Detrás de Camila

por · Julio de 2011

Sobre la doble lucha de la dirigenta Fech.

Publicidad

Es cierto que los hombres somos calentones, por lo general. Cualquier figura que aparece en la tele y que sobresale entre las demás, la vemos y, muchas veces, nos ilusionamos pensando cómo sería estar con ella, pasar un rato y a veces- si es demasiado guapa-, hasta llevarla al altar.

En el caso de Camila Vallejo puede ocurrir algo parecido, debido al adicional de que sea comunista: de hecho, nunca habíamos visto una dirigente de ese partido con la sensualidad que ella expele. Pero más allá de eso, la tipa es admirable porque está levantando un sueño estudiantil que muchos y muchas veíamos como imposible, e incluso, como un tema “utópico”, siguiendo las palabras de quienes nos han gobernado estos últimos 37 años.

Camila Vallejo

Camila, la mujer que según Rodrigo Guendelman resalta por sobre todo por sus atributos físicos, ha sido capaz de sentarse frente a quienes creen tener la razón con respecto a todos los temas durante años, ya sea en televisión o en política, y decirles que están equivocados, que el servicio educativo no tiene por qué ser semejante a una tienda de zapatos, sino que es un deber social que tiene el Estado de garantizar a todos sus ciudadanos.

No es poco.

Lamentablemente, estos hechos no han sido suficientes para que el machismo nacional se acalle y deje escuchar los requerimientos que esta guapa dirigenta quiere explicar. Por el contrario, este machismo-clásico y a veces cansador, entre nosotros, los propios machistas, se escondió debajo del progresismo para enmarcar a Vallejo como un nuevo sex symbol de la cultura pop nacional: una mujer “bonita e inteligente”, pero por sobre todo inteligente, que “tiene a medio Chile caliente”, según las palabras del columnista de El Dínamo.

Tal vez estoy siendo un poco exagerado, pero encuentro triste que en nuestro país, lleno de dirigentes, luchadores y amantes de equidad y la justa distribución de recursos estatales, solamente se resalte la innegable belleza de uno de estos representantes y que, hasta sus palabras, que se reconocen como inteligentes por el machismo que no quiere quedar de ignorante, sólo sean una música de fondo demasiado anticuada para ser escuchada.

Y así a lo largo de nuestra historia.

Por mucho que ahora aparezcan rostros televisivos que, por dárselas de cool e inteligentes, repiten al aire: “apoyo a los estudiantes”, poniendo bonitas sonrisas frente a la pantalla, con aires de intelectuales y de personas que “están al tanto de lo que pasa en el país”.

En Chile, todo lo que nace como simbología pop, lamentablemente queda ahí, como pop, bonito, estético y poco trascendental, aunque el personaje esté planteando un tema coyuntural y de grandes dimensiones. En materia sexual aún somos pacatos, momios y cabros chicos. Aún nos reímos en la fila cuando vemos a una chica guapa, como en el colegio, y nos importa un comino lo que nos diga porque damos por hecho que será una tontera, aunque los pelotudos seamos nosotros, quienes andamos todo el día como si aún estuviéramos en octavo básico, y por mucho que nos creamos viviendo en una sociedad bastante madura y que, porque tuvo una mujer presidenta, ya superó el sexismo imperante.

Mal por Camila, quien tiene que luchar además en contra de su belleza y ponerse la chasquilla sobre la frente para no ser demasiado bonita y sí ser más escuchada por un país que aún no ha pasado a la enseñanza media en materia de pluralidad y sexismo.

Detrás de Camila

Sobre el autor:

Francisco Méndez

Comentarios