La idea de Pedropiedra era trabajar con Heyne, tomar riesgos y hacer canciones con la intención de que suenen.
Aló es el disco más accidentado en la historia de Pedropidra. Primero fue una canción piola y de bajo perfil, “perder ganar”, que incluso no acabó en el corte final a cargo del conocido productor Cristián Heyne.
En su composición, Pedropiedra despachó unas cuarenta canciones en algo así como dos meses. El propio músico había pasado la barrera de los 40 años y estaba igual que al comienzo: o sea, lleno de proyectos paralelos y tan productivo como solicitado.
Si antes su carrera en solitario había aparecido entre medio de bandas como Tropiflaite y CHC, el quinto disco de Pedropiedra se cocinó cuando presentaba su proyecto Pillanes con ex-miembros de Chancho en Piedra y Los Bunkers.
Pero volvamos a Aló. La idea era trabajar con Heyne y tomar la vereda del desprejuicio y hacer canciones con la intención de que suenen. Pero entonces vino el estallido social. Y luego la Pandemia.
Cuando finalmente apareció, Aló tenía una vibra cargada a la música urbana y el aire viñamarino. Solo así se entiende la colaboración de Xander en “Sueños por cumplir” y también la de Gepe para “Abuela come on”.
El resultado muestra riesgos y a un Pedropiedra más desinhibido, ampliando su abanico de sonidos y ritmos, aunque siempre con una aproximación clásica a las canciones. Así lo reveló el propio Heyne en el documental promocional del álbum.
Esa misma camisa atraviesa todo Aló, manteniendo la vocación pop de siempre, sin repetirse y logrando salir y entrar con gracia de las tendencias actuales.
Entre los buenos momentos del disco aparece uno de sus socios creativos, Álvaro Díaz, en el tema final -“En llamas”-. También hay que poner atención a “Perdido en Viña del Mar”, “Hipnotizada” -con Álvaro Henríquez como invitado- y el single “Amar en silencio”.
A pesar de lo horrible de la portada y tal vez lo breve, Aló está en el top 3 de discos chilenos de 2020.
