Masters of sex: sufriendo en las sombras

por · Noviembre de 2013

En Masters of Sex los límites entre la búsqueda científica y personal del doctor Masters se van haciendo difusos. Se trata de quien le «enseñó a América cómo amar».

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Este es el conservador país de las estrellas y las franjas de finales de los ’50. En una universidad de St. Louis, Missouri, el doctor William Masters (Michael Sheen) es un importante obstetra que ha ayudado a muchas mujeres con problemas de fertilidad. Recibe homenajes, siente algo de pudor, dice un par de palabras de cortesía y corre a un prostíbulo a observar a una prostituta tener sexo. Ahí, toma notas sobre la duración y las posiciones. Eso le interesa más que la fertilidad: el estudio de la sexualidad humana. Y es tanta su obsesión que lo mantiene oculto.

Paf. Ahora Masters tiene una nueva secretaria que parece ser una fantasía en sí misma para la época. Virginia Johnson (Lizzy Caplan) se conoce, sabe qué le gusta en la cama y no tiene miedo a preguntárselo a sus parejas ocasionales. También, es madre soltera, ex cantante de un club nocturno, dos veces divorciada y habla de sexo con naturalidad. Justo lo que Masters necesitaba.

«Si quieres aprender de sexo tienes que conseguirte una compañera», le había dicho hace días una prostituta. Y el estudio de Masters ahora comienza a ser patrocinado por la universidad. Con Virginia cerca todo comienza a ir bien.

masters101aMasters of Sex es la nueva serie de la cadena Showtime —Dexter, Homeland, Weeds— y está basada en el libro de Thomas Maier del mismo nombre. Ahí, Maier cuenta el ascenso de William Masters y Virginia Johnson; desde unos locos pervertidos, según sus colegas, a los que publicaron un estudio sobre la fisiología de los orgasmos que los convirtió en celebridades nacionales y cambió la manera de ver la sexualidad. Según el libro, le «enseñaron a América cómo amar».

Y en la serie los límites entre la búsqueda científica y personal de Masters se van haciendo difusos. ¿Quiere el doctor hacer un aporte trascendental a la ciencia? ¿Quiere obtener un premio Nobel? O, tal vez, simplemente no sabe absolutamente nada sobre sexo y quiere obsesivamente averiguarlo todo.

Por lo mismo, Masters of Sex es una serie llena de silencios demoledores. El Doctor Masters busca respuestas en la sexualidad para poder descifrar su propio presente y, tal vez, reconciliarse con él. Entender su falta de empatía, su torpeza ante lo cotidiano. «Nos acurrucamos en la oscuridad como hombres de las cavernas, conservadores, llenos de vergüenza. Sufriendo en las sombras», dice Masters en un apasionado discurso sobre la sexualidad humana pero sin dejar de hablar de él mismo. Porque vive atrapado entre su vida pública y privada, entre su presente exitoso y su pasado cubierto por la sombra del abuso.

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La vida privada del obstetra es profundamente triste. No puede tener hijos, le oculta a su mujer que es estéril y convierte cada encuentro sexual en un estudio científico. Tal vez, buscando alejarla de su vida para no contaminar todo con sus fantasmas. Con la imagen perfecta del médico salvador de la fertilidad basta y sobra.

Pero todo eso se va quebrado de a poco en la llegada de Virginia. Ahí, tal vez, cuando Masters y su secretaria fingen objetividad mientras miran a una pareja tener sexo. El Doctor comprende que Johnson puede ser su manera de salir de la oscuridad, de evadir el sufrimiento y comenzar a vivir. O, simplemente de detenerse un poco y entender.

Ahora, vamos a lo que parece obvio: ¿Masters of Sex es la nueva Mad Men? No, nunca lo será, pero sí la tiene como una influencia importante —a ratos, demasiado notoria— que no se queda solo en cuestiones estéticas como esas pésimas copias llamadas The Play Boy Club (NBC) y Pan Am (ABC).

Si William Masters busca entenderse mejor a sí mismo por medio de sus estudios sobre la sexualidad humana; Donald Draper busca construirse una nueva identidad en base a la publicidad. Convertirse en el producto. En medio del hospital de Masters, podemos reconocer en su encantadora esposa Libby (Caitlin Fitzgerald) a Betty Draper o Pete Campbell en el misógino y soberbio Doctor Ethan Haas (Nicholas D’Agosto). Así, podríamos seguir: El modo en que Virginia Johnson se hace camino en un mundo de hombres al más puro estilo Peggy Olson.

Las comparaciones siempre son odiosas y, tal vez, en el caso de Masters of Sex solo estamos viendo un antihéroe más de la televisión. Lo cierto es que el éxito de la serie de Showtime dependerá de cómo y cuánto se aleje del drama de AMC. Al menos, tiene historia suficiente para hacerlo.

«Una vez que ya has visto Oz, ¿por qué querrías volver a Kansas?», pregunta el despreciable y dañado Doctor Hass. Finalmente, Masters of Sex va sobre eso: cómo el sexo se puede convertir en un escape o una sanación en una serie que muestra mundos privados completamente devastados. Ahí, el Doctor Masters por primera vez tiene la posibilidad de salvarse, sujetarse al conocimiento del placer y dejar las sombras.

Masters of sex: sufriendo en las sombras

Sobre el autor:

Javier Correa (@__javiercorrea) es periodista y coescribió «Nunca cumplimos 30. Una historia oral del Canal 2 Rock & Pop» (2018, @librosdementira).

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