La teletón sin el halcón

por · Diciembre de 2011

La teletón sin el halcón

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Día 1

Salir a la aventura para adentrarse en el bosque, confundirse en su maraña, indiferenciarse en su materia. La salida del caballero cortesano es una apertura al mundo”, escribe Victoria Cirlot en Figuras del destino, su ensayo sobre la novela artúrica. Este viernes 2 de diciembre, a las 8:30 PM, se inicia la aventura que he esperado toda mi vida. Camino con paso firme hacia mi destino: el teatro Teletón.

Luego de sortear numerosas dificultades, consigo acceder al recinto. De reojo observo un grupo de mujeres con poleras negras detrás de las rejas. La aparicición de Kenita Larraín, embutida en un vestido rojo brillante, me enceguece. Me dirijo tambaleando al patio de comidas. Pido un café, que pensaba que había que pagar, y de puro nerviosismo lo derramo.
Camino sin dirección hasta que encuentro a Carolina de Moras atendiendo con su natural simpatía y encomiable paciencia a los periodistas. Las mujeres de negro consiguieron pasar, y se acercan para tomarse una foto con ella. En sus poleras y en sus jockeys llevan estampada la imagen de Felipe Camiroaga.

Les pregunto cómo se sienten, cómo se han preparado para esta primera Teletón sin Felipe. “Con estar aquí a la entradita ya es un paso. Ojalá pudiéramos estar en el homenaje de él adentro”. Llegaron a las 3 de la tarde y al menos las dejaron quedarse a la entrada del teatro. Se han esforzado mucho. “Es que él se merece eso y mucho más. Él está acá con nosotros”. Junto a ellas hay un joven discapacitado vestido de militar. “Para mí es una Teletón especial sin el General de Pelotón”. Recuerda que Felipe siempre lo saludaba y le daba fuerza. “Era un tipo alegre, risueño, muy cercano, y personas así hay pocas”.

Pocos minutos después, entro corriendo junto a los amigos de la prensa para sentarme en el estudio. Con el primer testimonio y el primer discurso de Don Francisco comienza oficialmente la Teletón. Casi me desbordo de emoción cuando entran todos las figuras de los canales al escenario: es una sobredosis de rostros. En ese estado de fragilidad escucho a un coro de oficinistas cantando “Ángel para un final” en memoria de Camiroaga, y me hundo aún más cuando una voz en off lee los versos de Gonzalo Rojas que tanto le gustaban. Entonces entra la niña símbolo sumándose al coro. Don Francisco hace un contacto en directo con Felipe y se suceden las imágenes de sus participaciones en las anteriores cruzadas.

Cuando el homenaje termina el público se pone de pie. Yo también me paro y con mi gesto lidero a los demás periodistas para que hagan lo mismo. Vivo este momento de realidad con una intensidad indescriptible. Recuerdo las sabias palabras del místico sufí Najmoddîn Kobrâ: “Ocurre que contemplas con tus ojos aquello de lo que no tenías todavía más que un conocimiento teórico por la mente”. Intento captar el momento con todas las técnicas literarias y tecnológicas de las que dispongo, pero sufro por no poder mirar, escribir, tomar fotos, filmar, aplaudir y llorar al mismo tiempo.

Durante los comerciales Don Francisco baja a saludar a Piñera. Hinzpeter se da vuelta al público esperando que alguien lo salude. A la vuelta, y tras el discurso de Piñera, entra Kramer como el negro Piñera. El espectáculo cumple el mismo rol que la obra teatral representada en Hamlet. El juego de espejos se complejiza cuando, en un video, aparece Kramer imitando al propio Piñera y acusando al real de ser Kramer. Finalmente, aparece otro negro Piñera, que no alcanzo a distinguir si es el original o su triple.

A continuación entran Rafael Araneda, que parece un muñeco de cera, y Karen Doggenweiler, ligeramente hinchada pero menos que Diana Bolocco, para presentar a los telefonistas. Se destacan la hermosa Perla, Dominique Gallego, y un conductor juvenil cuyo nombre se parece a Jean-Louis Trintignant. Me alegra particularmente la participación de mi querida Matilda Svenson en representación de Telecanal. No es mucho lo que hacen, con suerte deben estar revisando su Facebook. Más adelante, para uno de los cómputos, se ponen a saltar enfervorizados, exceptuando a Perla, la única interesada en trabajar y contestar los llamados.

Continúan los testimonios, los números artísticos, los discursos, y nos sentamos y nos paramos como si estuviéramos en misa. Por momentos parece que los sentimientos fueran a automatizarse, como si viniera un bajón y entrarámos en una planicie emotiva. Pero una y otra vez vuelve el carrusel. Una colega de tumedio.cl me comenta que muchos han comenzado a retuitear lo que @halconmatinal escribió hace 12 meses: “llego el dia,todos con la teleton,con animo y alegria,vamoooooos chile”.

