El show de los discos: The Eraser

por · Agosto de 2021

Thom Yorke tenía 32 años cuando apareció Kid A, el momento exacto en que empezó a escupir los discos sin tener un plan y cuando había dejado de ser un músico que intentaba llamar la atención.

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No tenía sentido seguir haciendo lo mismo. Thom Yorke tenía 32 años cuando apareció Kid A, el momento exacto en que empezó a escupir los discos sin tener un plan, sin saber lo que estaba buscando, y cuando había dejado de ser un músico que intentaba llamar la atención.

Menos calculador y resultadista, pero también más cómodo y decidido, las ideas empezaron a brotar en forma de capas, secuencias y palabras.

Incluso, algunas de sus canciones semejaban intentos a medio cocinar o, derechamente, sin resolver del todo.

A esa altura, para el cambio de milenio, Radiohead y su música disfuncional habían capturado el espíritu de nuestra era, justo cuando la revolución digital entró en un acelerador de partículas y cambió el mundo como lo conocíamos.

Pero sobre todo Yorke había empezado a utilizar el estudio de grabación como instrumento y principal herramienta de composición.

Así se entiende The Eraser, su enorme debut en solitario publicado tras el impactante tridente Kid A-Amnesiac-Hail to the thief.

El disco abre con un piano de Jonny Greenwood y sigue con un tema montado sobre el beat que suena como una bolsa de vidrio.

Alguna vez contó que “Analyse” lo escribió en Oxford cuando un apagón dejó a oscuras un montón de construcciones de otro siglo.

“Black swan” es un rescate de las sesiones de Kid A y tal vez el punto más alto del disco, junto a “The Eraser” y “Harrowdown Hill”, un tema llamado así por el lugar donde un experto militar fue encontrado muerto tras contarle a un periodista que el gobierno británico había mentido sobre las armas de destrucción masiva halladas en Irak.

Con Yorke a punto de cumplir los 40, The Eraser usa como pegamento armónico su voz sin efectos, entre capas de pianos galopantes y ritmos complejos, que uniforman un disco tan experimental como sentido.

Por supuesto, casi no hay guitarras y también figuran Stanley Donwood en el arte y Nigel Godrich en producción. The Eraser, y con esto termino, es Thom Yorke jugando a estirar la paciencia del trance desde su habitación: fallando, acertando, inquietando y logrando verdaderos momentos de belleza y sentido pop en este disco, el primero con su nombre en solitario.

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Sobre el autor:

Justiniano

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