Robin Thicke: mentiras de un one-hit wonder

por · Septiembre de 2014

Robin Thicke está triste. El intérprete de “Blurred Lines”, el hit del penúltimo verano boreal, doce semanas como número uno del Billboard, récord histórico en ventas digitales, tiene pena: su mujer de toda la vida, Paula Patton, lo abandonó en febrero, entonces Robin le dedicó un disco para que volviera con él —Paula (Interscope, 2014). […]

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Robin Thicke está triste. El intérprete de “Blurred Lines”, el hit del penúltimo verano boreal, doce semanas como número uno del Billboard, récord histórico en ventas digitales, tiene pena: su mujer de toda la vida, Paula Patton, lo abandonó en febrero, entonces Robin le dedicó un disco para que volviera con él —Paula (Interscope, 2014). El disco no ha vendido y Paula no ha vuelto.

En su primera semana, el álbum Blurred Lines vendió 25.981 copias en el Reino Unido. En el mismo país y periodo de tiempo, se han comprado sólo 530 copias de Paula. En Australia, fueron 50 los valientes que gastaron su dinero en el disco. El diario inglés The Guardian hizo una contundente proyección: si la carrera de Thicke sigue esta trayectoria, su próximo disco venderá 10 unidades, y el siguiente con cuea un solo single. «Ni su mejor amigo va a comprar ese álbum, ni siquiera el mismo Robin Thicke», dicen.

Al estadounidense se lo trata con desidia. Aunque su carrera ha sido larga —su primer single lo sacó el 2002— y contempla algunos éxitos previos —”Lost Without U” y “Magic“—, la aparición de “Blurred Lines” fue tan fulminante y polémica y omnipresente que la presencia de Thicke pasó muy rápido de novedosa a insoportable. Todo bañado, además, en el irresistible meneo de los peshos de Emily Ratajkowski, tiñendo el asunto en culpabilísimo placer. Así las cosas, al hombre se le subió el éxito vertiginosamente a su pelirroja coronilla.

«Antes me tomaba muy serio como artista, y quería ser como Marvin Gaye, John Lennon o Bob Marley, esos grandes artistas y compositores que le cantaban al amor y a las relaciones. Pero el año pasado, mi esposa y yo sólo queríamos pasarlo bien, ser jóvenes y bailar y estar con nuestros amigos, así que hice música que reflejara ese estado de animo», dijo en su momento de gloria. Pamplinas.

Thicke asumió su protagonismo en la composición del hit. Dijo que la principal influencia fue “Got To Give It Up”, del mismo Gaye. «Dije como: ‘hueón, deberíamos hacer algo como eso, algo con ese groove’. De ahí Pharrell (el otro compositor del tema) empezó a tocar algo, y literalmente escribimos la canción como en media hora y la grabamos». La familia de Marvin, eso sí, captó algo más que una influencia, y acusó a los autores de copiar el “sonido” y el “sentido” del tema. La acusación pasó a ser un juicio por plagio, en el cual el cantante acaba de testificar.

En documentos obtenidos por el Hollywood Reporter, Thicke declaró bajo juramento: «La grabación pudo haber sucedido con o sin mí». Un descarte. «Todo fue una genialidad de Pharrell Williams. Nada fue idea mía… yo estaba borracho. El 75% de la canción ya estaba hecha cuando yo entré al estudio».

Esto es lo mejor. «Después de hacer seis discos compuestos y producidos por mí, el mayor hit de mi carrera fue compuesto y producido por otra persona. Me puse celoso y quería algo de crédito». Nada es más peligroso que la envidia. «Estaba volado y curado durante todas las entrevistas que di el año pasado. Cada mañana me tomaba un vicodin para empezar el día, y luego llenaba una botella de agua con vodka y me la tomaba antes de las entrevistas».

La familia de Marvin Gaye dice que Thicke elige cuándo decir la verdad y cuándo mentir. Pharrell respalda a su amigo: «El único aporte de Robin fue agregarle un falsetto al segundo verso. Nada más. Nunca entró exigiendo nada: ese día se atrasó y llegó tarde al estudio».

Thicke. El rey del 2013, acusado de misógino por su video y de promover las violaciones por su letra, se punteó a Miley Cirus en los VMA y fue la banda sonora de cualquier carrete durante seis meses. Demandado por plagio, dejado por su mujer, superando su alcoholismo, sus ventas bajaron en un 98%. El pop es una ola negra: surféala o muere.

Robin Thicke: mentiras de un one-hit wonder

Sobre el autor:

Patricio Corona

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