15 segundos es el tiempo que entrega Instagram para subir videos. 40 años se van a cumplir del golpe militar al gobierno de Allende. #40en15 es la mezcla de estas dos cifras.
—El costo ha sido alto —dice Evelyn, melenuda, en la franja electoral del Sí—. Todos los chilenos hemos pagado un precio, pero estamos en el umbral del desarrollo.
Un gato oscuro y flojo mira a una polilla que descansa inmóvil en la pared.
—Allende, el maldito burgués reformista, según los radicales de izquierda, terminó defendiendo La Moneda con un fusil en la mano —dice el escritor Jorge Baradit, mirando directamente a su celular—. Y a los líderes ultrones se los vio escapando a Argentina escondidos en el maletero de un auto.
En el medio de una multitienda, maniquíes descarados posan con el colorido adelanto de la temporada primavera-verano.
—Yo no dialogo —dice en blanco y negro un flaco Patricio Aylwin— con alguien que me pone la pistola al pecho.
15 segundos es el tiempo que entrega Instagram, la red social de las fotos bonitas, para que sus usuarios también suban videos. 40 años se van a cumplir la próxima semana del golpe militar al gobierno de Salvador Allende. #40en15 es la mezcla de estas dos cifras: han pasado cuatro décadas, cuánto se puede decir en un cuarto de minuto.
Funciona como «un ejercicio documental colaborativo», según la descripción de su sitio web, juntando a todos los videos de Instagram etiquetados con el tag #40en15. Ordenados por aparición, son varios quince-segundos con una opinión, una idea o un sentimiento provocados por lo que se desató en 1973.
—La cantidad de contenidos de calidad que andan circulando en la red y en los canales de TV me generó esta pregunta: ¿Dónde están las otras voces? No necesariamente la de los protagonistas emblemáticos sino que la de todo el resto.
Esto lo dice Andrés Valdivia, director ejecutivo de Noise Media e ideólogo del proyecto, pero no en un video sino a propósito de esta idea. La intención es canalizar de otra manera las emociones que han eructado generalizadamente con la conmemoración del golpe, y comprobar si los chilenos ya estamos en condiciones de soltar nuestra opinión al respecto, espontáneamente, sin filtros ni miedos.
—Los dos primeros videos —continúa Valdivia— fueron testimoniales: uno mío y otro de mi madre, ambos en primera persona y de cara ante la cámara. La gente, me da la impresión, temió replicar eso y una vez que comenzaron a llegar videos más indirectos o más abstractos, la cosa comenzó a prender.
—¿Hay algún premio, destino, reconocimiento, objetivo o consecuencia para todos estos videos una vez que el 11 de septiembre y su discusión masiva sucedan?
—Yo uso algo que aprendí de mi amigo Feisal Sukni: el “pesimismo táctico”. Pensar que nunca va a pasar nada, cosa de ser feliz cuando pase y de no sufrir demasiado cuando no pase. Quiero dejar el proyecto al aire post 11, al menos hasta que ocurran las elecciones. De ahí, si el volumen de videos es considerable, me gustaría montarlos en una sola pieza que funcione como un documental freak. Por el momento, eso sí, la experiencia de ver los videos en el celular o en la web me parece ya algo valioso en sí mismo.