Iron Maiden: heavy metal en el Nacional
Después de la cuarta o quinta vez que veo a Iron Maiden, siempre que voy entrando una vez más a un recinto de la banda británica, entro a veces con un poco de cansancio y pensando en que ya he visto repetidas veces lo que pasará en minutos sobre el escenario. Mientras vas entrando te das cuenta de que una vez más Dickinson dará las gracias a los fans y pedirá un cásico “Scream for me!!!!” en temas como Two minutes to Midnight, como también sabes el momento exacto en que aparecerá el Eddie de turno, el ícono de la banda, según la gira.
Curiosamente, apenas la doncella aparece en pleno en el escenario, todos esos prejuicios se te olvidan y entras nuevamente en sintonía con lejos uno de los mejores shows de Heavy Metal del planeta.
La noche del domingo no fue la excepción, porque luego de muchos prejuicios de quien escribe, la banda apareció en el Nacional parados como en sus mejores años mostrando una maquinaria compleja, potente y ruidosa que todo fan del Heavy espera. Así es porque desde el comienzo con la larga (quizá demasiado larga) Intro Satelite 15 se dio comienzo a lo que muchos esperaban como si los ingleses nunca hubieran pisado tierra chilena con anterioridad. Luego The Final Frontier– tema que le da el nombre a la gira y alnuevo disco- enciende los fuegos con unas guitarras potentes y más progresivas de lo que se espera comúnmente en una clásica banda de metal como es Maiden.
La maquina continúa al son del temas como El Dorado también de la nueva placa de la banda, tratando de matizar con temas como el mencionado Two minutes to Midnight, del disco Powerslave de 1984.
Con el pasar de los años y el tiempo acumulado en la ruta que tiene esta banda, llama la atención la potencia que Bruce Dickinson demuestra al frente saltando, gritando y no perdiendo por ningún momento la afinación en cada nota que entonaba. La edad más que envejecerlos, los hace más sabios y más expertos al mando de un show rápido, movido y que no deja tiempo al simple titubeo.
Siguen temas como Coming Home, Dance Of Death, The Trooper y The Wickerman mostrando la intensidad con que la banda toca de la misma manera temas antiguos y nuevos. Dentro de las pocas intervenciones de Dickinson hasta el momento hubo implícito en el ambiente lo gratificados que se sentían los fans por ver finalmente a una banda de Heavy Metal en el Estadio Nacional, cosa que no había pasado nunca antes en nuestro país y más encima cuando esa banda es específicamente Maiden, quienes en 1992 fueron censurados por el oscurantismo de cierto sector de la Iglesia Católica, quien los tildó de satánicos simplemente por tener entre varias de sus letras el nombre de Lucifer en persona. Por esto, había un ambiente parecido a la libertad y en donde los metaleros se sentían parte de un país que les había botado recitales por motivos tan puritanos como son que una Iglesia encuentre malo “para la juventud” este tipo de música.
Siguieron temas como Blood Brothers del álbum Brave New World del 2000, que marca la vuelta del guitarrista Adrian Smith y Bruce Dickinson a la banda para así convertirla en un sexteto, tema que fue precidido por un pequeño homenaje al pueblo japonés que está viviendo la tragedia del terremoto.
El concierto siguió luego con otros temas como When the Wild Wind Blows, The Evil That Men Do– donde apareció un Eddie que robaba guitarras y tocaba-, The Talisman hasta que llegó la fracción final con temas de la envergadura de Fear of the Dark, Iron Maiden, The Number of the Beast, Hallowed Be Thy Name y finalmente Running Free.
El set list dejó a muchos de los legendarios fans de la banda con gusto a poco, por el hecho de que la banda incurrió en el grave error según ellos de no escarbar en más clásicos y poner alguna “joyita”. Por el contrario, la banda centró su recital en los últimos temas y en lo que podríamos llamar “los nuevos clásicos” que son de once años atrás. Esto, como es evidente, cansa a los más antiguos fanáticos, pero por otro lado demuestra que la banda inglesa tiene aún nuevo material que mostrar y que trata, aunque sea en apariencia, no vivir de los recuerdos, sino del presente y de lo que habrá en el futuro.
// Fotos: Emilia Aguilera