Giorgio Jackson ya no duerme siesta

por · Septiembre de 2011

El presidente de la FEUC y vocero de la Confech vive días de superestrella.

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El presidente de la FEUC y vocero de la Confech vive días de superestrella. Se reúne con Piñera, se sube al escenario con Calle 13, la gente le pide fotos en el metro y las niñas le gritan cosas en la calle. Pero ser uno de los líderes del movimiento social más grande de los últimos veinte años no es puro éxito: «Yo soy dormidor de siesta, pero no me he dormido una hace un año», dice en esta entrevista.

Tres neopelolais se pasean por un pasillo de la Casa Central de la Católica. Neopelolais son esas que en esencia son las mismas de siempre, pero ahora vestidas a la última moda: botines de cuero, pitillos, camisa de mezclilla. Las cuatro se pasean, pero también conversan —y muy serias— sobre lo que más les preocupa ahora mismo:

—No, Algarrobo no, hueona. Se llena de pendejos flaites —dice una, haciendo sonar sus zapatos en la cerámica.
—Ay, sí. Es enana la hueá. ¿Y Pichilemu? —pregunta otra, peloliso castaño, voz de pito en si mayor.
—Pichilemu es la pura playa, te morís lo chico —termina la tercera, tan parecida a las otras dos.

Mientras esas cuestiones fundamentales se discutían en un pasillo del Patio de la Virgen, en una oficina, ahí mismo, otros jóvenes menos preocupados se pasan el día en asuntos tan vagos como cambiar el modelo de educación chilena. Un grupo de flojos que no estudia, que tiene congeladas sus carreras y que, según lo que dicen los que sí pagan sus aranceles en la del Desarrollo o la de los Andes, están financiados por partidos políticos tan oscuros como el Comunista. Son, más encima, estudiantes que ni siquiera tuvieron grandes puntajes en la PSU.

A esa oficina —la de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, FEUC— llega Giorgio Jackson, un poco atrasado, acelerado; con la cara acalorada.

¿Qué te pareció el artículo del domingo en el Reportajes de El Mercurio, donde aparecen los puntajes PSU de algunos dirigentes estudiantiles, y qué creís tú que querían lograr con eso?

—Mira, no sé muy bien qué es lo que habrán querido lograr —dice Jackson, camisa blanca a rayas, ojos juntos que miran fijo—. No quiero hacer juicios de valor. Pero lo que sí se demuestra en el artículo es que somos un movimiento muy diverso y bastante representativo de lo que pasa en Chile. Tenemos estudiantes de todas las regiones, de distintos establecimientos educacionales, de distintos puntajes; y bueno, yo creo que una cosa común es que se deja en evidencia que los puntajes no tienen que ver ni con el liderazgo ni con las capacidades de las personas para poder hacer cambios. Yo lo veo de una manera más positiva que los otros creen que puede haber salido, porque te muestra efectivamente que la PSU no mide estas cosas tan importantes.

Jackson articula sin problemas, sin muletillas, sin lugares comunes. Sin un tono panfletario, tampoco. Todo lo contrario: es como si hubiera bajado de la montaña después de meditar un año en las alturas. No se percibe más que razonamiento en su discurso. No hay palabras de desprecio ni de descalificación, menos un tono irascible o algo de emotividad. Pura calma ingenua rellena de argumentos.

Por ejemplo:

¿Qué te parece a tí ver a algunos políticos de la Concertación, que pudieron haber cambiado todo este asunto hace años, marchando ahí al lado de ustedes, haciéndose parte y apropiándose un poco de todo esto? ¿No te da rabia?

—Es que sabís que si nos ponemos a que nos dé rabia ahora… la rabia es algo muy ególatra, es pa satisfacer algo mío. Entonces acá hay que poner todos los objetivos colectivos por sobre los personales. Si yo tengo rabia con alguien, y eso va a perjudicar en alguna medida que lleguemos a lograr el objetivo, hay que posponerla. No podemos dejar que esas rabias, ni la suma de esas rabias, sea lo que prime. Acá hay que poner un objetivo: si alguien se quiere sumar, bueno, después lo hablaremos, después le sacaremos las cuentas del oportunismo o lo que sea. Pero aquí hay que sumar todo, todo para llegar al objetivo. Yo no soy de la postura de cerrarle la puerta a nadie. Después, bueno: la ciudadanía no es tonta tampoco, juzgará con los hechos. Pero trato de no hacerme problemas previamente porque al final esas son maneras de autosatisfacerse y no contribuyen en nada al movimiento.

