había mucha prisa. Tanto así que pensando en volver para disfrutarlos con tranquilidad me dispuse a seguir recorriendo los escenarios más pequeños para encontrarme con Napalm Death pontificando su ruido punk metal a toda velocidad. Un sonido que parecía el erupto de la bestia te golpeaba en el pecho y te estimulaba y contrarrestaba todo el cansancio de la jornada. Curioso ver a tanto chico moderno inevitablemente atrapado por estos sonidos extremos. El cantante no paraba de agitar su cabeza de la lado a lado mientras su secuaces tejían esta maraña amelódica apocalíptica de la que sólo presencié cuatro canciones.

Camino a mi próximo concierto quise ver el concierto que The Ganjas ofrecían para un público de unas 100 personas en el escenario Adidas. Correctos y con buen sonido los ví cautivar a la audiencia más psicodélica con canciones de todos sus discos. Y ya desde donde Ganjas tocaban podía escuchar a los Dirty Three en el escenario ATP, así que a correr para no perder detalle. La barba de Warren Ellis se veía a 200 metros del escenario agitando su violín procesado por varios pedales y revolcándose en el suelo consiguendo hipnotizar a la gente que llenaba el lugar. Su sonido alejado del rock, casi incidental, añejo y libre, te cautivaba a cada segundo. Un trío de capos, cada uno en lo suyo. Los australianos jugaban a ganador y se notó.

Cerca de la una de la madrugada el cansancio nos mantuvo lo suficientemente despiertos para presenciar el concierto de Codeine y caer rendidos a una lección de clase. Los supuestos padres del Slowcore o Sadcore (como algunos lo han llamado) acaban de reformarse este mes después de haber dejado de tocar el año 1994 y este es su segundo concierto. Lo impresionante era la calma de cada acorde, ese aire entre notas que te traspasaba. La compostura de sus miembros y el toque melancólico de sus canciones nos llevó a pasar una hora de la mejor música de este festival. Chris Brokaw, John Engle y Stephen Immerwahr cada uno en lo suyo nos enseñaban que no siempre se necesitan exabruptos ni miles de notas para contar una historia. Que la procesión puede ir por dentro.

Luego de esto que acabábamos de ver, reventados y asombrados, a casa. Lo llamo broche de oro.

PD: A los Cure los olvidamos completamente. Bueno, sólo vimos Pictures of You y les salió bien.

Sábado 2 de junio

Última noche del Primavera Sound y el cuerpo no da para más. Es una tarea ardua y es casi imposible (incluso teniendo toda la curiosidad musical del mundo) ver a todos los que debieras. Porque a veces se topan los horarios, porque las distancias a ratos entre un escenario y otro son muy largas, etc. Entonces se hace lo que se puede. Aunque la experiencia es ciertamente inolvidable.

La jornada la abría la banda vasca Lisabö. Un doble power trío, es decir: 2 baterías, 2 bajos y 2 guitarras que además cantan (en euskera). Su nuevo disco Animalia Lotsatuen Putzua es una obra en rigor. Y la potencia con que lo presentan no dejó a nadie indiferente. A las 19:20 de la tarde, con la ayuda de las nubes que filtraban un poco el fuerte sol, el equipo salió a escena. Desde el primer acorde consiguieron erizar los pelos del respetable público en uno de los escenarios más grandes del festival. Un set intenso entregado con pasión especialmente por uno de los cantantes/guitarristas que no dejó de maltratar su instrumento durante todo el show, para desgracia de su técnico que se la pasó todo el concierto afinando y volviendo a la normalidad el equipo luego de cada canción. Emocionante brutalidad, honestidad y estilo. Construcción y destrucción de la mano. Vítores y aplausos para los de Irún, que se lo merecen. De lo mejor del festival.

Luego de la resaca cerebral por lo vivido tuvimos que tomar un largo respiro junto al mar. El cansancio hacía mella en nuestras piernas así que el descanso era fundamental para continuar sin desmayarse. La noche tenía dos nombres fundamentales que había que chequear sí o sí: Shellac y Off! que por cosas de la programación tocaban a la misma hora en escenarios opuestos. Así que la decisión no era fácil.

Opté por los Off! de los que me considero un nuevo fan, dejando abierta la oportunidad de abandonarlos en cualquier momento. Los californianos ya habían comenzado cuando logré alcanzar el escenario Vice. Con todas las luces cual discoteca, máquina de humo a destajo y muy buen sonido pude distinguir al legendario Keith Morris (ex Circle Jerks y Black Flag) al frente del cuarteto más hype del hardcore punk. Conocido es el hombre por su verborrea entre canciones. Hizo alusión al guitarrista de Sleep (quien habría sobrevivido a un aneurisma la noche anterior) y agradeció la masiva concurrencia y curiosidad. Así y todo luego de 6 canciones decidí abandonarlos y me dejé llevar por los sonidos más retorcidos de Shellac, banda de la casa cada año en este festival, a quien ya he visto cuatro veces seguidas y nunca decepcionan.

El escenario ATP rebosaba de gente, como nunca lo había visto. Que si bien Shellac no son la banda más popular de la tierra en comparación a otros monstruos de este festival pareciera que su directo se ha vuelto muy popular, gracias al boca a boca y a los años de venir a tocar a Barcelona. Al llegar diría que ya llevaban medio concierto y tenían al público comiendo de su mano. El sonido era un poco distinto al de otros años, más punzante y agudo. Albini con algún problema en su guitarra que resolvió rápidamente y Weston al bajo lucían cómodos. Para variar el show se lo robaba Trainer en la batería y fuera de ella. Caminando como un zombie o haciendo el ridículo con su caja como cuando anuncian The End of Radio y el baterista lanza baquetas al público durante la larga introducción. En esto es que a ratos no sabes en qué año estás. Si es 2009 ó 2012. No hay muchas novedades en su set, o al menos no recuerdo oír alguna canción nueva. Pero es como que no importase nada con ellos y ya luego de una hora de tensión sónica los ves corriendo mientras desarman la batería pieza por pieza, rutina que les he visto hacer cada año, cuando ya sabes que se terminó y que no van a volver a tocar la última canción.

Así también para mí se terminaba esta nueva versión de la experiencia Primavera Sound. Me perdía a Godflesh y YoLaTengo (sin arrepentirme). Un balance positivo que siempre depara sorpresas y hace de esta ciudad un sitio idílico, una ciudad utópica una vez por año. Felicitaciones y gracias a la organización y saludos a los lectores de paniko.cl. Hasta la próxima versión.

Lo mejor del San Miguel Primavera Sound

Sobre el autor:

Katafú es Rodrigo Rozas, guitarrista de la banda Familea Miranda desde 1999, con base de operaciones en Barcelona

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