Las Argandoña: los problemas de la gente como uno

por · Octubre de 2012

Las Argandoña: los problemas de la gente como uno

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A ver, siendo honestos: ¿a quién no le ha pasado que va saliendo del canal y ocho pelagatos abraza-árboles-comepastos te empiezan a encarar que usaste una estola de zorro? ¿A quién no le ha tocado que llegue un montón de noteros ignorantes a hacerte preguntas lesas?

A mí me pasa todos los días, por eso me identifico tanto con el programa de las Raqueles, donde lo más complejo que hay que hacer es ganarse la plata y quejarse. Quejarse mucho.

Porque este reality es sobre saber alegar de la nada, es tener problemas normales y creer que son de lo más terribles. ¿O acaso usted no creía que Raquel Argandoña se pierde cuando anda en auto y baja el vidrio para pedir direcciones? ¿Sabía acaso que Raquel Calderón se mete a Facebook a ver si hay protestas? ¿Sabía que hay un perro que se llama Nico y que es una rata patética? Probablemente no.

Lo que usted sí sabía es que el programa costó una brutalidad, que marca poco rating, que es uno de los indicadores de que la dictadura sigue viva y que es, como dijo Copano, el mejor ejemplo de que todavía podemos elegir qué ver.

Pero claro, todos pueden equivocarse, podemos juzgar demasiado temprano al que, quizás, sea el “docureality” (el término más cursi y pobre de mente para darle importancia a un vulgar reality) más importante y trascendental de la historia de la televisión.

Pero no. Es malo, es fome, es tonto. Solo muestra los problemas de los “LGCU” (la gente como uno), que viven de Tobalaba para arriba y que sus mayores problemas tienen que ver con saber usar los lujos. El resto, como buena costumbre cuica, es quejarse.

Pero en cuanto a lo preciso: no hay tensión, no hay momentos emotivos creíbles (o sea, cuando Raquel Argandoña llora, busca a su perro, eso ya se ha visto), algo que sí han tenido un programa similar de la misma estación, Los Méndez, a pesar de ser mucho más precario. Acá hay llanto fácil, una Kel mamona, una Raquel menopáusica, una señora que vive las fantasías del alzheimer, una nana mapuche y un perro que, por lejos, es el menos carismático en la historia de los realities.

Raquel Argandoña, uno de los tantos rostros que todavía genera sonrisas en el ala pinochetista, es el ejemplo de que la gente con plata también llora, también tiene problemas comunes, también pasea a su perro y que todos los demás, los que están para contemplar, son el problema. Usted, ciudadano corriente, debería agradecer que existe Raquel Argandoña y dejar de quejarse. Ella puede quejarse porque su vida es terrible, usted no. Ahora cállese, cómase un pan con margarina y vea esa toma “maravillosa” donde la cámara retrocede y muestra a la ‘Raca’ tomar once con su nana.

Al final, Las Argandoña es un fenómeno de twitter y no de la vida del chileno que anda en micro. Ah, lo mejor: llamó Pablo Schilling y era la voz de un duende. Un puto duende.

Las Argandoña: los problemas de la gente como uno

Sobre el autor:

Mariano Tacchi (@playeroycasual)

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