Especial Roberto Bolaño

por · Noviembre de 2016

En este especial del equipo que hacemos paniko.cl, escarbamos entre historias y conjeturas para volver a hablar del detective interesado en los cabos sueltos.

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Dicen, de Roberto Bolaño, que era un polemista natural, intratable en el ejercicio retórico y entusiasta seguidor de los escritores dispuestos a terciar en la discusión. «Si estabas de acuerdo con una cosa, él rápidamente cambiaba de opinión para ejercitar todas las posibilidades de un tema». Quien habla es el mexicano Juan Villoro desde Bolaño cercano (Haasnoot, 2008) —del puñado de documentales que buscan perfilar al chileno, tal vez el más parecido a una sobremesa con el escritor—. Según el autor de El testigo, a Bolaño «le gustaba tener razón, a pesar de continuamente cambiar de razón». Otro de los entrevistados, el español Enrique Vila-Matas, cuenta una anécdota que ayuda a formar una imagen: «Un día le hablé muy mal de Bush. Ante mi asombro, Bolaño defendió un aspecto de su administración solo para poder discutir y me di cuenta que hasta era posible hacerse pasar por un simpatizante de Bush». Desde Bolaño por sí mismo (Ediciones UDP, 2006), tal vez la mejor biografía publicada del autor de 2666, el hijo de una profesora y un camionero y boxeador deja entrever en sus respuestas a los periodistas lo que equivale a la caja negra de los aviones: las palabras antes del accidente, la voz que atraviesa turbulencias con una última entereza: «Yo tengo un tipo de sangre que solo tienen los que han escrito Los detectives salvajes».

En este especial del equipo que hacemos paniko.cl —que comenzó a bullir con la noticia del traspaso del catálogo de Roberto Bolaño de Anagrama hasta Alfaguara—, escarbamos entre historias y conjeturas para volver a hablar del detective interesado en los cabos sueltos.

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Sobre el autor:

Alejandro Jofré (@rebobinars) es periodista y editor de paniko.cl.

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