El progreso del amor
Animales follando, cuerpos desnudos, lenguas acariciándose, hombres y mujeres mirándose, bañándose, entre más y más. El tamaño impacta en cada cuadro y, más aún, lo realista que es cada uno. Somos animales. Bestias. El instinto, el deseo y el sexo envuelven a cualquiera que vaya a ver esta obra —que rompe con los esquemas establecidos—, realista siempre, pero con un viaje de excesos, que tiene comienzo, desarrollo y fin.
La sensualidad es la protagonista. Se expresa en las texturas, los brillos y colores. Este complemento va en una flecha que se clava en la pelvis de cada espectador; despertando en él, placer, deseo, fantasía.
A partir de ‘Las alegorías del amor’ de Fregonard y ‘Los bañistas’ de Cézanne o Renoir, José Pedro Godoy pretende llevar al espectador a un estado: el de “la toma de conciencia del erotismo y el amor en la adolecencia”, dice.
“La idea es que ese momento, de ver los cuadros, se remonte a una instancia de conocimiento y sorpresa frente a situaciones que se presentan como algo real y fugaz”. Así, Godoy crea narrativas acerca del amor sensual, homoerotismo y de lo salvaje.
El artista, que pronto cumple 26, no le tiene miedo a los tamaños ni a los formatos. Un cuadro puede ser del porte de toda una pared, pero también de un cuaderno. Vea las fotos o, mejor, vaya al Museo de Artes Visuales (MAVI).