El regreso de My Chemical Romance o la reivindicación de los energúmenos

por · Mayo de 2022

¿Qué tuvo –o tiene– de distintiva una agrupación liderada por el inusitado Gerard Way, creador y guionista de cómics, entre ellos uno que inspiró la serie de Netflix The Umbrella Academy? El “siniestro culto emo” como el tabloide inglés Daily Mail los llegó a tildar luego de culparlos del suicidio de una joven seguidora, está de vuelta con nuevo sencillo entre manos, giras y fechas confirmadas en grandes festivales, un bagaje de inauditas historias y con un par de conciertos que instó a sus fans británicos a defender la honra de su querida banda.

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El nombre de My Chemical Romance ha reflotado estos días, y para el público general, el escuchar y leer la sonora fonética de su título podría evocar su inconfundible conceptualidad lúgubre y dicotómica, así como su repertorio que habita entre el estruendo y la melodía que quedó rotulado en la memoria de una generación, de ahora adultos que están encantados con su retorno.

En plena era de la democratización del Internet de escritorio, el cuarteto oriundo de New Jersey creció a la par de la antipatía púber a principios de los 2000, que arrimándose a la moda de la chasquilla al lado y delineador de ojos oscuro estampado como sello, averiguaban su identidad previo al surgimiento de los teléfonos inteligentes. MySpace, Fotolog –en Latinoamérica– foros y los albores de Youtube, les dieron a las subculturas –o tribus– urbanas un espacio común y virtual para teclear sobre lo que les interesaba. 

Tras ocho años de silencio, los estadounidenses, recordados por sus uniformes, su androginismo reflejado en el maquillaje y sus vampirescos álter egos, reaparecieron hace unos días con “The Foundations of Decay” sencillo que se acerca más a la crudeza iracunda de su disco debut I Brought You My Bullets, you Brought me My Love (2002), en un cruce con la atmósfera distópica de la producción que los llevó a la gloria, The Black Parade (El Desfile Negro, 2006), platino en el Reino Unido y considerado “un álbum conceptual muy ambicioso que superó todas las expectativas”.  

Con fechas confirmadas para encabezar a finales del año festivales como Aftershock, When We Were Young, y Riot Fest al lado de Slipknot, Foo Fighters, Misfits y Paramore, esta semana My Chemical Romance están de vuelta en los escenarios con una serie de presentaciones en Inglaterra, país que mantiene vigente a una fiel fanaticada, para continuar el alboroto en más países de Europa. 

Liderada por el histriónico Gerard Way, músico y guionista que cuando no está ocupado con la música, escribe cómics, como en el caso de la saga de superhéroes The Umbrella Academy (2007), que fue adaptada y desarrollada por Steve Blackman para Netflix en 2019 y que el 22 junio estrenará su tercera temporada. Lejos de los detalles, para el imaginario colectivo, el grupo de Way y compañía podría tratarse de uno más del montón que ayudó a perfilar el lado más melancólico y sentimental del pop rock o pop punk hace poco más de una década, como Good Charlotte, Simple Plan y Panic! At the Disco, por ejemplo.  

Pero en aspectos más profundos, los oriundos de Nueva Jersey ahora, vistos desde una perspectiva más justa, parecían no compartir, con el resto de las boy bands, la compleja verosimilitud entre su estética fúnebre, una puesta en escena teatral hasta rabiar y temas literarios que en sus letras, musicalizadas en la melancolía pasiva-agresiva, se acercaban a la muerte, el horror, la religión, la venganza, los excesos, así como la vida, el amor, la valentía y la resiliencia. 

“El emo es una pila de mierda”

A diferencia del agitado pop-gótico de horror que caracterizó a “Three Cheers for Sweet Revenge”, su segundo álbum que les abrió paso al público masivo con sus apariciones en  MTV,  “Helena” , el arribo de El Desfile Negro, que narra lastimosa historia de un paciente con cáncer terminal que se despide de sus seres queridos, los llevó a incursionar en las baladas, aunque desgarradoras, “Cancer” y “I Don’t Love You”, a la marcha circense de “Mama”, en la que presta voz Liza Minnelli, la sarcástica “Dead”, “¿Te enteraste de la noticia de que estás muerto? Nadie tuvo nunca nada bueno que decir, creo que nunca les gustaste de todos modos”, y la fantasía ópera rock “Welcome to the Black Parade”, comparada en sus altos y bajos con “Bohemian Rhapsody”, quizás porque, como dijo la cabeza de MCR, se inspiró “un poco en ella”

La RAE define “energúmeno” como “persona poseída por el demonio” y “persona furiosa y alborotada”. En efecto, esa es precisamente la energía que esta “buena banda de rock and roll”, según David Letterman,  exudaba más crudamente en sus primeras presentaciones en vivo televisadas. Aunque según algunos sinceros admiradores, la calidad vocal de Way, no se caracterizaba por ser siempre idéntica a la de sus discos al subirse a los escenarios. 