Cuando se van los ministros corro para conseguir alguna declaración. Primero intento con Hinzpeter, pero me interrumpe mi amigo Javierito llamándome por teléfono. Al igual que todos los años, su gata (la señora K) fue a donar todas las monedas de 1 y 5 pesos que reunió. Se queja amargamente porque, a pesar de que donó un 300% más que el año pasado, ni la pescaron en la oficina del banco.

Después me acerco a Longueira, mientras un periodista de Radio Santiago le está preguntando qué piensa de aquellos medios que critican a la Teletón. Le pregunto que por qué le había preguntado eso. “Yo, como periodista, creo en la libertad de expresión. Pero también soy padre, y tengo un hijo precisamente en el instituto Teletón. Son tratamientos muy costosos y la Fundación nos ha ayudado bastante. Nuestro hijo se ha rehabilitado, entonces uno ve que para eso los fondos son realmente necesarios”. Soy un idiota. Me voy.

De todos modos, sigo con la sensibilidad a flor de piel. Llego tarde y absolutamente hiperventilado al cumpleaños del gran Pato Urzúa, donde algunos amigos me reciben con jolgorio. Les cuento atropelladamente mis experiencias. Mi adorada Marcela me dice que, si voy a citar lo de Hamlet, debería terminar esta nota con la frase “Todo lo demás es silencio”. Pancho Ortega se ríe cuando digo muy solemnemente que el homenaje a Camiroaga me pareció emocionante. Álvaro Bisama me dice que ahora soy Teletín.

Día 2

En estas pocas horas siento que he madurado lo que no maduré en los últimos años. Vuelvo al teatro en la tarde, y camino con aplomo, saludando a todo el mundo. Me encuentro con un amigo maquillador, que acaba de estar en el partido de fútbol entre políticos y famosos. Me confidencia que Junior Playboy le pidió maquillarse para jugar.

En el interior está comenzando la “Talentón“, aunque por error escuché “Calentón”. Estar aquí es como ver lo mismo por la tele pero multiplicado por diez: la ansiedad, el nerviosismo, el aburrimiento. Se repiten una y otra vez las pifias en la transmisión, los enlaces con regiones no se concretan, los micrófonos siempre se encienden tarde, como si llegara apenas el delay fantasmático de la voz real.

Me encuentro nuevamente con mis amigas, Las Halconas de Felipe. Están al borde del escenario porque quieren subir a hacer su donación, pero no las dejan. Su aporte es de $260.000 y lo reunieron entre todas, incluyendo las de provincia. Ayer no pudieron entrar al estudio para su homenaje. Les pregunto qué les pareció el homenaje. “Fue bonito pero corto”. Sí, yo también pensé lo mismo. “A Felipe lo amamos y lo vamos a recordar siempre. Siempre lo llevamos en nuestro corazón. Nunca lo vamos a olvidar”.

Mientras tanto, Rafael Araneda conduce un testimonio. Todos piensan que es el heredero natural de Don Francisco. Diana Bolocco está muy sensible porque está en un estado “especial”. Pilar Sordo insiste en bailar. Es impresionante cómo, por lejos, los más dignos, los más atinados, los únicos sensatos, son los niños de la Teletón. Yo soy indigno, me la paso haciendo pucheros, y ya ni se me ocurren citas literarias para expresar lo que siento.

Hacia el final de esta jornada me acerco nuevamente a las Halconas, que no podrán salir al aire. Están indignadas. “Parece que ya se olvidaron de Camiroaga. ¿Por qué son así?”. “Estábamos pidiendo sólo un minuto. Ayer decían que Felipe había sido importante para la Teletón, pero parece que no”. “Fue falso el llanto que le hicieron a Felipe”. Las Halconas de Felipe son un grupo de choque. Se preparan para ir con todo a la entrega de El Copihue de Oro y apoyar la candidatura póstuma de Camiroaga. Incluso han considerado no donar a la Teletón la plata que reunieron, porque preferirían darla al jardín infantil de Villa Alegre que Felipe había apadrinado, “Petetín”.

Ahora toca el último testimonio, a cargo de José Emilio, quien además de haberse rehabilitado gracias a la Teletón, es poeta. “La poesía para mí son como unos telegramas que me envía el corazón”. En el video también dice: “La vida, Don Francisco, es linda”. Don Francisco dice que no tiene nada que decir, y deja hablar a José Emilio. Cuando termina, Don Francisco dice que con eso está todo dicho. Todo lo demás es silencio.

// Felipe Cussen es investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile.

La teletón sin el halcón

Sobre el autor:

Felipe Cussen (@felipecussen) es investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la USACH y co-autor de Mil versos chilenos y Opinología, entre otras publicaciones.

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