Demandas, bloqueos y sospechosos “hackeos” tienen agonizando al sitio argentino más popular en Chile y la región. ¿Por qué es tan exitosa y qué viene ahora para la plataforma?
Cuevana.tv es una plataforma que ofrece en línea uno de los mayores catálogos de películas, series y otros contenidos audiovisuales, accesible en unos pocos clics, sin pagos previos ni largos tiempos de espera, al menos desde octubre de 2009.
El sitio argentino es tan popular (su tráfico registra 2.2 millones de visitas únicas al mes), que hace sólo unas semanas los responsables de la poderosa cadena del grupo Turner HBO en Argentina, lo demandaron por el uso de contenidos e infringir la Ley de Propiedad Intelectual.
Desde ese minuto, cuando los portales de Internet hicieron eco de la noticia y quisieron contactar al joven sanjuanino que creó el sitio de video on-demand más exitoso de Latinoamérica; Tomás Escobar, de veintidós años- quien creó Cuevana porque sabía que las series que quería ver estaban en Internet, pero era poco práctico el sistema para encontrarlas-, no apareció más. O al menos en la red.
Y, lo peor, Cuevana.tv ya no volvió a ser lo mismo.
Suena conocido: un sitio en Internet basado en conectar usuarios con contenidos, hecho por estudiantes universitarios y que, debido al repentino éxito y su masificación a la velocidad de una pandemia, se convierte en un peligro para las grandes corporaciones del entretenimiento.
En este caso, algunos gigantes de las comunicaciones como la estación trasandina Telefe (propiedad de Telefónica), hicieron público su deseo de demandar a Cuevana, luego de que sus abogados tuvieran una serie de reuniones con los del sitio y Escobar sin llegar a un acuerdo.
Finalmente, tras una serie de ataques a la estación televisiva en su Facebook, y luego de que Cuevana hiciera gala del gran argumento de este tipo de proyectos: “ser un indexador y no un almacenador de contenido pirata“, Telefe desistió de su acción judicial.
Victoria parcial: no habían alcanzado a secarse el sudor cuando, hace ya un mes, el sitio sufrió un duro revés al permanecer más de dos días fuera de servicio, víctima de un hackeo.
Dos días en negro para un sitio con 2.2 millones de visitas únicas al mes, debe ser lo más parecido a un terremoto en digital.
“Un usuario logró subir un link a un video, bastante gracioso por cierto, en el que dos encapuchados decían haber accedido a información privada de Cuevana, y las imágenes de la nueva versión del sitio. Ya dimos de baja el link. Desconozco qué los llevó a esto, pero sí me quedó claro, luego del episodio, que los principales perjudicados con estas acciones son los usuarios. Aquellos que dicen que no fue hackeo, tienen razón, los verdaderos hackers no hacen este tipo de cosas”, publicó Escobar explicando la situación, y aprovechando el momento para anunciar la #NuevaCuevana, interfaz recién estrenada que más de un dolor de cabeza le ha generado a los usuarios.
Ahora, ¿por qué Cuevana es tan peligroso para las grandes compañías de entretenimiento? Juan Pablo Tapia, director de Bowl, agencia encargada de estudios de reputación digital y gestora de comunidades para marcas y medios de comunicación, dice que, “a Cuevana, las otras compañías le tienen echado el ojo hace mucho tiempo. Las demandas y los resquicios legales los están buscando de manera de poder bajarlo. En el caso de Warner o HBO, se trata de una amenaza demasiado directa”.
El contenido que podemos encontrar en el sitio, aparte de estar bien desplegado, cumple con una máxima que servicios como Netflix (sitio bastante parecido a Cuevana, pero legal, pagado y con contenido mucho más antiguo) aún no logran: tener una variedad de oferta interesante.
¿Por qué nos encontramos con eso en Cuevana y no en servicios por pago que, por lógica, deberían ofrecer mejor calidad? Esa es la clave del portal argentino: su contenido lo administran los propios usuarios, que ya son más de 15 millones según ha declarado Escobar.
