A cinco centímetros del suelo

por · Mayo de 2013

Crónica desde Gijón, en la séptima edición del Laboratorio de Electrónica Visual, el festival de electrónica avant-garde combinada con video-artistas contemporáneos.

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En su séptimo año de vida, el Laboratorio de Electrónica Visual demuestra que ha sabido encontrar su lugar en un panorama lleno de festivales. ¿Cómo lo ha conseguido? Gracias una fórmula única: electrónica avant-garde combinada con video-artistas contemporáneos. Una apuesta fuerte que explora los límites de la creación.

Todas las actividades del Festival se dan cita en La Laboral y en el Jardín Botánico. La Laboral es un complejo universitario construido en la época franquista y reconvertido en Ciudad de la Cultura en 2007. La riqueza arquitectónica del edificio y el encanto de los jardines se convierten en uno de los atractivos del evento. Sumémosle la ciudad de Gijón, ubicada entre el mar y los verdes montes asturianos, y de un tamaño perfecto para pasar el fin de semana.

La programación del viernes se centra en el Teatro y la Iglesia de La Laboral. Vamos a destacar el concierto de Tim Hecker, invisible en la total oscuridad en la que decidió presentar su electrónica abstracta y envolvente. El show de Oneohtrix Point Never, Daniel Lopatín, que supo conjugar a la perfección su sonido analógico e hipnótico con composiciones visuales cercanas al futurismo y al surrealismo.

También vimos al dúo industrial Raime, creadores de sensaciones de vacío con su electrónica gótica y pausada, acompañados con una de las mejores videoproyecciones del festival en slow motion.

De madrugada dejamos el ambient y las butacas del Teatro para ir al impresionante espacio de la Iglesia, templo de forma cilíndrica rematado por una cúpula, y de acústica muy singular. Allí vimos el directo Pole combinado con el de la artista visual Cristina Busto, basado en sombras y retroproyecciones captadas por pequeñas cámaras de vídeo. Pole, Stefan Betke es uno de los ingenieros de sonido más respetados de la música electrónica. Cuentan que rompió accidentalmente un filtro llamado Waldorf 4-Pole, y que los nuevos sonidos que surgieron sirvieron de base para sus primeros trabajos. Mezcla el dub, el acid y el glitch, tejiendo un entramado de texturas que convirtieron el recinto en una pista de baile.

El techno experimental, absorvente y pausado de Andy Stott cerró el primer día del festival y nos fuimos a dormir muy satisfechos.

El sábado arrancó en el Jardín Botánico a mediodía. Sol, naturaleza y el directo del español Dot Tape Dot que nos envolvió con su ambient delicado y sutil, hecho a base de instrumentos caseros, analógicos y hasta de juguete. Una maravilla para empezar el día relajados.

Después vimos a Pye Corner Audio que puso al público de pie con su música sintética y cósmica. Por último, el innovador John Roberts, house y techno para terminar bailando antes de irnos a comer.
Por la noche nos gustó el show de Evian Christ, con su ritmo áspero y profundo, y de graves aplastantes. El dúo Emptyset y el Vj J. Lemercier ofrecieron un show lleno de noise, bass y techno industrial desestructurado. Química perfecta entre imagen y sonido.

Buen sabor de boca dejó Kid606 con su actuación ecléctica y brutal, demostró porque es una promesa del género. Jon Hopkins presentó su último trabajo Immunity. Impresionante descarga de electrónica experimental y bailable. Arrollador.

Y para cerrar el L.E.V, uno de los artistas más esperados, el británico Clark. Su estilo meticuloso lo lleva a crear complejos beats. Golpeó duro, pero al mismo tiempo dejó lugar para sutilezas. Una mano de hierro envuelta en un guante de seda.

A punto de amanecer y esperando un taxi que nos lleve de regreso a la ciudad, vamos descendiendo poco a poco hasta tocar el suelo. Habrá que esperar hasta el próximo año para disfrutar de otro paseo por las fronteras del universo electrónico.

A cinco centímetros del suelo

Sobre el autor:

Luis Lattanzi

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