Salmón de cerro

por · Septiembre de 2014

Daniel Marceli es el muralista responsable de los salmones en las paredes de Valparaíso. «La escena sigue siendo under y es lo que gusta», dice en esta entrevista.

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Basta con adentrarse unos minutos en las calles de Valparaíso para encontrarse con una de las obras de Daniel Marceli (Caos), quien ocupado, muy ocupado, accedió a esta entrevista. Su tiempo transcurre entre Villa Alemana, donde vive, Valparaíso y Chiloé, las ciudades que hacen de musas inspiradoras. Desde su pieza-taller hacia el mundo, comienza sus ilustraciones, y muchas de ellas son las que se pueden ver hoy al transitar las coloridas escaleras de la zona, los bares y las murallas del imaginario colectivo porteño.

Relata, sin embargo, que no puede alejarse por mucho tiempo del sur, ya que su origen y la mixtura de sus raíces definen el sentido de sus graffitis y su propuesta visual. Pero a pesar del lienzo sobre el cual eligió pintar, abierto a todo espectador, se considera un tanto solitario, característica que contrasta con la empatía transmitida en su discurso, como un paraje inexplorado.

—No soy muy de participar en eventos ni nada. Soy un poco ermitaño. Me gusta realizar obras solo y no andar por inercia pintando en todos lados siguiendo a la masa. Ya lo hice durante mucho tiempo, y personalmente no logré desarrollar una obra que me convenciera, así que tomé decisión de pintar solo y hacer una búsqueda de manera más personal.

marceli

Tus dibujos son un encuentro de imaginarios (Chiloé y Valparaìso). ¿Qué tienen en común estas dos realidades?

—Ambos son lugares donde he desarrollado mi pintura. Si bien puedo estar encerrado pintando para alguna exposición o ilustrando por algún encargo, cuando hablo de desarrollo hablo del hecho de ¡pintar en la calle!, porque ahí es donde existe el feedback que me permite seguir adelante y nutrirme de nuevas experiencias y conseguir críticas reales. Las dos ciudades se vinculan con el mar; una es puerto y la otra isla. Las dos también están marcadas por la economía, por lo que me es fácil hacer una crítica al respecto, porque, digámoslo, no estoy aquí simplemente para pintar bonito, estoy aquí para dar un testimonio de lo que veo, e intento ser lo más sincero posible, les guste o no les guste.

¿Por qué en tus ilustraciones los pies tienen hoyitos?

—Acá el tema va con el nacimiento de una idea que finalmente se convierte en un concepto aplicable de forma transversal. ¿Cómo? Bueno, al inicio de la creación de este personaje —mitad hombre mitad salmón— se vio influenciado totalmente por lo que sucede en Chiloé, en todo ámbito: arquitectura, mitología, fe, entorno. No es tan difícil contemplar el tema de la fe e intentar reflejarlo. En mi obra, más que tomar un elemento, como podría ser la cruz, tomo los orificios hechos con clavos en los pies de Jesús. A todo esto, no tengo ninguna creencia religiosa. Me gustaba en un principio este elemento como concepción gráfica, y con el tiempo, viendo lo que provocaba, se transformó en algo más potente, pues le di una vuelta a la historia que plantea que Jesús fue crucificado y clavado en la cruz, y que se sacrificó por todos nosotros. Tomé la palabra “sacrificio” e hice una reinterpretación de los hoyitos. No es el sacrificio de Jesús, como dice el libro de sus periplos, sino más bien el sacrificio de todos nosotros en el día a día, teniendo que llevar adelante tus sueños, siguiendo adelante; el sacrificio de tu familia, el sacrificio de todos los que tienen que luchar por sus sueños o por algún propósito, el que éste sea, en fin. Son todos válidos. Está bien que personas lo relacionen a Jesús y a los estigmas, pero en realidad se trata de algo más.

—¿Cuál es tu visión frente a la realidad de los grafiteros en Valparaíso?

—Me parece fantástica. Es la mejor escena que conozco. Siendo un país tan pequeño, que tengamos a tantos buenos exponentes de la escena, y que gran cantidad de ellos vivan o plasmen sus obras en Valparaíso, me parece fantástico. No quiero hablar de una escena de arte ni nada, porque no existe, y no sé si Valparaíso tiene la intención de intelectualizar a sus exponentes. Todo lo contrario, la escena sigue siendo under, y es lo que gusta. No existe tanta parafernalia; se defiende por sí sola. No necesita salir a callar críticas, pues está instalada hace tiempo, y todos lo saben.

