Flashmob por la educación.
A veces una simple canción pop no es una simple canción pop. No sólo porque se vuelve la historia personal de quienes la cantan y la sienten propia, sino porque también a través de esa reapropiación, se construyen historias. Y sumadas, hacen la de un país.
// Crónica: Cecilia Fuentes • Fotos: Johanna Watson.
Prueba de ella se dio el miércoles 20 de julio en el Paseo Bulnes. Chiquillos que se juntaron a pocos metros del Palacio de la Moneda para ensayarla. Se corrigieron notas en los últimos ensayos, revisaron pequeños detalles, coordinaron ubicaciones y levantaron globos con panfletos por la causa estudiantil. La canción parece hablar por ellos, tanto que muchos de los presentes se emocionan al cantarla, porque se escucha hecha a medida para entonarla en pleno movimiento social estudiantil, con la bandera gigante flameando en la Alameda y la sede de Gobierno incólume de fondo. Solo que “El baile de los sobran” de Los Prisioneros fue compuesta antes de que muchos de los asistentes nacieran, mas el tiempo no es razón para que la sienten propia igual. 25 años después, nada parece cambiar.
Toda esta escena surgió del evento de Facebook creado por entusiasmo de las hermanas Nicole y Ninoska Medel, esta última estudiante de Teoría de la Música de la Universidad de Chile de 19 años que ni siquiera es tan fan de Los Prisioneros, pero si sentía que debía haber un flashmob para la educación chilena con arte chileno.
Que había mucho baile, mucho hit internacional, pero no música local. Y para hacerlo, escogió una de las primeras canciones que aprendió en guitarra: “Esta canción era ideal, le venía de lleno. Qué podíamos cambiar, es exacta”, relata, confesando una agradecimiento por el trío sanmiguelino por su labor hacia las Orquestas Juveniles, en donde ella se formó musicalmente, y un entusiasmo por acercar la música docta a formatos más populares. “El arte está ligado a la emoción, y podemos sensibilizar a la gente a través de él”.
Creado el evento, ella misma hizo los arreglos para orquesta y los subió (en el punto 6 de la descripción del evento) para que todo quien quisiera participar la tuviera a mano.
A los pocos días, sin tener aún patrocinio de alguna federación o acudir a ningún canal de difusión oficial, ya tenía mil invitados confirmando presencia. Estudiantes universitarios, secundarios e incluso varios apoderados. “Teníamos miedo de que al estar nosotros como administradores del evento y no la Confech, que la gente no creyera”, confiesa Ninoska, pero cuenta que solos fueron llegando los voluntarios músicos y cantantes, con quienes se hicieron ensayos y talleres los días previos. Se unieron a la organización otros compañeros de Universidad, con quienes compartía salas y pasillos pero nunca palabras, se consiguieron salas para ensayo, tramitaron el permiso de la Intendencia para hacerlo en la Plaza de la Constitución, pero los corrieron para el Paseo Bulnes y llamaron a los medios de comunicación para que fueran a cubrir el evento, que estaba planificado originalmente para el viernes 15 pero por lluvia debió trasladarse hacia el miércoles 20.
Finalmente, más de 10 mil personas “asistieron” al evento según Facebook, incluido el mismísimo Jorge González.
“Soy partidaria de que para abrir el círculo de la música docta hay que hacer actividades así; no sólo mirar y escuchar, sino enseñar y entregar las herramientas para que todos puedan hacerlo”, y es por eso que su mayor satisfacción no fue sólo el éxito de la intervención urbana sino el proceso que conllevó ensayar, dar clases de colocación de la voz y acercar a la gente al arte musical clásico.
“No pensé dos veces en unirme al movimiento, y quiero aportar en lo que yo conozco, y porqué no pasar lo que yo sé de orquesta a una canción popular”. Y pese al miedo que tenía su mamá– una mujer criada en dictadura- de que ocurriera algún desmán que la detuvieran, Ninoska siempre tuvo confianza de que podría concretar su idea.
Cerca de 300 personas fueron las que cantaron aquella tarde y que hoy pueden verse en los videos de YouTube que están circulando para difundir. Ahora, con la experiencia exitosa a cuesta, la futura directora de orquesta quiere realizar más intervenciones, con mejor organización y mayor convocatoria. Ninoska sonríe satisfecha como si hubiese encontrado la fórmula para ser ciudadana que aporta como ella sabe, como una melómana.