Este evento no dice nada

por · Junio de 2014

El almuerzo con Cecilia Morel en la PUC terminó siendo un .ppt con gremialistas comiendo platos calentados en microondas. Habían 4mil confirmados en facebook, llegaron 70. Estuvimos ahí.

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Me estaba preparando mentalmente para un partido de alto riesgo. Estaba al filo de la hora para llegar al encuentro. Temía que el lugar estuviese lleno, que hubiera un enfrentamiento en las afueras. Como mínimo, esperaba un carro de los pacos estacionado en una cuneta.

Pero nada.

Entro al lugar. Esperaba que el tumulto se estuviera moviendo desde dentro del recinto. Sigo moviéndome por los pasillos. Todo sigue normal. Es hora de colación y los chicos pasean de un lado a otro, calientan sus potes en los microondas. Espero señales delatoras que me dirijan por sí mismas al-lugar-preciso-de-los-hechos.

Pero nada.

Me dieron las 13 horas. Insisto: suponía que el gentío me iba a indicar dónde iba a ocurrir el gran evento.

Pero nada.

Hasta la mañana del martes 27, el día de marras, alrededor de cuatro mil personas confirmaban asistencia a un evento gratuito, en un pequeño auditorio, de una facultad del campus San Joaquín de la Pontificia Universidad Católica. Si se apersonaba al menos el 10% de los posibles participantes, ya bastaba para que se desencadenaran discusiones políticas como esas que ocurrían hace no muchos años atrás en el Paseo Ahumada, en tiempos de campaña electoral.

Suponía que la charla «Almorzando con Cecilia Morel», luego de haber sido confirmadísima por su organizador, iba a atraer la excitación de alguno que otro morboso de las cohortes adictas a los memes de internet, mismas que empezaron a inventar eventos grotescos como «última cena bailable con Jesús» , «clases de Twister con Nick Vujicic», «taller de liderazgo en San Carlos de Apoquindo» o «clases de Winrar con Hans Pozo».

Sin embargo, lo único que me indicó que estaba en el lugar correcto (no me atreví a preguntarle a nadie, por miedo a quedar como el afuerino curioso), fue un pendón del Movimiento Gremial. Uno de los suyos, un consejero territorial de la carrera de Odontología, era quien había preparado el evento y quien había confirmado la veracidad: que esto no era un hueveo, que Cecilia Morel sí iba a estar en ese lugar.

Entro al auditorio. Todas mis expectativas fueron botadas de un plumazo. Ni siquiera había morbo. Ni siquiera morbo periodístico: sólo avisté a un periodista de El Mercurio a quien saludé a la distancia, pues nos conocíamos de antes.

El resto de la audiencia consistía en cerca de setenta personajes con pinta de gremialistas, nostálgicos de un gobierno de cuatro años que sintieron como propio. En rigor, había más sillas vacías que ocupadas.

Me acomodé en las filas de atrás del auditorio, lejos de los grupos que conversaban entre ellos de sus temas académicos y políticos. Ya mi apariencia parecía llamativa (por lo bajo, era el único que llevaba jockey), por lo que procuré ser menos evidente entre lo evidente que ya podía ser mi presencia.

«En mi facultad, hay módulo protegido. Es del terror», le dice una chica que está sentada en la fila de adelante a otras dos que están junto a ella. Conversan de lo terrible que son estas decisiones, que las dejan sin clases, de mayorías que les impiden tener –usando un término en boga– objeción de conciencia.

Con quince minutos de retraso, el consejero territorial de la carrera de Odontología, Vicente Rufin, se presenta. Y tras ello, presenta a la charlista, la ex primera dama y embajadora de la mejor salud: Cecilia Morel.

El objetivo de esta charla consiste en hablar de la experiencia de la iniciativa público-privada Elige Vivir Sano y de su heredera privada-privada (úsese en caso de que el gobierno de Michelle Bachelet cancele definitivamente el programa), la fundación Chile Vive Sano. «Necesitamos que este tema siga siendo visible», argumentó Morel.

A grosso modo, más que charla, el evento fue una lectura de extensas diapositivas de powerpoint: que estamos en el siglo de la prevención; que el siglo XX fue el siglo de las enfermedades infecciosas y que el siglo XXI es el siglo de las enfermedades crónicas no transmisibles; que Elige Vivir Sano era una sinergia virtuosa. En fin. Ahorraré detalles y les ofreceré fotos que tomé con mi humilde celular de gama de entrada.

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En los breves momentos que la expositora se alejó de sus diapositivas, apuntó a que Elige Vivir Sano era una iniciativa orientada a cambiar hábitos. «No podemos ser talibanes de la olla», expuso Cecilia.

Llegado el momento de las preguntas, alguien pregunta sobre cuáles son las perspectivas que Morel vislumbra para el programa durante el gobierno de Bachelet. La ex primera dama contesta que espera que se conserven los aspectos sinérgicos de dicha política pública: que las clases de Educación Física se conviertan también en clases de promoción de la vida sana, que efectivamente sean profesores de Educación Física quienes impartan las clases de Educación Física, e insiste con el cambio de hábitos.

Siguieron un par de preguntas sobre el pasado de Elige Vivir Sano y el futuro como Chile Vive Sano. En nombre de mi propio morbo, levanté la mano y alcancé a ocupar el último turno para preguntas.

Pregunté qué ganaba el sector público con una iniciativa público-privada en la cual las empresas patrocinantes disponían en sus líneas de productos alimentos con aditivos químicos y alimentos que inducen a la obesidad. Cecilia contestó que con esta política pública se ganaba en autorregulación privada, en el sentido que estas iniciativas permiten a la industria alimenticia tomar conciencia de la necesidad de ofrecer alimentos más sanos.

Sentía que no contestaba mi pregunta de fondo e hice una contrapregunta más precisa: si acaso la gracia de este tipo de iniciativas público-privadas era que los privados participaran para darle realce a lo público y no al revés, que el Estado terminara ofreciendo piso para darles realce a los privados, como creía que era en Elige Vivir Sano.

Morel explica que esta política «fue evaluada como la mejor política pública» del gobierno de su esposo Piñera, según una encuesta de Cadem Research, con una recordación de más del 86% de los sondeados. «(De hecho,) muy pocos recuerdan cuáles son las empresas patrocinadoras, pero sí recuerdan alguna de nuestras medidas: comer sano, vivir al aire libre, disfrutar la familia y mover el cuerpo».

El organizador del evento agradece la asistencia a su evento y da por terminado el almuerzo con Cecilia Morel, que almuerzo-almuerzo tampoco fue: durante la charla, sólo dos chicas entre todos los asistentes estaban con sus potes abiertos comiendo una comida mal calentada.

Pues bien, salí del evento con las manos vacías. Al final, no pasó nada ni tampoco se dijo nada.

Pero nada.

Este jueves, hay taller de anarquismo con Kel Calderón. Quizá allí pasen más cosas.

Este evento no dice nada

Sobre el autor:

Bruno Córdova es licenciado en comunicación. Publicista y diseñador. Mantiene el blog Dicen Otros.

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