¿Qué estái haciendo?, ¿en qué estás tan ocupado?

—Trabajo en mi obra. Abandoné la Escuela de Bellas Artes de Viña un poco por la inquietud de querer generar cosas en mi casa y elaborarlas como yo quiera, sin tener que estar sometido a presiones o a críticas. No porque no las quiera, sino porque quiero estar en paz durante los procesos creativos. El proceso es mío. He hecho algunos encargos comerciales, tanto en lo ideario como en la ejecución. Acabo de terminar un afiche para un festival de música en Viña, llamado Jardín Stereo, que será un evento masivo en la Quinta Región. También he trabajado con algunas marcas como Cushe, Cima Liife y Street Machine, recibiendo apoyo de MTN. Harta pega, harto sacrificio.

—Hace algún tiempo se subió un video de los Plus Crew rayando el metro de Valpo. De inmediato se planteó la interrogante: «¿arte o vandalismo?». Algunos los condenaban, otros les tiraban flores. ¿Qué opinas al respecto y a qué apreciaciones te enfrentas al momento de realizar un mural?

—Los Plus son unos capos. Los he citado en algunas de mis ilustraciones. Me gustaría mucho saber quiénes son. Con respecto a lo de mis apreciaciones al momento de pintar, siempre trato de tener el tiempo necesario para así poder realizarlos sin apuro. Obtengo el permiso, siempre y cuando se pueda. A veces hay sitios que no son de nadie, y si son buenos y te gustan, tienes que correr el riesgo. Por otro lado, hasta me he conseguido permisos con bienes nacionales para poder pintar, con fotomontaje incluido. «Así va a quedar, bla bla», «Acá está tu papelito que dice que sí», «Ahora puedes pintar». Algunas veces, claro, no te piden el papelito; te ven con material y con amigos, en un ambiente distendido. No sé, mientras más relajado pinto, menos atados tengo, así que trato, por sobre todas las cosas, de pintar relajado. Te diría que lo más importante es estar tranqui al momento de llegar a un lugar a hacer lo tuyo. Hay veces en que no todo te resulta como quieres, pero esas son historias anexas con otros finales. Sigo un lineamiento transversal con mi obra, sea en el área que sea; cuadros, escultura, ilustración, calle, etcétera. Es el mismo discurso y un poco la misma gráfica, las mismas inquietudes. El graffiti finalmente es una gran obra que te permite hacer el uso del spray, pero sigue siendo una obra como cualquier otra. La diferencia es el motivo, lo que se quiere plasmar. En lo que a mí respecta, la concepción original del graffiti tiene que ver con la protesta, y eso es lo que lo hace potente, más allá de su tamaño o de lo bonito que sea. Si un mural no me comunica mucho, se me olvidará, y ni foto tendré de él. Va por ahí. Nada es porque sí, y mucho menos porque simplemente algo es bonito. Dejaría de hacerlo si sólo pintara por eso.

—¿Y qué protestas?

—Principalmente en contra de la industria acuícola en el sur de Chile. Hay un impacto ambiental fuerte en cuanto a contaminación de las playas. Desde la fuga masiva de salmones desde los centros de cultivo, dañando estos mismos a las especies locales, hasta la devastación del fondo marino por las fecas de esos millones de salmones. Muere todo tipo de vida abajo de esos centros. A simple vista quizás sólo molesta la visual de los canales de Chiloé, pero en realidad los problemas son otros. El personaje mitad hombre – mitad salmón que incorporo en mi obra se relaciona con eso. Es el habitante convertido en su problema, pero a la vez representa una solución económica. Tiene que sobrellevar la vida rápida que se ha implantado en la isla.

—¿Cuáles son tus próximos proyectos?

—En estos momentos me encuentro trabajando para una exposición que va a ser montada en Chiloé durante el verano; pintura, ilustración y escultura. Luego de eso parto a Sao Paulo, y onda en febrero voy a la Galería A7MA para montar parte o tal vez la totalidad de mis trabajos. Este año estuve allá exponiendo y todo me quedó gustando. Conocí a personas que admiraba y que veía por revistas en mi casa. Todo bien con ellos, con planes de hacer cosas en conjunto, así que de todas maneras quiero seguir investigando la escena brasileña, compartiendo con nuevos amigos. En eso ando ahora, eso es lo que me tiene bien ocupado. Me gustaría pasar por Santiago en algún momento, y no descarto la posibilidad de hacerlo. Me gustaría mucho, pero antes de eso, sigo en Valpo y en Chiloé. ¡Y seguir caminando!

Sobre el autor:

Valentina Peña

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