Un relato gótico francés

por · Noviembre de 2022

En Nacido de ninguna mujer (Anagrama, 2022) un sacerdote recuerda lo que ocurrió décadas atrás cuando accedió a los diarios de una mujer muerta en un sanatorio mental con su historia: una niña vendida por su familia campesina pobre a un “amo” que vive en un castillo con su madre y una esposa siempre encerrada, obsesionado con tener el heredero que su esposa no puede darle.

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Por Wayne Catan. Traducción: Patricio Tapia

Quien fuera profesor de biología y ahora premiado autor francés, Franck Bouysse escribe como un estudioso de los clásicos literarios. Su novela Nacido de ninguna mujer tiene elementos tanto de una novela victoriana como de un relato gótico. Ambientada en un castillo remoto durante el siglo XIX, la novela propone a una institutriz oprimida como protagonista, un inequívoco sistema de clases y momentos ominosos que impulsan la trama.

Una de los goces de Nacido de ninguna mujer es su estructura narrativa. Al igual que en Mientras agonizo de William Faulkner, cada capítulo está narrado por una persona diferente, lo que permite al lector experimentar la historia desde la perspectiva de cada personaje. Bouysse presenta sus capítulos de manera impecable. Primero está el padre Gabriel, quien narra la confesión de Génie, una enfermera en una institución mental.

Ella le dice: “Padre, pronto le pedirán que bendiga el cuerpo de una mujer en el manicomio”. Y agrega: “Debajo de su vestido es donde los he escondido”.

¿A qué se refiere?, le pregunta el padre. Ella responde: “A los diarios…”.

Estos diarios contienen la historia de la vida de Rose, una sirvienta para el amo Charles. El lector aprende —a través de estos diarios— que el padre arruinado de Rose, Onésime, la vendió a Charles porque estaba a punto de perder su granja. Es la prosa de Bouysse la que proporciona imágenes de Charles a través de la primera impresión de Rose: “Era grueso y recio, a todas vistas más joven que mi padre” y muy cruel. Rose sabía que estaba en problemas cuando Charles le exigió: “A partir de ahora me llamarás amo y obedecerás a todo lo que te pidan”.

Bouysse luego muestra su buen ojo para la campiña francesa al familiarizar al lector con la propiedad de Charles: Les Forges.

“Llegamos a una gran estancia de techos muy altos, con vigas enormes de una sola pieza, y al fondo había una chimenea en la que se habría podido asar un buey entero. Una larga mesa de madera atravesaba aquella estancia, lo bastante grande para comer al menos treinta personas sin tocarse los codos”.

A pesar de la opulencia, Rose nunca ve un visitante y este hecho la confunde.

Durante su primer encuentro, la madre de Charles le ordena a Rose que prepare las comidas siguiendo los menús “al pie de la letra” y a tiempo. Rose no tarda mucho en comprender que ella “había ido a parar a casa de unos locos, con el amo que parecía un ogro, su mujer enferma, a la que seguía sin haber visto, y la vieja que tenía todo el aspecto de un demonio”.

Aunque Rose se sentía miserable, encontró un aliado, y un posible interés amoroso, en Edmond, cuya madre era sirvienta en Les Forges: “Pensé una y otra vez en Edmond toda la noche, en sus hombros, en sus ojos cuando se habían paseado sobre mí”. Edmond le devolvió sus sentimientos amorosos: “Es tan hermosa como un día soleado”; “tiene unos ojos negros con oro alrededor. No es posible pasar por alto su mirada”. Pero sabe que el amo “y la reina madre no van a hacerle la vida fácil, eso seguro”.

En una de las escenas más convincentes de la novela, la curiosidad de Rose y Edmond los lleva a explorar el dormitorio de Marie, la esposa del amo: “Edmond se acercó [a la cama] sujetando la vela. Le apartó la sábana de la cabeza e inclinó la vela. Un rostro apareció ante mí, casi negro, un poco como madera vieja barnizada”. Ahora entienden por qué nunca conocieron a la esposa de Charles.

Bouysse entreteje muchos pasajes tiernos sobre Edmond y Rose, pero Edmond no puede detener las maneras perversas de Charles. Una noche, obliga a Rose a ir a su habitación donde la agarra “como si fuera un trozo de carne en un tajo de carnicero” y la viola violentamente. En este punto, Rose entiende que “quien me había hecho sufrir era el mismísimo diablo”. Después de la violación, Rose, traumatizada, corre por su vida hacia el bosque. Cuando Charles la localiza, la lleva directamente a la fragua para marcarle el cuello. Rose, con un dolor insoportable, explica el incidente: “El olor era insoportable, el mismo que cuando quemas la piel del puerco para carbonizar las cerdas”.

Cargada con una culpa insoportable y con la intuición paterna de que su hija corre peligro, Onésime viaja a Les Forges con dinero suficiente para traer a su hija a casa, pero Charles no negocia: “Vienes a desafiarme en mi propia casa… ¿y dices que no ha pasado nada? Nadie toca lo que me pertenece sin mi permiso”. Onésime continúa suplicando por su hija, obligando al amo a hacer “una larga inspiración y, arrastrado por su propia furia con una violencia inaudita, aplastó su frente sobre el rostro de Onésime, como si fuese la misma violencia encarnada”. “Se encarnizó hasta bastante después de que Onésime hubiera perdido el conocimiento y la sangre se hubiera vertido en el interior de su cráneo para no volver a salir jamás”.

Rose es testigo de este episodio que la deja devastada y triste. Pero la vida se le complica más cuando comienza a experimentar fuertes dolores de estómago. Sin embargo, la madre de Charles tiene un plan: encerrar a Rose en “una cárcel para locos” y un asilo donde las mujeres también esconden embarazos no deseados. Poco después de su llegada, Rose dio a luz, sola, cortando el cordón con los dientes. Pero la malvada reina madre volvió y le robó el bebé a Rose tan sólo seis días después.

La estructura narrativa de Nacido de ninguna mujer coloca al lector dentro de la mente de los personajes y mantiene el libro moviéndose a un ritmo frenético, pero es la prosa imaginativa de Bouysse la que transporta a quien lee al interior de Les Forges y al interior del manicomio para experimentar la vida de Rose. En una especie de vuelta atrás, en el desenlace el ultra talentoso autor se quita el sombrero en saludo a su compatriota Alexandre Dumas, lo que puede sorprender a los lectores. Se podría preguntar si las estanterías de Bouysse están repletas de novelas de Dumas, Charlotte Brontë, Daphne du Maurier y Mary Shelley. Si es así, es una suerte para nosotros.

Artículo aparecido en “The Chicago Review of Books” 26-10-2021. 

Un relato gótico francés

Sobre el autor:

PANIKO.cl (@paniko)

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