La traducción como una forma de leer intensamente

por · Enero de 2023

Tomando su propia experiencia de traductora de Roland Barthes, Kate Briggs vincula varias historias sobre la traducción literaria en Este pequeño arte (Roneo, 2022). El escritor costarricense-puertorriqueño Carlos Fonseca (actualmente profesor en la Universidad de Cambridge y autor de tres novelas) considera que es un homenaje al impulso vital del lector por comprometerse con el placer del texto en el nivel más básico del lenguaje.

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Por: Carlos Fonseca. Traducción: Patricio Tapia

A menudo, mientras leo un libro, me invade el deseo de traducir el texto. Ya sea que esté escrito en mi lengua materna o en una extranjera, me siento tentado a reescribirlo en mi propio idioma privado. Esto es, de alguna manera, un movimiento dentro del lenguaje mismo, que dirige el texto hacia mí como lector. Este impulso yace en el corazón del inspirador Este pequeño arte de Kate Briggs. Briggs profundiza en su experiencia al traducir La Préparation du roman de Roland Barthes para ofrecernos un relato conmovedor de lo que podría ser esta compulsión de traducir. Ella lo compara elegantemente con las acciones del deportista aeróbico apasionado pero amateur que se despierta todas las mañanas para asistir a su clase de baile simplemente por el placer de imitar enérgicamente los gestos de los demás. Esta reivindicación de la figura del traductor amateur deja entrever que toda traducción es un acto de deseo incontrolable, un gesto juguetón que nos saluda en un nivel fundamental: el atractivo del texto. Como ya había esbozado Barthes en su autobiografía, el amateur —que viene del latín amator, o amante— es quien, en oposición al profesional, verdaderamente se entrega al placer de su oficio.

Fiel a esta intuición, Este pequeño arte se lee como un jubiloso homenaje a ese impulso vital que marca el intento del lector de comprometerse con el placer del texto en el nivel más básico del lenguaje, un deleite que se deriva de las minucias del desarrollo de la escritura, el alegría de ver a la vez cuán contingente es el lenguaje y, sin embargo, cuán absolutamente necesario parece en las obras de los escritores y sus traductores: Thomas Mann y su traductora Helen Lowe-Porter, André Gide y su traductora Dorothy Bussy, Roland Barthes y la propia Kate Briggs. Es quizá la historia de esta última asociación la que contiene la llave que abre el encanto secreto de este singular libro, ya que Este pequeño arte trata tanto del difunto Barthes como de la traducción. Como los dos ejemplos que ofrece —el del investigador que lee los 1.500 libros que se dice que Flaubert leyó para escribir Bouvard et Pécuchet, y el del lector que subraya cada línea de un libro como si todo fuera importante—, Briggs ha escrito un testimonio sobre la posibilidad de leer un texto con tanta intensidad que uno se siente tentado a recrearlo. Este proyecto utópico, cuyos contornos imitan el del enigmático Pierre Menard de Borges, acaba esbozando un hermoso homenaje al difunto Barthes, quien, en ese último proyecto suyo, quizá más claramente que nadie, entendió que toda escritura brota de un deseo de reproducir en nuestros idiomas privados el aprecio que sentimos hacia la obra de otros. Al hacerlo así, Este pequeño arte hereda su deseo insatisfecho de escribir una novela y traza a su alrededor un argumento convincente para el arte de la traducción: que toda escritura es, en cierto modo, traducción.

Artículo aparecido en la revista Bomb 4-1-2018. Se traduce con autorización de su autor.

La traducción como una forma de leer intensamente

Sobre el autor:

PANIKO.cl (@paniko)

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