La izquierda en la era del karaoke es un mal título para un libro sobre tele, política y la asquerosa mezcla que ha producido.
La izquierda en la era del karaoke (Fondo de Cultura Económica) es un mal título para un buen libro.
En 1994, Silvio Berlusconi era dueño del club de fútbol más exitoso de Italia y Europa, el AC Milan, como también de los canales de TV más populares de la península. Además poseía al grupo Mondadori —editor de libros, revistas y el diario La Repubblica— la productora audiovisual Endemol y agencias de publicidad.
Escribió alguna vez Giovanni Sartori: «Estamos asistiendo a la sustitución del hombre pensante (homo sapiens) por el hombre vidente (homo videns), y entonces el advenimiento de un animal ocular que sólo conoce lo que ve, “sin saber” y por lo tanto de un ser humano para quien la vida no está más entretejida de conceptos sino eminentemente de imágenes (…) La democracia es una apertura de crédito al homo sapiens, a un animal lo suficientemente inteligente como para saber crear y desarrollar por sí solo una buena ciudad. Pero si el homo sapiens está en peligro, la democracia está en peligro».
La izquierda en la era de los realitys.
Dice Giancarlo Bosetti: «El industrial de zapatos debe hacer calzados que no hagan salir ampollas en los pies, el panadero no debe darnos pan envenenado, el productor de tevé (con mayor razón, porque su producto llega a casa sin que el consumidor vaya a comprarlo) debe evitar que los televisores se transformen en vehículos de contaminación y confusión general».
En 1994, Berlusconi fue elegido Presidente del Consejo de Ministros de Italia, la máxima autoridad ejecutiva del país.
Bosetti, junto a otros dos intelectuales italianos de izquierda —Norberto Bobbio y Gianni Vattimo— tuvieron una conversación. Conversaron: ¿qué hacer contra una derecha que, además de adueñarse de los medios de comunicación, se adueñaba de los electores? ¿Qué debería hacer la izquierda para desentumir al homo videns y movilizarlo bajo sus ideales?
Sigue Bosetti: «Si un panadero trata de envenenarnos o un comerciante de vendernos zapatos defectuosos, no nos limitamos a utilizar las opciones ofrecidas por el mercado, no nos limitamos a cambiar de comercio, no nos limitamos a decir: señores, les aconsejo que vayan a otra panadería (solución zapping), exigimos justamente mucho más (…) no se entiende por qué la televisión tiene que colocarse en un ámbito de irresponsabilidad social, como no sucede con ningún otro tipo de producto de nuestra civilización».
¿Cómo fue que Berlusconi —cómo fue que Piñera— llegó a ganar las elecciones? La respuesta parece sencilla: la sociedad creada por la televisión es una sociedad naturalmente de derecha. «Es la sociedad del Festival de San Remo (del Festival de Viña), del deporte, de los avisos publicitarios», dice Bobbio, a lo mejor el más pesimista de todos. «Digo que es una sociedad naturaliter de derecha porque tiene intereses que no son los de la izquierda; la izquierda vive, ya lo dije muchas veces, de los grandes principios: se identifica con el sufrimiento humano. No ganó Berlusconi en tanto tal, ganó la sociedad que sus mass media, su publicidad, han creado. Es la sociedad que goza viendo estúpidas familias reunidas en torno a una mesa glorificado éste o aquel producto. En una sociedad semejante, la izquierda, con sus valores tradicionales, no tiene ninguna posibilidad».
Mientras era el premier de Italia, Berlusconi controlaba indirectamente los tres canales de la RAI —la tevé pública italiana— y directamente los tres canales de Mediaset, su conglomerado privado. O sea, el 100% de la señal abierta y el 90% de la pagada.
Otra de Bobbio: «La derecha es ese conjunto de opiniones, de estados de ánimo para los que la desigualdad no es un mal. Alain De Benoist, el mayor teórico francés de la nueva derecha, dijo: “Llamo ‘de derecha’, por pura convención, al comportamiento que consiste en considerar la diversidad del mundo y, en consecuencia, las desigualdades relativas que son su necesario producto, como u bien, y la homogeneización progresiva del mundo, predicada y realizada a través del discurso milenario de la ideología igualitaria, como un mal”. (…) Esa es la derecha: no la pura aceptación pasiva de la desigualdad como un mal, sino el aceptarla porque en el fondo no es un mal, sino que, por el contrario, ayuda al desarrollo de la sociedad».
Si el mundo y sus habitantes siguen dominados por la televisión, y si la televisión y los televisores, a su vez, siguen dominados por la derecha: ¿hay alguna luz de esperanza que no sea la de un plasma en horario prime?
La izquierda en la era del twitter.
Para mejorar la calidad de la tevé abierta, se dice, hace falta una mayor regulación de sus contenidos. Pero una mayor regulación de sus contenidos, se dice también, llevaría a una restricción de las libertades expresivas.
Vattimo: «La igualdad no existe en la naturaleza. Tal vez si hablamos de esencias naturales podemos también decir que los hombres son iguales. Pero en realidad el fuerte se come al débil, por lo tanto una política de izquierda es siempre una política de intervención activa, de corrección».
Ser esclavos de la ley nos hará más libres, dice el dicho romano. Ser esclavos de la tele, en cambio, aunque no lo dice ningún dicho, nos hará de derecha.