Durante los primeros años de su carrera, cuando Way, Gerard y Mikey, Ray Toro, Frank Iero y su exintegrante Bob Bryar, entraban en escena, daban la impresión de ser la banda sonora de un musical inspirado en una película de suspenso. My Chem, como los apodaban con cariño sus adeptos, más allá de su puesta en escena amenazante en apariencia, le dieron un aire fresco a la androginia glam rockera que estuvo de moda hace casi medio siglo, aunque exceptuando la variedad cromática que manejaba, por ejemplo, David Bowie. 

“Siempre he sido muy sensible a los que tienen problemas de identidad de género, ya que siento que yo también he pasado por ello, aunque a menor escala”, le respondió en 2014 a un seguidor. “Siempre me he identificado bastante con el género femenino, y empecé en cierto momento en MCR a expresarlo a través de mi aspecto y estilo de actuación. Así que no es de extrañar que todas mis inspiraciones e influencias de estilo estuvieran traspasando los límites del género. Freddie Mercury, Bowie, Iggy (Pop), el primer glam, T-Rex. Para mí, la masculinidad siempre me ha hecho sentir que no era adecuada para mí”, escribió en un hilo de Reddit. 

My Chemical Romance solía suscitar una mezcla de reacciones confusas en las audiencias, singularmente, durante la vertiginosa cúspide de su popularidad. ¿Qué tenían los autores de  “Teenagers” que provocaron con la misma intensidad fascinación joven, así como desprecio y burlas del ojo público?

“Creo que el ‘emo’ es una pila de mierda y una puta basura”, dijo Gerard Way en una entrevista de 2007 sobre la corriente musical y estética derivada del hardcore punk de 1980, antes de explicar el por qué él creía que solían encasillar a su agrupación en tal categoría: “Creo que hay bandas con las que nos meten en el mismo saco que las consideradas emo y, por defecto, eso empieza a convertirnos en emo. Todo lo que puedo decir es que cualquiera que realmente escuche los discos –los suyos–, los ponga uno al lado del otro y los escuche, sabrá que en realidad no hay similitudes”, fustigó. 

No te metas con El Desfile Negro 

En Estados Unidos, el canal de humor MADtv llegó a referirse al grupo en dos oportunidades, aferrándose a su popularidad. “The Black Tirade” tituló un sketch –algo así como diatriba afroamericana–, sátira del videoclip “Welcome to the Black Parade”, parte de “The Black Parade”, disco cuyo significado, según Way dijo hace algunos meses en el marco de su aniversario décimo quinto que su significado general “es el triunfo del espíritu humano sobre la oscuridad”. 

“Nadie está a salvo del siniestro culto del emo”, tituló ese mismo un periodista en una columna de opinión publicada en tabloide inglés de carácter conservador el Daily Mail, un 16 de mayo pero de 2008, culpando derechamente a My Chemical Romance del suicidio de Hannah Bond, una adolescente inglesa seguidora de la banda de tan solo 13 años. 

“Hannah fue una adolescente feliz hasta que se convirtió en una parte del siniestra locura adolescente que romantiza la muerte”, escribió un periodista Tom Rawstorne, tildándolos de una “secta” que seguía el legado del emo, según citó el diario, una moda adolescente no muy diferente a los góticos de Inglaterra, pero surgida en Estados Unidos hace 40 años. 

Como en un desfile negro cerca de un centenar de seguidores de la banda se pusieron de acuerdo en internet, viajaron desde distintos puntos del país para protestar: “No somos un culto”, escribieron en sus pancartas. Muchos de ellos hicieron prepararon camisetas con mensajes de canciones del grupo, como “Piensa pensamientos felices”.