***

Giorgio Jackson llegó tarde porque a último minuto surgió una charla, junto a Camila Vallejo y Residente de Calle 13, en la Casa Central de la Chile. La noche anterior habían estado en el escenario del Arena junto al dúo portorriqueño, mandando mensajes para seguir con la lucha. La invitación surgió del propio Residente, que una vez que llegó a Chile se reunió con ellos y los invitó a una cerveza para conversar en el hotel. Ahí los alentó a subir al escenario, a decir algunas cosas, y así también se organizó esa pequeña conversación en la Chile.

Había algo de prensa, varios fotógrafos, pero principalmente estudiantes, y algunos acusando a los dirigentes de vender el movimiento a los partidos políticos. Es el dilema de siempre: avanzar sin transar o negociar para conseguir. Es que es mucho más fácil exigir pero no dar la cara. O lo que es lo mismo: ser un radical intransigente en el discurso, que un negociador democrático en la práctica. Jackson, en sus palabras, se define como uno de estos últimos.

Se generaron a partir de la reunión del sábado pasado muchos malentendidos, entre lo que dijo Piñera en Tolerancia Cero —que había sido un gran avance— y lo que dijeron ustedes después por la prensa —que no se avanzó nada—, pero ¿Cuánto se trabajó realmente el sábado —y el mismo lunes— y qué les pareció el cronograma y esta supuesta apertura al diálogo y al trabajo común?

—El día sábado —y yo lo he planteado varias veces— fue un espacio no sé si insípido, pero no se avanzó mucho. Se mostraron las posturas. El Presidente nos recibe y eso siempre se valora —lo cortés no quita lo valiente. Eso ya es un logro en sí mismo. Pero eso no significa que hayas ganado algo: significa que pusiste a todos los chilenos a pensar en este tema y a debatirlo. Eso es bueno. Ahora bien, el gobierno mostró sus posturas, sin cambiarlas, y eso pa nosotros generó frustración porque habían expectativas quizá un poco más altas que esa. Y más encima yo noté un poco de improvisación por parte del gobierno en esa reunión. No había una calendarización. Por ejemplo: yo habría esperado que este cronograma de trabajo se presentara el día sábado. Nosotros tuvimos que solicitarlo. Nosotros dijimos pero bueno: cuál es la idea, qué se está presentando. Invitación al diálogo de qué. Una invitación viene con lugar, fecha de inicio, fecha de término, caracterización, no sé, pero no había nada.

¿Y te parece que las tres mesas de trabajo propuestas —una para cada semana de aquí a fines de septiembre— son demasiadas?

—No, es que al final es una sola mesa que cambia de temática. Así que eso es algo que concedieron. Pero para el tema de retirar los proyectos de ley que ya se enviaron para poder modificarlos en conjunto, el gobierno no estaba disponible. Nosotros queríamos hacer una transmisión televisiva de esto que es un debate también, y el gobierno tampoco quiso hacerlo. Entonces siento que ahí faltó un paso del gobierno de poner las cartas sobre la mesa —que las tiene medias escondidas. Si es que dicen cuáles son las magnitudes de las cosas que está presentando y quita los proyectos de ley —porque igual se van a tramitar después— se darían las condiciones más fácilmente.

¿Y será por una cosa de orgullo que no se quieren ver pasados por encima?

—Es que sí: no tiene que ver tanto con el orgullo como con la señal política de entregarle al movimiento el poder de nuevo. Y bueno, yo creo que el Adimark nos entregó el poder de nuevo. La gente nos está dando el poder. Necesitamos a un gobierno que escuche a la gente, que se pasee por las calles y pregunte. Muchas veces la gente cree que no, que mirar encuestas es ser populista; no, o sea, mirar encuestas, cuando son temáticas como esta, que son el centro de la preocupación de la gente, no es ser populista, es tratar de dirigir las políticas que uno quiere hacia las mayorías. Es el principal concepto de las democracias.

Aparte que bien manejada esta puede ser una posibilidad súper buena para el gobierno de revertir esta negatividad.

