Yo creo en Yeezus, ¿y qué?

por · Junio de 2013

Kanye no es feliz. Está enojado, y mucho. Yeezus es tanto musical como líricamente lo más agresivo que West ha publicado.

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Mi fanatismo por Kanye West data desde hace no mucho, pero podría ser descrito como “meteórico” a falta de una palabra mejor. Comienza (como el de muchos) con My Beautiful Dark Twisted Fantasy a finales del 2010. Y eso que la primera vez que lo escuché, quedé marcando ocupado. No lo entendí bien. No era Hip Hop propiamente tal, era algo más. Lo tuve que escuchar más. Cuando lo logré entender, ya estaba completamente obsesionado con el álbum. Más de lo que había estado con cualquier otro álbum en mi vida. Desde la producción de niveles estratosféricos de grandilocuencia, hasta las letras que resultaban un viaje entre el ego desatado de West, y las consecuencias que este le traía. Antes de eso, West para mí era solo ese fucking asshole que andaba dando vueltas por ahí, interrumpiendo ceremonias de premiación (cómo olvidar el MTV Awardazo 2009). Pero luego lo entendí como el mayor genio que se haya visto en el último tiempo.

Tal vez lo mejor de Dark fantasy… era que permitía entender toda la carrera del rapero de Chicago. Era la culminación de una evolución musical de seis años. Desde el soul de The College Dropout, pasando por la producción orquestada de Late Registration y el auto tune de 808s & Heartbreak, todo llevaba a la construcción de su obra maestra. Pero tras tener el álbum más grande que se haya hecho en lo que va de década, ¿qué demonios se puede hacer? Kanye tenía a la crítica, a sus pares, y a sus fanáticos rendidos a sus pies. Pasó rápidamente de ser el paria narcisista que le arruinó su momento a Taylor Swift (con incluso Obama tildándolo de “jackass”) al rey del Hip Hop moderno. Y eso me preocupó. Porque por alguna razón, un Kanye teniéndolo todo se me hacía sinónimo de un tipo con menos material para crear. Dark fantasy… nació del dolor, de la realidad de un tipo sofocado por su propia fama, además de haber terminado una relación amorosa, y tener una pésima imagen pública.

Dos años y medio Yeezy pospuso su carrera de solista para dedicarse a su álbum junto a Jay-Z, Watch The Throne (2011), entretenido, pero no superior a sus individualidades, para luego lanzar el álbum colaborativo de su sello GOOD Music, Cruel Summer (2012), donde West brilla, pero la participación del resto es bastante irregular. Eso, sumado a su reciente relación con Kim Kardashian (Why Kanye, why?) y su bebé juntos (doble WHY) me pusieron aún más ansioso pensando «por la cresta, este hueón va a perder su mojo». Pero esos fueron dudas de un simple mortal. Porque Yeezus llegó a devolverme la fe.

El sexto álbum de Kanye es una vuelta de tuerca en 180°, un completo giro de timón. Es el comienzo de una etapa nueva. Y al contrario de lo que los acontecimientos pudieran indicar, Kanye no es feliz. Está enojado, y mucho. Yeezus es tanto musical como líricamente lo más agresivo que West ha publicado. Es un álbum que golpea directo, sin rodeos, sin producción magnificente, si no que minimalista y sucia. Solo 40 minutos, pero con las pulsaciones a mil en cada segundo de estos.

Yeezus es también el álbum donde West ha hecho más uso de producción externa. Hay viejos conocidos como No ID y RZA, caras nuevas como Hudson Mohawke y Young Chop, y la legendaria figura y fundador del sello Def Jam, Rick Rubin. West también se da el lujo de tener a Daft Punk, quienes producen o co-producen las tres primeras canciones del disco, con su marca especialmente notoria en el inicio del LP con “On Sight”, saturada con sonidos electrónicos e industriales, donde West declara en su primera línea «Yeezy season aproaching».

Si el ego de West antes era motivo de auto reflexión para él, ahora está elevado a nuevos niveles, en donde este es una cualidad que le da el poder y el derecho de denunciar y criticar el orden establecido. Esto lleva a los momentos más políticos de toda la carrera del rapero, en “Black Skinhead” y sobre todo en “New Slaves”, con Kanye balbuceando con ira «Fuck you and your corporation, y’all niggas can’t control me!». También lleva a letras bizarras o derechamente hilarantes, como básicamente todo lo que diga en la híper sexuada “Im In It”, o el último verso de “I Am a God”, donde se encuentra una verdadera joya como «I just talked to Jesus. He said ‘What up Yeezus?’. I said ‘Shit I’m chillin’».

Pero la ira y el ego de Kanye no hacen olvidar lo fundamental: el tipo es un genio de músico. En “Hold My Liquor” logra mezclar a Justin Vernon de Bon Iver, y al joven rapero Chief Keef (que sorprendentemente, en esta ocasión no apesta) entre medio de texturas que llevan a un espectacular clímax con un solo sintetizado al final. En la épica “Blood On The Leaves” vuelve a pasar su voz por auto tune mientras canta sobre un sampleo de Nina Simone, también con vocoder. Y para el gran final con “Bound 2”, deja de lado su nueva faceta industrial noventera y regresa a su material clásico, demostrando que puede producir samples de Soul como ningún otro.

Yeezus es el paso más osado de la carrera de West. Y nuevamente sale airoso como él solo. Es una representación sonora de su complejo de Dios, de su narcisismo, de su amargura, rabia, y de una serie de condiciones que podrían ser tildadas como psiquiátricas. Pero todos los grandes genios han estado locos, y esta no es la excepción. El ego de Kanye no es, por poner un ejemplo burdo, la majadería de The Hives. El ego de Yeezy está amparado por una carrera impecable, y en este caso, por un álbum de un nivel superlativo.

Tal vez sería apresurado decir que Yeezus es el mejor álbum de lo que va de semestre, considerando todos los grandes y excelentes lanzamientos que hemos visto. Pero lo que me resulta innegable, es que es 100% el álbum más importante del 2013 (y afirmar eso el año del regreso de Bowie son palabras mayores). «Kanye West era mi nombre de esclavo, Yeezus es mi nombre de Dios» afirmó el músico la semana pasada. ¿Excesivo? Por supuesto. ¿Loco? Totalmente. ¿Patológico? Puede ser. Pero se han iniciado iglesias por menos. Parafraseando a Claudio Orrego, yo creo en Yeezus ¿Y qué?

Yo creo en Yeezus, ¿y qué?

Sobre el autor:

Matías de la Maza (@matias_delamaza)

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