Una inmensa oscuridad

por · Agosto de 2013

Revisamos El diablo en Punitaqui, doce relatos que conforman el debut literario de José Miguel Martínez, Premio Consejo del Libro en la categoría Obras Inéditas 2012.

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Doce relatos conforman El diablo en Punitaqui, el debut literario de José Miguel Martínez, doce relatos escritos con precisión y fuerza, en una prosa clara, ágil, donde el trabajo de perfeccionamiento que el autor le ha dado a los textos queda de manifiesto tras terminar sus páginas.

Son variados los aciertos de esta propuesta literaria, la que viene a engrosar la lista de autores que giran en torno a los treinta, y que desde hace un par de años están renovando la escena literaria local. Las historias centran su eje en Antonio Granola, un asesino a sueldo, gordo y duro, sicario experto que trabaja a las órdenes del señor Cavagnara, suerte de jefe mafioso que mueve sus oscuros tentáculos entre Chile y Bolivia. Todos los cuentos tienen un hilo conductor al que el autor sabe darle la opacidad precisa, de modo que conservan su autonomía narrativa, pero sugieren un macro universo que le da unidad temática a la obra. Sí, el libro también se acerca a la novela, pero los relatos son auto conclusivos, y por ende funcionan de manera independiente, sin perder profundidad ni coherencia. Pero como todo buen libro de cuentos, El diablo en Punitaqui alcanza su máximo grado literario al leerse completo, comprendiendo las dimensiones del todo que construye Martínez. La habilidad del autor para entretejer las distintas tramas, supone un grato desafío al lector. Hay diversos puntos de vista, y las narraciones, en los distintos relatos, van y vienen en el tiempo y espacio, agregando una nueva arista a algunas de las historias ya leídas. Así, el mundo que erige Martínez, tiene densidad, fondo y capas de lectura.

La violencia y los hechos de sangre, cometidos en su mayoría por el gordo Granola, están presentes en todos los relatos. Alguien podría pensar que ese mundo de venganzas y muerte satura. Pero Martínez sabe cómo insertar la violencia con precisión y en el momento indicado. Además, a los personajes se los ve y comprende no como maquetas planas, sino desde su humanidad, desde sus necesidades y contradicciones. Por ejemplo, en Sonata de Granola, conviven dos momentos en apariencia opuestos, pero que funcionan complementariamente. Por una parte, el gordo Granola es prisionero de unos monjes asesinos. En el otro tiempo narrado, el gordo relata en primera persona una visita a casa de su madre, donde conocerá al novio de esta. El mafioso, frente a los monjes, está al desnudo en cuanto a su cruel oficio. Pero frente a su madre (e inspirado claramente en la relación de Tony Soprano y su progenitora en la serie The Sopranos), Granola es obediente, conteniéndose para no ofender al pretendiente de la anciana, y cuidando de comer ordenadamente. Ahí está, frente a su familia, en la dimensión humana contraria a la que vive en el convento como prisionero de los monjes. O, para sumar otro ejemplo de la construcción de personajes, basta citar el relato Leopoldo (sus sueños), donde un hombre humilde y de clase trabajadora, recibe el encargo de entregar una misteriosa caja por orden de Granola. En la superficie, es un hombre ganando dinero extra para subsistir con más dignidad; más allá del encargo, Martínez narra la difícil situación marital de Leopoldo, y sus sueños (que nunca recuerda), ilusiones y precariedades, como cuando intenta tener sexo con una gris mesera en un pueblo del altiplano.

Un punto que podría jugar en contra de la obra, es una cierta ingenuidad de parte del autor en la deuda con sus referentes. La fidelidad al género de mafia es a ratos obsesiva, y la necesidad de plasmar situaciones afines, hace que el mundo de José Miguel Martínez pierda cierta verosimilitud. A veces la provincia pareciera ser demasiado de postal, poco vívida, sin los elementos necesarios para poder verla y sentirla. También los diálogos salen a veces perjudicados por los códigos de género que maneja el autor. Una mezcla entre cotidianeidad y sapiencia de los personajes, termina por hacer que estos luzcan demasiados listillos, demasiado conscientes de lo que quieren decir y de mostrarse inteligentes.

Reparos más o reparos menos, lo que importa es que José Miguel Martínez ha publicado un robusto libro de relatos (ganador del Premio Consejo del Libro, categoría Obras Inéditas 2012), con una escritura limpia y certera, donde felizmente abundan los momentos poderosos e inolvidables.

El diablo en Punitaqui
José Miguel Martínez
Tajamar Editores
150 páginas
Precio referencial: $11000

Una inmensa oscuridad

Sobre el autor:

Heisenberg

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