 “Hay pocas cosas que sacan a un adolescente típico de la cama un sábado por la mañana temprano, pero defender el honor de una banda querida de los ataques de la prensa sensacionalista es probablemente una de ellas”, describió The Guardian en una crónica sobre la jornada. “No tengo miedo a seguir viviendo, no tengo miedo de caminar solo por este mundo”, cantaron en respaldo de su querida banda en su mayoría vestidos con ropa oscuta, no pocos con delineador y chasquilla al lado, mientras coreaban la letra de “Famous Last Words”.

Asimismo, Gerard Way no se iba a quedar de brazos cruzados. Un punto del concierto brindado en ese mismo país durante las mismas fechas de la protesta quedó marcado como uno de los momentos más inolvidables del Reading Festival. “Escribieron un artículo llamando a la gente que escucha a nuestra música y fans de nosotros ‘un culto’ ¿Ustedes saben qué tan ingorante es eso? Que promovemos las autolesiones y el suicidio en nuestras canciones? ¿Lo creen?, preguntó ante al unísono “no” de la multitud. Ustedes no son un culto, son una armada. No hay nada que valga la pena por lo que quitarse la vida. Ahora repitan conmigo:  ‘A la mierda el Daily Mail’”, reclamo que fue cuatro veces fue repetido como mantra por los asistentes. 

Vigencia más allá de la muerte 

Dejando atrás los trepidantes años que hicieron que básicamente todos tuvieran una opinión sobre ellos, Way prometió que no harían nada conceptual, nada que repitiera tramas profundas, o nada que alborotara. Hizo un disco entero, pero finalmente el trabajo no le convenció, lo desechó y tal acto le costó la salida del batero Bob Bryar. Un total de 28 canciones se fueron debajo de la alfombra. 

“Y, supongo, pensando que si matamos la ambición, nos despojamos de ella, nos cortamos el pelo y nos presentamos como respetables y hacemos un disco de rock muy seguro que nos evitará cualquier dificultad, potencialmente, y no sacudiremos el barco ni haremos tanto ruido. Lo que significa que podríamos seguir haciendo lo que nos gusta: hacer música juntos”, reveló 2010. Así que se puso a trabajar en un nuevo álbum, a diferencia de los anteriores, salpicado de saturado color. 

Pero, en palabras de quien lleva la batuta de MCR, la producción titulada “Danger Days”, “terminó siendo una rebelión contra esa rebelión”, sostuvo. “Fue sin duda una reacción a la carga que supuso todo, pero la aprovechamos y la convertimos en algo realmente positivo. Si nos volviera a pasar factura, diríamos: ‘Ok, nos está pasando factura, así que hagamos una divertida, luminosa, divertida, brillante y colorida fiesta para poder vivir eso cada noche. No tenemos que vivir algo tan oscuro’”, dijo el vocalista que un año más tarde y promocionando tal producción llegó a tocar con Brian May de Queen. 

My Chemical Romance retorna en una era donde el pop-punk y la estética oscura también está de vuelta, no quizás con la misma intensidad que vistió a toda una generación de negro, pero sí en un sentido que abraza, de igual manera que el resto, lo distinto y lo diverso. 

También la banda vuelve en un momento donde grupos y músicos visten y reproducen sin temor una estética parecida y específicamente, la canción posiblemente más icónica de su historia. “Me enamoré de una chica emo”, canta el rapero Machine Gun Kelly, quien ha abierto una serie de conciertos, como Lollapalooza, con “Welcome to the Black Parade”. Incluso referenció ese título en su tema “Hangover cure”. La cantante Phoebe Bridgers, quien ha aparecido en presentaciones en vivo y premios con un traje de esqueleto, también los homenajeó recientemente con un cover de la misma  melodía. Por su parte, Twenty One Pilots grabó una versión de estudio de “Cáncer”. 

Lejos de la connotación negativa que alguna vez tuvo el emo, lo cierto es que el término, signifique lo que signifique, está resurgiendo como algo positivo, cool, digno de seguir, no como hace algunos años atrás. Quizás no esté de moda ser un energúmeno, pero lo cierto es que My Chemical Romance caló hondo en la cultura popular no como un “siniestro culto”, sino como una banda de culto que sigue siendo recordada y reivindicada. 

El regreso de My Chemical Romance o la reivindicación de los energúmenos

Sobre el autor:

Eloísa Alberdi es periodista.

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