Jamiroquai: el regreso del búfalo

por · Febrero de 2013

Repaso de la noche negra de Los Amigos Invisibles, Kool and The Gang y Jamiroquai en el Movistar Arena.

Publicidad

Soy fanática de Jamiroquai desde los 16 años, por eso su tercera visita a Chile me llenaba de expectativas. En 2011 había ido con mi mejor amiga a ver a Jay kay. Después de la universidad nos pegamos un plantón de 3 horas y un poco más. Íbamos a cancha. Alucinamos con lo que sería el show, si tocaría “Virtual insanity” o no, si saldría con uno de sus característicos sombreros o no.

Ese último viernes de abril de 2011 todo se cumplió. Y las dos fanáticas se fueron felices por el show que vieron. El domingo 17 de febrero pasado, en el mismo lugar –Movistar Arena– y a la misma hora, solo que esta vez fui sin mi amiga, estuve en la octava fila, cerquísima del escenario y fijándome en cómo tocaría la banda, si cumpliría con el show y averiguar si el hecho de tener como teloneros a una legendaria banda neoyorkina, Kool & The Gang, sería revivir su sonido funky de antaño.

Así es como partió mi viaje, mi encuentro, dos años después, con mi banda preferida. Y como todo viaje contó con paradas, la fiesta funk que ofreció el evento Colors Night Lights el pasado domingo, tuvo tres. La primera estuvo a cargo de la banda venezolana Los Amigos Invisibles. El sexteto, en su repertorio, presentó “La más linda”, el primer single de su nuevo álbum Repeat after me. En tanto su vocalista, Julio “Chulius” Briceño, se encargaba de calentar motores para lo que vendría después. «Estamos muy orgullosos de estar acá, junto a Jamiroquai y Kool & The Gang», comentó mientras acomodaba sus lentes blancos.

A las 19:20 horas, mientras alistaban los instrumentos para el show de los legendarios Kool & The Gang, ocurrió algo que sirvió para amenizar la espera. Un tipo subió al escenario, micrófono en mano y dijo las tres palabras que la mayoría de las mujeres espera escuchar alguna vez en su vida: «¿te quieres casar conmigo?» Las luces y miradas se dirigieron a la sorprendida mujer, que respondió con un sí. Los aplausos, y risas, no tardaron en llegar.

Comenzó la segunda etapa del viaje. Se apagaron las luces y salieron a escena los neoyorkinos que animaron a los 16 mil asistentes en el Movistar Arena, los legendarios Kool & The Gang. “Los vamos a llevar por un viaje por los años 70” invitó uno de los músicos de la agrupación activa desde 1964. Así fue. Hits tras hits, hombres y mujeres de diferentes edades bailaban canciones como “Jungle Boogie”, “Ladies Night”, “Open Sesame”, “Hollywood Swinging”, “Get Down on It” y la infaltable “Joanna”. Con camisas brillantes y de animal print, animaron al público que respondía de inmediato a lo que pedían. Supieron darle en el gusto a los fanáticos, a pesar del vacío enorme que dejó su voz histórica, James “JT” Taylor, retirado definitivamente el 2001.

21 horas en punto y se bajó el telón. Venía el plato fuerte.

Media hora después, la agrupación británica a cargo del siempre carismático Jay Kay salió a escena interpretando “Twenty Zero Zone”. Con un sombrero negro, pantalones azules, zapatillas fosforescentes y luciendo un abrigador chaleco, para esta época del año, Jay Kay demostró su talento como bailarín en cada interpretación en las casi dos horas de show.

El 27 de abril del 2011, en el mismo reciento, Jay Kay se quejaba y demostraba su malestar por los constantes acoples y fallas en el sonido. Esta vez pasó lo mismo. Sonaban “Alright” y posteriormente, “High Times” y los acoples denotaban la molestia del británico. Gestos más, gestos menos. Como buen inglés, no tardó en hacerlos notar.

Después de Brasil, Paraguay y Argentina, Chile es el cuarto país que la banda visita en su recorrido por Sudamérica. Y un agradecido público no paró de corear en ningún momento. “Canned heat”, “Little L”, “Runaway”, acompañadas de una versión brasileña de “Talullah” y la infaltable “Cosmic Girl”, terminaron por entusiasmar a los asistentes. Jay Kay lo hizo por su parte, gracias a sus excéntricos bailes.

Dos sorbos de agua sin gas. Fondo azul, luces oscuras y la banda daba inicio a una impecable versión acústica de “Love Foolosophy”. Empezaba a cerrar el show. Así lo entendían los fanáticos. Terminó “Deeper Underground” y las luces se apagaron. Pero sus seguidores querían más. Pidieron, se hicieron escuchar. Y los músicos así lo entendieron. Con una bandera chilena cubriendo el pedestal del micrófono, Jay Kay subió, por última vez, al escenario para despedirse de Santiago al ritmo de “White Knuckle Ride”. Se prendieron las luces y los fanáticos entendieron que no había más. Que la tercera visita a Chile de Jamiroquai llegaba a su fin. Al subir las escaleras para poder salir me quedo con la sensación que Jamiroquai, a pesar de tocar sin Stuart Zender –el virtuoso bajista que se hizo parte de las primeras tres producciones de la banda–, logra suplir la falta. Ofreciendo un espectáculo grato, amigable, con una energía que solo el británico saber llenar sobre los escenarios con sus gorros, vestuarios y movimientos excéntricos y llenos de energía que le permiten correr de un lado a otro.

Todo indica que hay Jamiroquai para rato. Se tomen, meses o años de receso, sonarán igual, en Chile o en la China. Eso, lo pude corroborar el domingo: el power, el carisma y la simpatía de un músico, se puede traspasar a través de canciones, de frases y de gestos como besar la bandera de nuestro país, Chile, antes de colgarla sobre el pedestal del micrófono. Por eso es que el búfalo y sus acordes funk están más vivos que siempre. Jamiroquai se encargó de ratificarlo y transmitirle eso a la fanaticada chilena y extranjera que estuvo en la tercera vez de la banda en nuestro país.

Jamiroquai: el regreso del búfalo

Sobre el autor:

Stephanie Arellano (@steph_arellano)

Comentarios