Ensayos sobre el silencio

por · Octubre de 2017

Presentación del libro Ensayos sobre el silencio. Gestos, mapas y colores, de Marcela Labraña, publicado por Editorial Siruela.

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Este texto fue leído por Laia Colell (fundadora de la Asociación A Bao A Qu e integrante del grupo de investigación de la Biblioteca Mystica et Philosophica Alois M. Haas) para la reciente presentación en la librería La Central de Barcelona del libro Ensayos sobre el silencio. Gestos, mapas y colores de Marcela Labraña, publicado por Editorial Siruela. También participaron, junto a la autora, Pablo Acosta García y Victoria Cirlot.

El lanzamiento en Chile será el miércoles 11 de octubre, a las 19:30 hrs., en el Museo de Artes Visuales (José Victorino Lastarria 307, Santiago), y estará a cargo de Sebastián Schoennenbeck, Antonio Cussen y Matías Correa.


Tras darle algunas vueltas, he dado forma de lista a esta presentación. Un poco a modo de homenaje a Felipe Cussen –que seguro ha vivido, sufrido y disfrutado el proceso de creación del libro como nadie–. También porque me parece acorde con el propio libro que curiosamente (o no) tiene en su centro una especie de mise en abîme con los ensayos sobre Perec y Borges (maravillosos); en esas páginas se citan “las inefables alegrías de la enumeración” de las que hablaba Perec. Finalmente, la lista me parece un buen modo porque todas las listas son infinitas… y el libro de Marcela Labraña tiene mucho de infinito.

Como lo que al menos hoy, aquí y ahora no es infinito es el tiempo, limitaré arbitrariamente la lista a diez motivos —en el sentido original de movimientos— por los que leer estos ensayos. No necesariamente son los motivos más importantes o decisivos, y el orden no responde a ninguna razón.


1. Porque la dedicatoria que lo encabeza es absolutamente memorable y deliciosa.

2. Porque es muy bello. Desde la cita con la que se abre el libro hasta el párrafo que lo cierra, todo es bello. Y la belleza siempre es buena compañía o un buen lugar en el que estar.

3. Porque es honesto, sincero, verdadero y justo con lo que se propone. (Pueden leerle muy bien expuesto entre las páginas 33 y 36).

4. Porque es un libro alegre, feliz, luminoso, festivo. Dichoso de estarse escribiendo y de existir. Quizás uno de los motivos de esta alegría tenga que ver con algo muy especial que parece emparentar el libro de Marcela Labraña con el “espíritu coleccionista” del que habla Walter Benjamin y sobre el que exclama “¡Qué dicha la del coleccionista, el hombre con tiempo!”

5. Precisamente porque hay mucho tiempo posado en él. Quizás por eso es un poco extemporáneo (y ese es un motivo más para leerlo).

6. Porque, igual que le ocurre al verdadero coleccionista, ama y presta atención a cada una de las piezas que entra en su colección. En el caso de Marcela Labraña: libros, textos, cuadros, colores, autores, materias… A diferencia de muchos libros queridamente eruditos, no hay en él ningún afán de acumulación por adición: lo cuantitativo no supone ningún valor. Se tiene la sensación más bien que, de nuevo siguiendo a Benjamin a propósito del coleccionismo, se va formando en el libro una especie de constelación en la que cada elemento se siente como en casa e incluso parece haber llegado a ella por su propio pie…

7. Porque, como se propone citando a Victoria Cirlot, logra mediante la comparación entre elementos aparentemente alejados, “producir una “mutua iluminación” que “ensancha el horizonte del conocimiento y de la comprensión”.

Aúna amplitud, profundidad y atención al detalle. Aprendemos mucho y nos da ganas de seguir estudiando, leyendo, aprendiendo. “El coleccionismo es un fenómeno originario del estudio: el estudiante colecciona saber”, decía también Benjamin. Y como con el coleccionista, ocurre en este libro: Marcela Labraña “tiene en su pasión una varita mágica para descubrir nuevas fuentes”.

8. Porque muchos de los autores que conforman la constelación seguro son buenos amigos que muchos de nosotros compartimos y que quizás no se hubieran reunido sin la fiesta organizada por la autora: Benjamin, Warburg, Perec, Borges, Yves Klein, Hildegarda de Bingen, Sterne, Vermeer, Lewis Carrol, y Octavio Paz, a quien ha permanecido fiel durante todo el viaje.

9. Porque lo recomienda otro amigo de estos amigos: Vila-Matas (de quien siempre hemos sabido que era un gran lector y que con la recomendación lo confirma).

10. Porque creo que cumple con las seis propuestas de Italo Calvino para el próximo milenio (en el que de hecho ya estamos): levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad y consistencia.

10 + 1. Porque lo ha escrito Marcela, y además el libro se parece mucho a ella.


Para leer un adelanto del libro, ver acá.


Ensayos sobre el silencio

Sobre el autor:

Laia Colell

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