Master of none, la serie de Aziz Ansari, va tan lejos que hace de cada episodio una golosina narrativa.
La segunda temporada de Master of None abre en blanco y negro. Este gesto podría considerarse “normal” ya en las series televisivas, puesto que lo hemos visto en algunas tales como Better call Saul, ambas de Netflix. Ahora bien, lo singular radica en que no solo el primer episodio se transmite en blanco y negro en su totalidad, con una cantidad considerable de guiños al cine italiano de posguerra, sino que cada episodio de esta temporada presenta un formato único.
Master of None es conmovedora y extrañamente cercana. Quizá por la sencillez con que actúa su protagonista Aziz Ansari, quizá por lo cotidiano de sus diálogos. El protagonista, nuevamente se encuentra, como la temporada pasada, dudando sobre qué paso tomar en su vida. ¿Con qué chica desea estar? ¿Qué trabajo lo satisface? ¿Dónde vivir? Tras pasar unos meses en un pequeño pueblo italiano, aprendiendo a cocinar pasta, Dev regresa a New York para terminar conduciendo un programa (más) de competencia en preparación de cupcakes.
Dev sigue sin saber muy bien qué hacer con su vida, pero allí está New York, como espacio en el que las casualidades invitan a nuevos encuentros y posibilidades de vida. Sin duda, el episodio sexto de la temporada, “New York, I Love You”, da cuenta de la creatividad en estado puro de esta temporada: ¿en qué otra serie se permitirían casi 5 minutos sin audio para narrar una escena de una chica sorda? O, por ejemplo, en otro episodio tenemos casi 5 minutos de Dev sentado en un Uber regresando a su casa, frustrado por su imposibilidad de conseguir una pareja.
Más aún, en esta temporada se le brinda el tiempo necesario para desarrollar paralelamente la historia de otros personajes. Conocemos más sobre Arnold y Denise, pero sobre todo nos asombramos con el padre de Brian Chang, quien debe decidir cuál de las dos mujeres con las que sale debe ser su pareja exclusiva. Así, la serie tiene momentos de fuga en los cuales el protagonista deja de importarnos, pero sin dejar de perder el tono entrañable.
Como sabemos, Netflix se ha convertido en un espacio potencial para contar historias que en otra cadena televisiva no sería posible dadas las restricciones creativas y de tiempo (uno de los episodios de Master of None dura casi 1 hora). Sin embargo, la serie de Aziz Ansari va aún más lejos y hace de cada episodio una golosina narrativa.