Las diferencias entre Cuevana y los sitios por pago van más allá de la legalidad de uno y otro, y ya podemos hablar de una verdadera competencia por un mercado. “Cuevana compite de igual a igual con Netflix, que el problema que tiene en su primer año (en Chile) es que tiene una oferta de contenidos muy baja, porque tiene que demostrar ante el mercado base, Estados Unidos, que tiene una cantidad de usuarios importante. Una vez que tiene esa base de usuarios, empiezan los proveedores de contenido a negociar con Netflix y aumenta el contenido, esa es una evaluación a la cual ellos se están exponiendo en Estados Unidos, que no tiene una gran variedad, y es la razón por la que se les critica en Chile: su contenido es pobre, pero eso pasa porque es el primer año, nada más”, dice Tapia.
—¿Cuál es entonces la ventaja de Cuevana?
—Los usuarios que aman la plataforma y suben contenido.
—¿Cuál es el modelo de negocios de Cuevana si compite con Netflix, entonces?
—Cuevana lo vende Adfunky, que es un broker de medios online latinoamericano. Tú ya puedes comprar un espacio en Cuevana y a ellos les entra plata por publicidad, que es el modelo básico de comercialización de un sitio web.
Para Francisco Vera, abogado y director de la ONG Derechos Digitales, el caso de Cuevana está estrictamente relacionado con la calidad y los cuestionamientos a su legalidad por parte de compañías que se ven afectadas por su existencia y, más todavía, su éxito en Internet:
“No está en entredicho el modelo de negocios de Cuevana, sino la legalidad del servicio. Creo que lo que queda en cuestión es la capacidad de la industria para entender por qué triunfa Cuevana y ellos no”.
La duda es entonces si se puede hablar de un modelo “social” de compartir contenidos, como en Cuevana, o derechamente de un negocio que a ojos de la ley no difiere mucho de lo que eran los videoclubs que arrendaban películas piratas en otras décadas, o incluso los grandes productores de piratería que lucran con el contenido protegido por derechos de autor.
Lo que le molesta a la industria del entretenimiento de portales como Cuevana, para Vera, es “que la verdadera guerra es entre productos bien hechos y productos deficientes. Lo que molesta es que Cuevana es un producto bien hecho que funciona al margen de ellos”, pero agrega que, aunque “la legalidad del servicio es sumamente dudosa, también la gente está dispuesta a pagar y respetar derechos de autor cuando se les ofrece un buen producto y precios razonables, lo que hoy en Latinoamérica no ocurre”.
Para Vera, “la prioridad debe ser entregar algo interesante al público y Cuevana no solamente innovó con lo que entrega en términos de catálogo, sino que en la manera de hacerlo, con una excelente interfaz, buen diseño, opciones de idioma, y cosas que servicios como Netflix no tienen”.
—¿Cómo crees que siga este culebrón en términos legales y de industria?
—Si la prioridad es resguardar los derechos de las obras, las cosas van a seguir tal como están, con una industria que se resiste a entregar productos interesantes y a tomar riesgos mientras ve languidecer sus ventas físicas.
Bloque a bloque
Ya lo dijo el director Álex de la Iglesia en los Goya 2011: “Internet no es el futuro sino el presente (…) ese público que hemos perdido, no va al cine porque está frente a la pantalla de un ordenador (…) Internet es, precisamente, la salvación de nuestro cine“.
Ahora que sabemos que la industria ve con recelo sitios como el de Escobar, cabe preguntarse: ¿está Cuevana en peligro? Existen precedentes de sitios que se basan en compartir links de material protegido por derechos de autor: hace un año, el sitio rojadirecta.org, que entrega enlaces a transmisiones en vivo de eventos deportivos- mayoritariamente partidos de fútbol-, vio caducado su dominio por las autoridades en Estados Unidos. De momento, nadie de Rojadirecta fue a prisión, pero el sitio tuvo que cambiar su dominio a uno correspondiente a España para evitar problemas (rojadirecta.es).
¿Qué pasará con Cuevana y su creador si la demanda de HBO fructifica? Vera, de Derechos Digitales, dice que “estamos frente a una demanda civil que se rige bajo las leyes argentinas. En rigor, Cuevana sí podría ser cerrado, y puede obligarse a los responsables a pagar indemnizaciones, pero no pueden ser condenados penalmente si no es en un juicio criminal”. O sea que Escobar y sus amigos cofundadores de Cuevana están expuestos a pagar multas, pero no arriesgarían prisión.
