Scream Queens es obscena, venenosa y moralmente repudiable, como todos los escándalos de la clase dirigente nacional en lo que va del año. Pero en la nueva serie del tándem Ryan Murphy/Brad Falchuk el foco está puesto en las nuevas generaciones, que superan en corrupción y decadencia a sus antecesores.
Resulta casi imposible de pensar, pero si se mezcla el ADN de la generación perdida de Menos que cero —de Bret Easton Ellis— con los baños de sangre de la saga Martes 13 y la agudeza social de Chicas pesadas, se daría este malvado fruto como resultado, Scream Queens, el cual vuelve a comprobar que la técnica del collage y el What if funciona con éxito en la industria del entretenimiento norteamericana. Cuándo nos va a tocar a nosotros, es la interrogante.
La historia transmitida por el canal Fox, es apenas una excusa para mirar desde la sátira y el terror, los vicios y mezquindades de las castas de poder antes de acceder a puestos de operaciones y marketing. Una versión más ligera pero no menos corrosiva de House of Cards y su trastienda del lobby y las alianzas del establishment. En esta propuesta de los creadores de Nip/Tuck, Glee y American Horror Story, la decana de la Universidad Wallace, Cathy Munsch (Jamie Lee Curtis), le declara la guerra a la líder de la fraternidad Kappa Kappa Tau, Chanel Oberlin (Emma Roberts), quien lleva la frialdad y el capricho a niveles superlativos. Ella y sus aliadas, «Las Chanels», son un grupúsculo maldito demasiado satisfechas de sí mismas, demasiado emborrachadas de tanto acceso ilimitado al mercado del lujo y al tráfico de influencias. Son ferozmente clasistas, indolentes sin culpa y asombrosamente pérfidas. Sus conversaciones son tan impresentables que se vuelven deliciosas bacanales verbales de vanidad y desenfreno. Sobrepobladas de trivia y datos duros de la cultura pop más americana posible, más que la Coca-Cola.
La intriga en torno al asesino enmascarado y al secreto sobre una antigua integrante de la misma fraternidad —quien apareció muerta luego de tener a su hijo oculta en el baño—, poca trascendencia tiene. Volvamos al punto que nos trajo hasta acá: en Scream Queens están los aciertos que no tuvo la deslavada versión televisiva de Scream. El terror hoy, en 2015, no está puesto en un psicópata con disfraz y machete acosando víctimas menores de edad. Está claro, después de los estallidos públicos de Penta, Caval y SQM que el miedo —al menos para nosotros— ha encontrado su acomodo en un traje Ermenegildo Zegna o en una cartera Prada, con oficinas en Isidora Goyenechea y after office en los salones del Club de la Unión. El miedo a morir dolorosamente es atávico, nada contra lo que se pueda luchar. Pero el espanto de comprobar que para nosotros ya no se puede creer en nadie, y en el caso de la serie, en que las camadas venideras no ofrecen ninguna esperanza, hacen que el espectador siempre esté de parte del mercenario serial que quiere probar el filo de sus cuchillos sobre las pieles de estas malcriadas. Como un ángel redentor a tanta infamia.
Pero tampoco hay certidumbre en quienes están debajo de Chanel Oberlin, de que quieran revertir el statuo quo fascistón de ésta. La decana ha otorgado carta abierta a que todas las marginadas sociales a los ojos de Chanel puedan habitar su feudo tallado a mano. En este grupo asoma la desmejorada Hester Ulrich (Lea Michele), quien no busca ni igualdad ni venganza. Busca ser igual o peor que la propia dueña de casa. Como toda una raza de especies que ya no tiene ideales de nobleza, sino que de admiración ciega por la cultura de las celebridades y las redes sociales como dogmáticas sagradas escrituras.
Entonces todos merecen morir, no hay que apostar por las castas ni por los discursos compasivos de superación, sino por los líderes hechos a sí mismos conscientes del valor de la meritocracia y del trabajo bien hecho. Como la única salida efectiva al horror de la dominación de los sospechosos de siempre, esos mismos que piden anémicas disculpas escritas por algún asesor poco convincente.
En Chile el horror, la risa y el desconcierto eligieron quedarse a vivir hace mucho tiempo, Scream Queens podría ser una seria desarrollada por creativos locales, pero no. Es solo mera e inquietante coincidencia que se parezca tanto a nuestra realidad.