Por qué amamos a Regina Spektor

por · Abril de 2013

Hace una semana Regina Spektor hizo vibrar el Movistar Arena junto a la banda de su esposo, Only You. Acá la reseña de un concierto iluminado.

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Los melancólicos disfrutan las repeticiones. Por eso, en esta segunda ocasión, recibimos con brazos abiertos a Regina Spektor, aunque el Movistar Arena pareciera demasiado espacioso y frío para acoger las íntimas baladas de su último disco What we saw from the cheap seats. Pero nosotros éramos todo amor y candor, e hicimos lo posible para romper el hielo. Queríamos una entrega mutua y total; nos parecían incómodos los silencios al terminar cada canción, y entonces se escuchaban nuestros gritos de apoyo incondicional: «I love you Regina!», «¡Te toco el piano, Regina!». Y ella agradecía con su timidez de sonrisa bondadosa y hombros encorvados, hombros de migrante judía llena de aguante. Hija de la Perestroika, en los acordes de su piano, Moscú y Nueva York forman una armonía conmovedora. Por eso amamos a Regi y a sus arreglos eclécticos, sean ochenteros, folk, yiddish, punk o clásicos.

Los teloneros fueron Only Son, aunque en representación de Only Son solo estaba Jack Dishel, esposo de Regina Spektor, que enchufó su iPod a la mesa de sonido, para hacer sonar el acompañamiento de su conjunto. Un honesto playback. «I didn’t bring my band but I have my iPod», se excusó riendo. Nosotros también reímos, sobre todo por educación con nuestra Regi.

Respecto al repertorio, esperábamos algo de su album debut, pero nada, ni siquiera una versión nueva y arreglada, como hizo con “Don’t Leave Me (Ne Me Quitte Pas)”. Su idea fue presentar el nuevo álbum y aliñar con los singles de Far (2009) y Begin to Hope (2006). La verdad es que nos tuvo con el corazón apretado y cuando terminó la canción “The party”, mezcla de balada ingenua con marcha para desfiles, se nos hizo un nudo en la garganta al ver que se paraba del asiento y se despedía. Algunos pocos incrédulos se largaron de inmediato, pero la mayoría sabíamos que tenía que haber más. Entonces volvió sola al escenario y a capella cantó “Silly Eye-Color Generalization”. Su voz jugaba con la libertad de una niña traviesa, aprovechando un amplio rango tonal ganado en estudios de conservatorio. Acto seguido, entró el resto de la banda, baterista, violonchelista y tecladista, para tocar de corrido “Us”, “Hotel Song”, “Fidelity”, y “Samson”. Un final feliz para una noche iluminada, que compensa las mil noches oscuras noches de nuestros corazones rotos.

Por qué amamos a Regina Spektor

Sobre el autor:

Pascual Brodsky

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