Respecto del futuro del sitio, el abogado Vera comenta que “es necesario analizar si Cuevana es solamente un buscador de series. Eso no sería muy diferente de Google, y por lo tanto no debería ser tratado distinto. Ahora bien, si analizamos la discusión en torno al caso, esta gira sobre más temas, como si la conducta de los administradores incluye o no subir también las series y películas, escenario que no amparan las leyes de propiedad intelectual vigentes”, dice.
Juan Pablo Tapia de Bowl es más drástico. “Yo creo que van a cerrar Cuevana, creo que lo van a bajar. Los proveedores de contenido son tan grandes, tan poderosos, y tienen los mejores abogados del mundo, que las amenazas son y serán tan fuertes que van a bajarlo, lo que no significa que muera Cuevana, ojo. Puede seguir existiendo con otro nombre, en otro espacio, con otros resquicios legales. Pueden matar a Cuevana, pero el formato no lo van a matar”, comenta.
Y en rigor Tapia tiene razón. Casos como el de Cuevana o el de Rojadirecta, por poner sólo algunos ejemplos, normalmente pueden tener un desenlace bueno o malo en términos jurídicos para los creadores, pero el camino que muestran hace que se levanten alternativas de igual o mejor calidad en el corto plazo.
Por ejemplo, cuando Napster fue cerrado y la batalla en la corte fue ganada por las multinacionales de discos llevando a la ruina económica a Shawn Fanning y Sean Parker, sus fundadores, comenzaron a popularizarse softwares iguales o superiores a Napster, como KaZaA o Ares, que luego evolucionaron a plataformas de audio on-demand como Soundcloud, Spotify o Grooveshark.
Entonces la comparación entre el software de P2P y la plataforma de streaming surge por antonomasia, como también sugiere esta crónica escrita por la periodista Anna Heim, en el portal thenewweb.com.
¿Podría ser Cuevana el nuevo Napster? En voz de Vera, de ONG Derechos Digitales, no: “Napster definió una nueva forma de compartir música y Cuevana lo que hizo fue popularizar en nuestra región el concepto de cine on-demand. Napster fue un servicio pionero en Internet que significó una revolución en la forma de consumir y compartir música”, dice marcando la frontera entre un producto y otro. “Cuevana es un proyecto muy bien ejecutado, pero como ya mencioné, con varios puntos legales dudosos”, afirma el abogado.
Para Tapia, al menos en términos de cómo es mirado por las grandes compañías dueñas de los contenidos, el invento argentino tiene mucho de Napster. “Cuevana es la historia de Internet. Una representación de la lógica ‘peer to peer’ que probablemente fue Napster uno de los primeros en potenciar”, afirma. ¿Qué es el “peer to peer” (P2P)? En palabras de Tapia “una lógica de compartir y consumir contenidos que se instaló y que Cuevana depuró tecnológicamente. Traen las películas que están en servidores de filesharing, como Megaupload, y los entregan en una interfaz súper buena”, comenta.
¿Qué inventaron Escobar y sus amigos entonces? “Lo que han hecho no es enseñarnos una nueva forma de compartir contenidos, sí una tecnología que está basada en contenidos que ya están disponibles. Cuevana nace por una necesidad de compartir contenidos online que no estaba cubierta”, afirma. Punto clave: una necesidad del mercado que no estaba siendo bien cubierta por los distribuidores tradicionales, como Netflix, iTunes o la industria del entretenimiento, fue tomada por asalto por un sitio que ofrece todo de forma gratuita.
—Juan Pablo, ¿Cuevana es un modelo “social” para compartir contenidos o un negocio millonario?
—Creo que es ambos. Un mercado nuevo en Internet se genera en base a un modelo social de participación de usuarios en el mismo sistema. Eso es lo que pasa con Cuevana. Lo que la hace potente son las personas que la usan, no la plataforma en sí. No creo que sea un ejemplo de modelo económico nuevo, creo que es un ejemplo de un modelo de consumo de contenido nuevo.
El papel de los proveedores de Internet
VTR, Entel, Telefónica y en general las grandes compañías proveedoras de Internet, en Chile y el mundo, limitan arbitrariamente la velocidad a sus clientes para acceder a sitios como YouTube o servicios de filesharing como Rapidshare, Fileserve o Megaupload. Justamente este último es el que le da vida a Cuevana, ya que en él está alojado casi completo el catálogo del sitio (sitios como Bitshare o Wupload aparecen intermitentemente asociados a Cuevana).
