Los zombies están fatigados

por · Marzo de 2012

Crítica de la segunda temporada de The Walking Dead, o cómo perder la fe en una serie que te gusta.

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Perder la fe en una serie que te gusta, o comenzar a hacerlo o, al menos, planteártelo. Ponerse a revisar Twitter porque un capítulo se te hace eterno. Sentir tedio y rabia porque la gente a cargo del drama cree que puede descuidar la calidad de un episodio completo sólo para terminar de una manera impresionante el mismo. Algo así me ha pasado con la segunda temporada de The Walking Dead. Y duele un poco, algo.

(NdE: Spoiler alert!) Lo más simplista que podríamos decir es que ha sido irregular, a ratos fome y con momentos de notorio relleno. Aunque con el alto nivel de producción al que nos tiene acostumbrados: zombies asquerosos, aterradores, algunos tan icónicos que se convierten en clásicos inmediatos en nuestra cabeza (la escena de los zombies policías que le recuerda a Rick su relación con Shane). Una dualidad que conserva a la adaptación del popular cómic de Robert Kirkman como uno de los puntos más altos de la televisión actual, pero que a la vez lo vuelve peligroso porque deja otras cuestiones de lado.

Antes de seguir, para los que no saben, luego de la gran explosión en el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, en el final de la primera temporada, los sobrevivientes vuelven a la carretera en busca de un lugar donde establecerse. Una tragedia que involucra al hijo de Rick Grimes (Andrew Lincoln) los llevará a buscar refugio y ayuda en la granja de Hershel Greene (Scott Wilson).

Vamos por parte.

No le podemos pedir a The Walking Dead que sea una serie rápida. Finalmente, las series del canal AMC no lo son (Mad Men, The Killing, Breaking Bad, Hell on Wheels), porque apuestan a que la historia sea lo más importante (”Story matters here”). Que la acción poco a poco vaya creciendo con una trama contundente atrás, siempre.

Lo que si le podemos exigir al drama de AMC, es que te mantenga pegado a tu sillón, tenso, expectante a lo que venga. Atento a los zombies, agobiado por las difíciles relaciones humanas y la sobrevivencia en medio de un mundo apocalíptico.

Se me viene a la cabeza un episodio de la cuarta temporada de Breaking Bad llamado “Crawl Space”, en donde la tensión era tan agobiante, cuidada y perfecta que sentí una especie de alivio incómodo cuando terminó el capítulo. Exactamente de eso es lo que carece The Walking Dead.

Está bien. Es entendible que lo que rodea a la nueva temporada sea muy distinto a la primera tanda. Los sobrevivientes encontraron refugio en la granja de los Greene, existe un poco más de “esperanza” y el grupo parece tener estabilidad. Ahora, la tensión se traslada a la relación RickShane Walsh (Jon Bernthal) y cómo ésta se va descomponiendo, el trángulo amoroso con Lori Grimes (Sarah Wayne Callies), cómo cada uno tiene una visión distinta de lo que queda del mundo y la manera de proteger a los suyos. Tomar partido por uno de los dos para sobrevivir. Se viene el choque entre los dos, lo sabemos. Pero cuando la serie necesita decisiones (al estilo Breaking Bad, otra vez), personajes que se muevan y actúen, de nuevo el letargo y las situaciones notoriamente forzadas y largas.

Al parecer, tendremos que esperar hasta el season finale para tener acción.

Aunque, ojo, la segunda temporada ha tenido momentos que rozan la perfección y evitan que la serie se vaya al carajo: el disparo que recibe Carl Grimes (Chandler Riggs) cuando se acerca a mirar un ciervo, la búsqueda de Sophia por parte de Daryl Dixon (Norman Reedus), la locura (?) de Shane al sacrificar a Otis y el incidente del granero infestado de zombies en la granja de Hershel.

¿Qué es lo que falta entonces? Que los que quedaron a cargo de la serie tras la salida de Frank Darabont dejen de estirar el elástico y hagan que la historia se mueva. Que Rick Grimes despierte y se haga cargo de los suyos. Que Shane tenga su esperado descenlace según manda el cómic. Que personajes estúpidos e innecesarios como T-Dog (IronE Singleton) desaparezcan. En resumen: que los guionistas tengan más pelotas.

Adiós granja de Hershel, que venga la cárcel, Michonne y “el Gobernador”.

Los zombies están fatigados

Sobre el autor:

Javier Correa (@__javiercorrea) es periodista y coescribió «Nunca cumplimos 30. Una historia oral del Canal 2 Rock & Pop» (2018, @librosdementira).

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