—¡También! Si les dijimos. Le dijimos al Presidente que esta era una oportunidad histórica —Jackson dice la palabra histórica y bosteza un bostezo largo y tirante: cansancio sería una palabra muy chica para definir la razón de ese bostezo—. Una oportunidad para que él pasara a la historia. Y no sabemos. Es la oportunidad para hacer los cambios más importantes y trascendentales de los últimos cuarenta años, fácil, en educación. Y nada: no sé si el gobierno está disponible para eso.

***

—Muy muy rápido.

Así han pasado las cosas para Giorgio Jackson. Muy muy rápido. Desde que asumió como presidente de la FEUC hasta hoy, cuando la gente lo para en la calle. Muy muy rápido. Desde que se decidieron a poner el tema de la crisis en la educación superior hasta estar en el escenario junto a Calle 13. Muy muy rápido. Desde hace un año, cuando dormía siesta todos los días, hasta hoy, que agradece las noches en que tiene cinco horas de sueño. Muy muy rápido.

Si hasta le cuesta explicarlo.

—Nunca esperé una exposición de este tipo, ¡nunca! Ahora me metí al metro, y en el metro me pedían sacarme una foto, y yo… digo, pero… está bien, siempre soy o trato de ser lo más… eh, porque, bueno, uno siempre cuando alguna vez pidió sacarse una foto con alguien, uno sabe como lo que… pero acá este es un movimiento de mucha gente, un movimiento ciudadano, y que la gente sienta que nosotros lo encarnamos, creo yo que es injusto, porque somos todos. Pero está bien. Yo me lo tomo… me lo trato de tomar lo más… eh… con la mayor paciencia, porque muchas veces uno está cansado también en el metro, pero me lo tomo también con la mayor de las responsabilidades que implica esto, porque implica muchas responsabilidades. Un peso así enorme. No pero muy contento, siempre tratando de tener los pies en la tierra, porque o si no, se te suben los humos a la cabeza y a mí no me gusta cuando a alguien se le suben los humos a la cabeza, y por favor le pido a cualquier persona que me diga cuando se me suban.

¿Pero cómo se controla eso? ¿Alguien te ayuda? Porque nadie te preparó.

—No, nadie te prepara. Pero creo que siempre estar cuestionándose si lo que uno está haciendo corresponde, si es que lo que uno está haciendo se sale de lugar, recordando siempre por donde uno parte. Entonces de esa manera uno va teniendo un cable hacia donde comenzó. Pa no perder el foco, pa siempre ir por la senda que se trazó en un comienzo.

¿Y se duerme algo?

—A ver, hay días en que se puede dormir. Dormir me refiero a más de cinco horas, porque con más de cinco horas uno puede estar masomenos bien; ocho ya es casi imposible a estas alturas, durante el año. Pero hay veces que hay que dormir menos: tres, cuatro horas. Y es duro. Es cansador. Es agotador. Pero ya vendrán y nos tocarán horas y horas de sueño, pero ahora no podemos darnos ese lujo. Aparte yo siempre he sido muy bueno para dormir: yo soy dormidor de siesta. Y no me he dormido siesta hace un año, yo creo. No: ha sido una locura. O sea, yo siempre después de almuerzo, antes de estudiar, una siesta de cuarenta minutos y quedaba intacto. Pero ahora nada.

***

Hay algunos que van por la vida felices y que cada cierto tiempo viajan a construir mediaguas. Una labor que no tiene nada de mala, pero que muchas veces hace pensar a los que la ejercen que es suficiente. Que con eso alcanza. Que con hacer mediaguas la tarea está hecha: el mundo es más justo, el cielo está ganado y se puede carretear tranquilo.

Giorgio Jackson hizo mediaguas. Fue parte de Un Techo para Chile (UTPCH). Pero para él, nunca fue suficiente.

—Si bien no quiero minimizar en ningún caso lo que hace UTPCH —porque es otra cosa, ellos se han volcado a lo que es la vivienda social— yo creo que sí le diría a todos los voluntarios que después, llegado un momento, el voluntariado tiene un techo —Jackson se ríe: ¿se entiende el chiste? ¿El Techo tiene un techo?— y para poder amplificar más las capacidades que tiene uno, tiene que entrar a la política. Con las herramientas de la política se pueden hacer los cambios más grandes y profundos. Y está bien que la gente y los jóvenes nos politicemos, porque esto no se trata de ir a un voluntariado y sentirse pagado, sentirse súper héroe. Porque no, no es así.

