La noche pegajosa
21.25 en digital, «buenas noches», el mar de teléfonos y sus cámaras apunta a Cristóbal Briceño que ahora está de espaldas para dar una señal al resto de la banda. Suena “Salto alto” y en algún momento se mezcla una letra de Prince Royce. «Y el corazón no tiene cara/ y te prometo que lo nuestro nunca va a terminar». Justo a un costado no dejan de pasar los recorridos 406, 109 y 210, en una Quinta Normal calurosa, con media explanada más de gente que en la primera fecha de MFest a cargo de Jiminelson y Fernando Milagros. Los que tocan son los Ases Falsos, que podríamos definir como la banda chilena que se comió el 2012, aunque, en realidad, este sea un título tan pobre como confuso. Ases Falsos, que alguna vez fueron los Fother Muckers hasta que se aburrieron y se decidieron por un borrón y cuenta nueva, puede que se dediquen a calcar su disco Juventud americana (2012) en el en vivo y así empieza todo. “La sinceridad del cosmos”, “Pacífico” («a quién le importe, acabamos de grabar el video»), “Europa” («devuélvannos el oro/ devuélvannos a Messi») y “Aguanieve”, se suceden. Una literatura emo lista para convertirse en pedazos de nuestras vidas, un pop perfecto para memorizar y cantar como en una misa. Eso se nota acá, en Matucana 100: la gente canta, el show arranca de veras, Simón Sánchez y Martín del Real acompañan en los coros, Briceño salta y parece quebrarse cada vez que grita. Algo pasa acá, muy pocos están callados y una mayoría corea estos temas que todos parecemos conocer como si se tratase de una memoria genética. «Les retribuiremos con un poquito de nostalgia. El menú de Tevito presenta: “2022”» presenta el cantante. El ambiente es pegajoso, pero las parejas se abrazan y de pronto lo vulnerable se rompe con “Explorador”, otra del Justo y necesario (2008) de su antigua banda, cuando eran el relleno de programas de cable, riéndose del playback mientras aparecían al aire, cuando recién amasaban a una fanaticada que podía repetirse en lugares tan distantes como la SCD de Vespucio, La Batuta de Ñuñoa, la Sala Master de Providencia o el Papagayos de Alameda. Siguen “Manantial”, “La flor del jazmín”, “Misterios del Perú”, “Venir es fácil”, “Séptimo cielo”. Ahora hacen debutar una canción y Briceño da algunas instrucciones: «Vamos a tocar una canción nueva y quiero tocarla bien afinada, porque la primera canción que tocamos del Juventud americana fue “Salto alto”, fue hace un par de años en La Batuta y tocamos como la corneta y el video tiene muchas visitas en youtube y un video en youtube no se puede borrar. Pueden empezar a grabar ahora». Se llama “Búscate un lugar para ensayar” y la letra dice: «dale, cámbiame la cara/ no te tengas pena/ ordena tus ideas/ búscate un lugar para ensayar». Justo una hora después de iniciado este concierto los Ases Falsos cierran con “Fuerza especial”, con Briceño arrodillado frente al amplificador y el aplauso cerrado.
22:59 y sigue haciendo calor. Nadie parece moverse y aparece Federico Dannemann, el mismo que a los 16 años tocaba los solos de La Rue Morgue y que pasó por la banda de Pedro Aznar hasta grabar las guitarras del Cripta y vida (2011) de Pedropiedra y no bajarse más del escenario. «Dios está en mí/ y el diablo está en mí/ librando un combate a muerte» canta Pedro Subercaseaux, que es Pedropiedra y que cuando no está iluminado por los focos de MFest hace las baterías en la banda de Jorge González o con 31 minutos. Suena “El ring” y después “Forever young”, una letra que es una broma, como buena parte de su cosecha al frente de discos tan recordables como los de CHC. “Las niñas quieren verse bien”, “Sol mayor”. Es curiosa la vida de estas canciones de su primer disco, algo bueno que salió de un fracaso, cuando el músico se embarcó en la misión de conseguir un contrato discográfico para CHC en México y terminó grabando demos y recibiendo grandes ofertas y ganándose grandes enemigos para luego editar su disco debut como Pedropiedra de manera independiente. Un disco pegajoso, pop de frentón, con tantos timbres y colores de producción que le dieron otro aire a la escena local. De repente Claudio Rubio hace los saxos en “Occidental” y la explanada se mece como al ritmo de la guitarra de palo que el cantante alterna con un teclado y arriba no hay nubes y Santiago todavía no se enfría como de costumbre y parece que esta banda que es una generación mayor que la de los Ases Falsos suena tan bien y ahora algo nuevo que se llama “Carteles gigantes” y pasan “Al vacío”, “Con razón” y “Obrero mundial” en clave de reggae para que todos griten al mismo tiempo: «presidente rima con cerdo» y a espantar el frenesí con la calma de “De quien” y hasta las penas con “Vacaciones en el más allá” y uno mismo hace los coros que grabó Jorge González para “Si somos salvajes” hasta que esta segunda noche cierra con el comienzo de todo en esta discografía de alma pop y ropa rara: “Inteligencia dormida”.
// Fotos: Claudia Valenzuela.