Illya Kuryaki and the Valderramas: orgía funk
Los embajadores argentinos de la república del funk, en realidad son mucho más que eso. Desde sus inicios, IKV se mostró como un dúo de espíritu adolescente y una sed profesional por el descubrimiento y la experimentación que, al igual que la mayoría de las grandes bandas trasandinas de hoy, dieron sus primeros pasos en la primera era de Menem.
Para entonces, el mapa sonoro de Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur era apenas un papel en blanco llenándose de líneas negras y blancas: mestizas. Así, por su repertorio comenzaron a pasearse baladas de guitarras acústicas, violines y acordes disonantes, muy marcadas por la herencia del padre de Dante; como también una postura a lo Beastie Boys para enfrentar el hard core con el hip hop. Por supuesto, su mundo era una ficción creada a partir de tardes de televisión y discos traídos de afuera. En este sentido, el encuentro de IKV con el funk fue posterior a su éxito. Si bien en “Chaco” el funk estaba presente en las líneas de bajo, no es sino hasta “Versus” que IKV se suma a una tendencia que se daba en América Latina junto a bandas como Los Tetas en Chile o Los Amigos Invisibles de Venezuela.
Es la época de mayor éxito de IKV, época de las giras y de la participación en grandes festivales, y es por eso que no extraña mayormente que se centren en ella en estos conciertos de reunión. Todo se inicia como hace 10 años atrás: con las secuencias del tema “Chaco”, y con Dante y Emmanuel contorsionándose, hipersexualizándolo todo, gritando y haciendo algo parecido al rap (otro de sus inventos).
Le sigue “Jaguar House” y ya las señoritas comienzan a acercarse al escenario, haciendo sensuales movimientos de caderas, levantando los brazos y llenado de piropos a los dos vocalistas, ahora con guitarras ambos, en escena. De pronto uno piensa, entre tanta pierna desnuda, que justamente la gracia de los IKV es esa: es una banda que apela a la testosterna, con particular atención en la testosterona femenina: ellas bailan mientras ellos cantan sobre sodomizarlas, con movimientos pélvicos y bromas de Horvilleur en donde confiesa haber participado en una orgía con las coristas de Björk.
Ellos tienen esto bien claro. Por eso es que la inédita “Funky Futurista” que han mostrado en estos conciertos 2011/2012, tiene mucho de lo que uno se acostumbró a escuchar de ellos: un funk muy a lo Parliament Funkadelic, pero con timbres más actuales, muy al estilo de su disco “Leche”, pero que en mitad de la canción nos sorprende y hace un cambio de ritmo radical y la canción parece aún más actual, sonando incluso como esos remixes de Calvin Harris o David Guetta. ¿Es esto funk? En parte sí, pero los Kuryaki –y es costumbre– bombardean con tanta información que son capaces de re-definir todo lo que se les pase por en frente.
Con una banda sólida que hasta incluye coristas, los IKV se dan sus gustos: improvisan, tocan canciones como “Virgen de Riñas” de su segundo disco “Horno para Calentar los Mares”, u “Otro que Muerde el Polvo” la revisión del tema de “Another One Bites de Dust” del disco tributo latino a Queen, que por estos lados fue la canción central de una de las teleseries más patéticas que se hayan hecho en nuestro país.
Los Kuryaki se ven bien, parece como si nunca se hubieran separado. Como si Horvilleur no hubiera sacado 5 discos ya sin esta banda, en donde buscó la ecuación perfecta para hacer canciones, dejando la música negra de lado para pasarse al pop militante. Como si Dante, por su parte, no hubiera sacado ya tres discos solista, en donde ya se vestía completo del hip hop más actual. La gente, que llenó el Alternative Stage, se lo agradece: baila sus temas, dedica el olé olé olé, flaco, flaco, al recientemente fallecido Luis Alberto Spinetta, responde a los mensajes en apoyo a los familiares de Daniel Zamudio –una tónica dentro de este Lollapalooza– y entra en frenesí con el cierre del show a cargo de “Coolo”, “Remisero” en una versión violenta y “Abarajame” más rápida que lo normal y con la participación especial de C-Funk de Los Tetas.
Lollapalooza juega con el tema de la nostalgia, convoca a un público con reciente poder adquisitivo que quiere recordar sus años de infancia. En este sentido, IKV estaba calado. No decepciona ni un segundo. Pero lo que es mejor, se retiran dejando la promesa de hacer un nuevo disco y que sigamos disfrutando de estos ninjas sonoros como lo hicimos en nuestros tiempos más felices.
// Fotos: Eleonora Aldea.