Todos somos el Guasón

por · Julio de 2014

Queremos que Batman sufra, lo esperamos, como también queremos que triunfe y siga jugando con nosotros. Su peor enemigo, y su mejor aliado, somos sus lectores.

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Hay muchas cosas que decir sobre la celebración de los 75 años de Batman, pero sólo pienso en el primer día en que mi papá y su hermano mayor, mi tío, nos llevaron a mis primos, mi hermano y a mí a ver la primera película de Tim Burton, en 1989. Yo tenía 4 años y sólo recuerdo dos cosas: una, no quise entrar porque me dio miedo un afiche del Guasón y me puse a llorar; y dos, que mi tío se devolvió conmigo a la casa porque mi papá no quiso perderse la película. Nos reconciliamos después Batman y yo, y también mi papá, cuando él me trajo una edición del 50 aniversario que encontró en una feria de libros usados. Era la primera historia, más otras conocidas, casi todas de Dennis O’Neil y Neal Adams. Mi papá es bastante talibán con Batman. No le gustan las adaptaciones cinematográficas, con un Bruce Wayne de presupuesto ilimitado y lleno de gadgets, siempre con uno más impresionante que el anterior. Extraña las tramas de misterio, al Batman como el mejor detective del mundo, sin poderes.

No es el único. Para todos es atractivo que no tenga poderes. A diferencia de todos los superhéroes, Batman no tiene nada de súper y muy poco interés en ser el héroe. En su lugar prefiere ser la venganza, la noche, lo que se cierne al final del día sobre los habitantes de Ciudad Gótica, lo quieran o no. Batman también se presenta a sí mismo como el juicio y el castigo en una urbe que vive una anarquía. El mejor ejemplo es que el hombre murciélago existe y lidera las escasas posibilidades de salvación con sus métodos, unos más presentables que otros, en directa oposición a los deseos que su respetado padre tenía para la ciudad.

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La historia de Batman también es una de rebeldía, a ratos incluso culposa, puesto que lo que Thomas Wayne hizo a la luz del día por la ciudad, Bruce Wayne, su hijo, lo hace en las sombras. De aquí se desprende la importancia de un personaje como Harvey Dent, rostro iluminado de la justicia, dentro del universo de Batman. Es su mejor aliado pero, una vez desfigurado, encarna el conflicto constante del murciélago consigo mismo, parado justo donde se encuentra la carne cruda del demente con la templanza del Fiscal.

Con todo, ni Dent ni el Guasón ni el Espantapájaros ni el Pingüino son el mayor enemigo de Batman. El mayor y peor enemigo del Caballero Oscuro comparte con sus pares la necesidad de tenerlo como antagonista y el deseo masoquista de ver cómo cada uno de los que se le acercan se convierten en objetivos de tortura. Bruce Wayne sabe esto y mantiene a raya —pero también muy cerca— a la gran mayoría, aunque no sin dificultad. Su peor enemigo, paradójicamente, es uno de sus aliados: aquel que supo que Batman era Bruce Wayne mucho antes que Bane, el que lo vio perder a sus padres en el callejón, el que llamó a un número de teléfono para decidir sobre la vida de Jason Todd. El lector: tú, yo y todos los que gozamos y nos angustiamos cada vez que las cosas se ponían complicadas para el murciélago, los miles que declaramos a “La Broma Asesina”, una de las historias más crudas del personaje, como una de las mejores. Somos el villano.

Queremos que Batman sufra, lo esperamos, como también queremos que triunfe y siga jugando con nosotros. El Guasón es una representación de nosotros mismos, los que compramos sus historietas y esperamos que esta vez, ahora sí, nuestro Batman caiga en el abismo y no haya vuelta atrás. Que no nos demuestre que su metálico carácter siempre es más fuerte. Nuestra posición al leer sus páginas nunca es clara: hay una satisfacción bipolar, de suspenso; vemos la película de terror tapándonos un solo ojo, y respiramos aliviados cuando en las páginas finales Alfred le sirve un café. Pero igual volvemos la semana siguiente, o buscamos en las tiendas de cómics las historias que lo ponen contra las cuerdas, con la esperanza de una fatalidad imposible.

Todos somos el Guasón

Sobre el autor:

Diego Sepúlveda es creador del Sello Cazador, que funcionó entre 2008 y 2012, publicando trabajos de bandas chilenas como Fother Muckers, Protistas, Dënver, Adrianigual y Los Mil Jinetes.

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