Esa es la fórmula de la plataforma: los usuarios suben el contenido (series y películas) a estos servicios de filesharing y luego Cuevana emula una descarga, a través de la instalación previa de un plug-in que corre en tu navegador de Internet, para reproducir el contenido en su sitio.
¿Dónde está metido el proveedor en todo esto? Muchas veces, al estar limitada la velocidad de las conexiones, los usuarios piensan que es Cuevana el que está con problemas de velocidad (cosa que también sucede, pero no en la carga de películas), siendo realmente el proveedor el que limita el acceso a la fuente del contenido a reproducir.
¿Qué tan verosímil es esto? “Es una realidad”, dice Juan Pablo Tapia. “Así como hay compañías que le dan más acceso a algunos medios, como por ejemplo los proveedores de Internet negocian directamente con medios con muchas visitas como lun.com, que tiene mucha cantidad de imágenes y es un sitio pesado técnicamente”, comenta Tapia. “Ellos negocian directamente con VTR, Movistar o con GTD para que los accesos a su página sean más rápidos para los usuarios. Es una realidad que los proveedores eligen a quién darle mayor o menor velocidad, y a Cuevana le dan menos”, afirma el experto.
En Chile, la empresa VTR ofrece dos servicios pagados de streaming similares a Cuevana: uno es Bazuca.com, empresa de arriendo de DVD que mutó en servicio de streaming también, luego de ser adquirida en 2006 por US$6. El otro es un convenio con Moviecity.com para que clientes de VTR puedan acceder al contenido del canal de forma on-demand vía streaming.
En Argentina, país de origen de Cuevana, Imagen Satelital (en particular I-Sat, también propiedad de Turner) solicitó una medida cautelar, “consistente en ordenar a los proveedores de servicios de valor agregado de Internet (ISP) que tomen las medidas pendientes para detectar cualquier pedido que un usuario realice a través del sitio web Cuevana.tv requiriendo ‘acceso a’ o ‘recepción’ de los contenidos de la propiedad intelectual de la actora correspondientes a las series ‘Bric’, ‘Falling Skies’ y ’26 personas para salvar el mundo’, e impedir que aquellos pedidos lleguen a sus destinatarios”.
Esto llevó a que el proveedor de Internet Telecentro Argentina bloqueara el acceso a Cuevana a todos sus clientes. Escobar y su equipo reaccionaron rápido y emitieron un comunicado “contra la censura” con el tag “#CensuranaCuevana”, que fue de los más populares en las redes sociales ese día a nivel global.
Telecentro revirtió la medida a las horas de haber bloqueado a Cuevana, pero la medida cautelar contra el sitio fue acogida por la justicia argentina y con Turner encima, dueño de una gran cantidad de señales que emiten contenidos disponibles en Cuevana, el panorama legal no es bueno.
Según Juan Pablo Tapia, “no sacan nada con atacar a Cuevana, porque así como ellos hay diez o veinte sitios de series y van a seguir apareciendo. No sacarán nada”.
Por estos días, el panorama de Cuevana es complicado.
Primero, enfrentan una crisis en su funcionamiento producto de lanzar su nueva interfaz, apurados por un “hackeo”. Además, no está operativo todo lo nuevo que iban a ofrecer. La demanda de HBO está en curso y, quizás como un signo, Escobar no se ha manifestado públicamente al respecto.
Por si fuera poco, Megaupload– el alma del sitio- cambió de interfaz y Cuevana estuvo horas sin operar la madrugada del 8 de diciembre. A la mañana siguiente se había actualizado el plug-in de Cuevana ahora compatible con la nueva versión del servidor de almacenamiento.
Quizás esto mismo sea la mejor muestra de que cada golpe que recibe Cuevana no logra derribarla del todo.
Tal vez las palabras que Tomás Escobar dijo al sitio argentino reportajes.com entreguen más luces sobre el futuro de la mayor innovación de Internet en Argentina desde la creación de Taringa: “queremos llegar a un acuerdo con las productoras, distribuidoras y dueños de contenido para generar un nuevo modelo de negocios que beneficie a todas las partes, incluyendo el usuario. Estamos trabajando para llegar a acuerdos con la industria, no queremos ir en contra de la misma”.