Una dupla competitiva

Diego y Laura son los protagonistas de esta carrera que culmina antes de llegar a la meta. No porque Maratón, la novela de Macarena García editada en noviembre de este año por Cuneta, no logre el sentido de su título, sino porque en ella se aprende a dejar de correr para vivir en paz. La comparación entre una carrera, la maratón, y una pareja es totalmente válida. Tanto que al libro hay que darle una pausa para ver aparecer su profundidad.

Diego y Laura pertenecen a ese Chile actual en permanente entrenamiento. Como pareja, a veces se agotan y a veces se reaniman, pero no dejan de prepararse para avanzar hacia un futuro. Historias pasadas que salen al encuentro los hacen tropezar una y otra vez.

El libro tiene un comienzo de trote ligero y diálogos descalzados, que en bellos silencios acompasan la marcha. La carrera se hace lenta y a tientas porque solo con acuerdos se llega hasta el final. Para estos principiantes de la vida en conjunto, la maratón está afuera, en la calle y con el público. El caminar de Diego y Laura está adentro, en un departamento minúsculo y en ausencia de otros, en conversaciones encaminadas a chocar con la rutina, a decir no para decir sí, a venir llegando e irse para volver. En una competencia mutua por la felicidad, Diego y Laura se acechan para dejar de ganar, mientras construyen “marcando el paso” un camino propio, lejos de metas ajenas.

Maratón es un libro que se lee avanzando por dos pistas. En una, transita el relato de la carrera íntima construida a tropiezos. En la otra, transcurren las exigencias para los cuerpos y las mentes del trote profesional. En la primera se camina por la vida. En la segunda se corre con el mundo. Con ritmos y demandas desiguales, el flujo contemporáneo no las separa para alcanzar la meta final. Lo que se es y lo que se tiene que hacer, en paralelo como metáforas de la existencia de a dos; tan compleja, difícil y satisfactoria como esta bienvenida Maratón.

Maratón
Macarena García Moggia
Editorial Cuneta, 2017.