Garbage: o cómo congelar el tiempo

por · Octubre de 2012

Garbage: o cómo congelar el tiempo

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Una vez intenté escribir un libro, no eran cuentos sino una serie de reflexiones sobre diversas cosas. Creo que uno siempre empieza con esas cosas: ¿qué son las historias si no son ideas sobre esas mismas historias? Al libro le había puesto “Cocktail Molotov”, tenía 19 años y uno de sus relatos se llamaba “La Seducción de Shirley”. Eran apenas dos párrafos y hablaba sobre Shirley Manson. Trataba sobre alguien que la observaba, enamorado, sucumbiendo frente a ella. «Porque solo en ella puede amalgamarse esa aguda imagen de niña inocente y de psicópata calculadora al mismo tiempo», decía en medio. Sí, ocupaba palabras como «amalgamarse». El narrador —el tipo que la observaba— era un asistente de cámara porque para mí la Manson era eso: una chica que solo tenía forma y razón en la televisión.

// Por: Daniel Hidalgo • Fotos: Lázaro Tepes.

Lo que siempre me gustó de Garbage fue su honestidad. Y no ocupo la palabra honestidad con el desparpajo que la ocupan los críticos de rock/periodistas que la han vuelto un lugar común y sin sentido. Porque cuando el rock aún existía en las radios y en la televisión, la introducción de la banda siempre era la misma: que era un producto, que había sido ideado por productores que querían dedicarse a pasar al otro lado de las cosas, que habían visto a Shirley Manson en un video de Angelfish, su banda original, y que decidieron llamarla para crear una fantasía perfecta y meticulosa, calculada en cada detalle.

Es cierto, Garbage siempre fue la banda más sintética —en todos los sentidos posibles— del rock alternativo de los 90’s: llegaron a la cola, de hecho, cuando el grunge ya sonaba demasiado aburrido, y en su pasada por Chile, del pasado lunes en el teatro Caupolicán, además me confirmó que estaban compuestos por una buena dosis de preservantes que, tras quince años, sonaban tan extraños y potentes como esas presentaciones en vivo que vi en los premios televisados cuando adolescente.

Antes, Saiko había realizado un preciso teloneo, con buen sonido y no solo por las máquinas y el trabajo de un buen técnico, sino por un fiato y un re-encuentro con el público que bañaba todo de emotividad, con la vuelta de Denisse Malebrán que se las sabe por libro. Una chica pequeña de anteojos le preguntaba a su amiga qué tenía que ver Saiko con Garbage, y me dieron ganas de entrometerme para decirles: «la Blondie», pero preferí apuntarlo, nada más, para esta reseña.

Sintético decía y acá lo raro: el show se centraba en ellos, en la banda, en las atmósferas punzantes y ruiditos varios de la guitarra de Duke Erikson, en la figura siempre sacrosanta y visible de Butch Vig y en ella, la escocesa que definió a su modo el concepto de (anti) “diva” para luego clausurarlo. No habían visuales ni elementos raros en el escenario, solo la misa de rock más íntima y efectista que todos queríamos.

Shirley era un show en sí misma, parecía desafiar a cada uno de los espectadores, a quienes se acercaba constantemente para casi susurrarles los versos tanto de los ya clásicos del nicho alternativo como de su nuevo disco Not Your Kind of People (2012), motivo de esta gira que los hizo pasar por Chile. Bella e inquietante igual que en el 96, ella y su banda parecían haber descubierto cual Walt Disney el baúl criogénico que no les había permitido envejecer ni un año. Una diosa furiosa que juega mucho con el público, ironiza, saca risas, aplausos y declaraciones de amor, agradece, coquetea, se deja admirar.

Momento clave 1: Shirley Manson declarando el nuevo manifiesto de la banda, son independientes porque se aburrieron de todo y ahora puenden hacer lo que quieran, incluso venir a países como este.

Momento clave 2: Shirley Manson —medio en broma, medio en serio— dándole la posibilidad de elegir al público qué tema, fuera del setlist, quieren escuchar. La elgida: “Milk”, ¿en serio no la iban a tocar?

Momento clave 3: “Im Only Happy When it Rains” siempre será la declaración de principios no solo de la vocalista, sino de tantas chicas que conocimos en la vida.

“Stupid Girl”, también.

Así siguen los temas, esos híbridos entre ruido y danza. Es en ese momento en que uno recuerda que lleva una buena cantidad bailando los temas de Garbage en discotecas, llegando a estamparse en algún lugar del cerebro. Verdaderos himnos secretos y recuerdos de un MTV que ya no existe. Quizá también es eso lo que caracteriza a estos tipos que solo son felices cuando llueve y es complicado, su bipolaridad: lograr caminar por ese margen tan delgado que separa al pop del rock.

No sé si estuve obsesionado con Shirley Manson o no. Le escribí un texto porque sé que fue lo más cercano a experimentar esos actos medio ingenuos y torpes de las quinceañeras de fan clubs: juntar entrevistas, recortes y grabar videos. Habían pasado quince años y ahora ella estaba ahí, sin una pantalla separándonos y probablemente yo viéndome mucho más viejo que ella y estaba feliz. Porque este, un show con un delay de más de una década, fue uno de los más explosivos y correctos que vi en el último tiempo.

Setlist:

“Automatic Systematic Habit” / “I Think I’m Paranoid” / “Shut Your Mouth” / “Why Do You Love Me” / “Queer” / “Stupid Girl” / “Hammering In My Head” / “Control” / “The One” / “#1 Crush” / “Cherry Lips” / “Blood For Poppies” / “Special” / “Cup of Coffee” / “Push It” / “Only Happy When It Rains” / “Vow”.

Bis: “Supervixen” / “I Hate Love” / “Milk” / “You Look So Fine”.

Garbage: o cómo congelar el tiempo

Sobre el autor:

Daniel Hidalgo (@dan_hidalgo). Publicó los libros Barrio Miseria 221 (2009) y Canciones punk para señoritas autodestructivas (2011).

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