Otra derrota contra la piratería.
Que se pirateen películas en Internet no es algo nuevo, de hecho es algo común y que ya tiene bastantes años. Sin embargo, que se filtre una película en buenas condiciones un mes antes de su estreno oficial, y por culpa del estudio, es algo que antes no pasaba muy seguido, pero que desde hace media década tiene a los estudios desesperados, y a millones de piratas (y a algunos cinéfilos) encantados. Este es el mundo de los Workprints, y cómo están impidiendo que Hollywood gane la guerra contra la piratería.
Sobre los Workprints, qué son y de dónde vienen
En primer lugar, es importante saber a qué nos referimos cuando hablamos de Workprint. Un Workprint -también conocido como una “copia de trabajo”- es la versión incompleta de una película, que es editada y utilizada en los diferentes procesos de post-producción para armar su versión final. Es decir, un Workprint es un trabajo en progreso que se encuentra “en bruto” y que, aunque tiene escenas adicionales a las que tendrá el resultado final, suele carecer de música, efectos de sonido y efectos visuales. Sonidistas, editores y especialistas en efectos especiales, entre otros, trabajan en la cinta para convertirla en la versión que llegará a los cines de todo el mundo.
Cuando un Workprint, como el de la película X-Men Origins: Wolverine se filtra en Internet, lo más probable es que la fuente provenga directamente del estudio cinematográfico, o de una compañía externa contratada para trabajar en la película. Por esto es que los Workprints disponibles para bajar ilegalmente tienen tres características únicas: están en cierto grado incompletos (puede ser una escena, como todos los efectos especiales), se encuentran disponibles mucho antes del estreno oficial de la película, y por último, son extremadamente raros, en comparación con otras clasificaciones, como el Screener, Telecine, R5 y DVD Rip, entre otras.
El problema para los estudios
Ahora, a diferencia de los tipos menos atractivos de piratería que suelen acompañar a un estreno –como las clásicas grabaciones chantas de cámaras portátiles (CAM), o los TeleSync (TS)-, los Workprints sí presentan un verdadero problema para las compañías cinematográficas: no sólo son filtrados por gente perteneciente a la industria y de calidad y sonido aceptable, a la mayoría no le importa que no esté lista, sólo quieren verla lo antes posible; sino también, y más importante aún: son distribuidos semanas y hasta incluso meses antes del lanzamiento oficial de la película, lo que por supuesto causa un gran impacto en las ventas de boletos, y no solamente por la distribución de copias pirata, sino también por culpa del famoso boca a boca.
Sencillamente basta con que un par de amigos te digan que la película es un bodrio para que cambies de parecer y no asistas al cine (o peor aún, te unas a ellos y la termines pirateando). Uno de los casos más emblemáticos de mala publicidad basada en un Workprint es el de Hostal: Parte 2, donde el mismísimo director del film, Eli Roth, gritoneó a los críticos de cine, quienes hicieron pedazos la película basándose solamente en el incompletísimo Workprint que se había filtrado y que carecía de los efectos especiales y de sonido, así como también del soundtrack.
Esto, sumado a las millones de copias piratas que circulaban la red, terminó sepultando la película, cuyo estreno fue un fracaso abismal.
El valor agregado del Workprint
Aunque lo que en primera instancia más atrae de un Workprint es su disponibilidad antes de un estreno, estos también tienen un gran valor agregado, que por lo general supera enormemente al original. Un Workprint nos permite comparar la versión original y en bruto de la película con su versión final, y conocer más acerca de la mirada del cineasta, mediante diferencias que suelen ir desde minutos –e incluso horas- de imágenes y música adicional, hasta cambios significativos en la trama, como escenas y finales alternativos. Es por esto que rara vez faltan en la colección de los cinéfilos más eruditos.
Para dar una idea, algunos de los Workprints más excepcionales son el de la magistral This is spinal tap (1984), que comenzó a ser distribuido hace un poco más de dos años en Internet (aunque proviene de una copia en VHS mucho más vieja) y que tiene nada menos que 4½ horas de material adicional. El de American pie, cuyo Workprint, uno de los primeros en filtrarse en la red (en 1999), estaba titulado como “Great Falls” (el nombre de la ciudad donde ocurre el film) y no tenía censura alguna; o el de Halloween (2007), que además de tener ene escenas nuevas (y algunas filmadas de diferente manera), incorporaba un final completamente distinto al de la versión comercial.La batalla no tiene final
Cada día es más fácil conseguir Workprints de las películas más esperadas, y peor aún, cada vez se hacen disponibles en mejor calidad. En los últimos años películas como Drive, The Smurfs, Elephant White, Gamer, Rambo IV, Shoot Em Up, Hulk, Kill Bill Vol. 1, Star Wars Episode III: Revenge of the Sith, y muchas otras han sido filtradas de esta forma, y todas días, semanas y meses antes de su estreno.
Por más que Hollywood batalle incesablemente contra distribuidores (como nuestros queridos ambulantes), páginas y usuarios de redes P2P, su victoria contra la piratería se hace cada vez más difícil. Batallar contra pequeños piratas puede ser fácil (cerrando sus páginas, aliándose con los proveedores de Internet y limitando los servicios, o simplemente demandando y cobrando), pero: ¿cómo lograrán detenerla, si se enfrentan a sí mismos?