Después de eso, te postulaste y ganaste en la FEUC. ¿Existía en ese momento una opción, pensaste alguna vez que iba a surgir este movimiento, o todo salió de un día para otro? Porque la gente normalmente cree que de repente hay dos marchas y se armó, pero todo tiene una planificación detrás.

—Sí, es un proceso. Mira, cómo te explico que la planificación de nosotros a principios de año, generando campaña comunicacional y una página web con unos videos, indicaba que el día 12 de mayo era nuestra mejor movilización. Apuntábamos a llevar veinte mil personas, y eso hubiera sido pa nosotros un hito. Pero después esto comenzó, una bola de nieve, una bola de nieve, y sumado a errores muy grandes por parte del gobierno, errores comunicacionales, aparte de mantenerse muy estrictos en su postura ideológica, hicieron que el movimiento creciera y creciera, y se hicieran más evidente las contradicciones de las distintas posturas. Yo nunca me hubiera esperado que esto iba a ser tan grande. Sabía que el diagnóstico daba para que fuera tan grande. A mí me da mucha rabia ver un diagnóstico como el que hemos presentado. Me saca de quicio.

Rabia. Quicio. Por un ínfimo momento, la mitad de un nanosegundo, Jackson deja su personalidad conciliadora y zen y levanta la voz para decir las palabras rabia y quicio. Se le prenden los ojos, se pone más roja su cara. Tan rápido como cambió, vuelve a ser el que era.

—Pero comunicarlo es muy complejo. Imagínate que nosotros llevábamos dos años estudiando este tema, libros y cosas, y comunicarlo con tres ideas-fuerza —que en este caso fueron acceso desigual, endeudamiento y estafa— fueron las cosas que gatillaron.

¿Y esa actitud así tan zen que tenís la están teniendo todos los dirigentes, o no?

—No sé, no quiero y no estoy metido en…

No, no, pero masomenos.

—Hum, hay de todo. Hay de todo. Hay gente que quiere sumar más gente nomás, hay otros que no, que les da mucha rabia y no soportan, hay gente que cree que el movimiento es de unos solamente, otros que creen que no, que es de los otros; yo creo que es de todos. Entonces ahí hay un problema. Son distintas visiones nomás. Quizá hay gente que es más apasionada y que tiene ciertas prioridades o énfasis, y está bien po, si es la diversidad del grupo. Lo único que yo pido es que nos comuniquemos y logremos ser estratégicos para lograr los objetivos y no nos quedemos con imaginarios colectivos de cómo debiese ser. No. Construyámoslo nosotros. No tiene por qué ser como fue antes y no tiene por qué no ser como fue antes: tiene que ir creándose a medida de que lo vayamos necesitando, y no repetir un cliché. Las cosas cliché me cargan. Hay que tratar de ir generando la propia identidad de este movimiento.

¿Y qué te pasa cuando de repente aparece gente diciendo que si ustedes fueran un partido político, la gente los votaría? ¿Es adelantarse demasiado a lo que está pasando? Yo, por ejemplo, estoy inscrito y siento que votar hoy no hace ninguna diferencia, que es un trámite muy latero que no genera ningún cambio. Pero si hubiera inscrita mucha gente como yo, y como los que están en la calle, sí se podrían hacer diferencias. Entonces ¿no les dan ganas a ustedes de hacer un llamado a que se inscriba la gente que hoy está en la calle pero no está votando? ¿O no les corresponde?

—No, obvio que también nos puede corresponder. Yo creo que deberían estar todos inscritos por ley. Es más —y esto es más impopular: yo creo que todos deberían tener la obligación de ir a votar. Porque si estamos planteando educación gratuita, si estamos planteando toda la cantidad de beneficios sociales que queremos, mínimo que uno sacrifique un día cada dos años. No es tanto pedir. Yo soy más partidario de la inscripción automática y el voto obligatorio. Aunque yo creo que el principal impedimento para que los jóvenes no se inscriban es que exista el binominal. Lo digo en serio. Si se elimina el binominal vamos a tener un millón de jóvenes inscritos. Lo digo así, yo podría apostarlo. Y nada, seguramente la siguiente etapa de este movimiento será la de las reformas políticas. Hay que ir paso a paso, pero eso se viene.

Giorgio Jackson ya no duerme siesta

Sobre el autor:

Cristóbal Bley es periodista y editor de paniko.cl.

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