Men in black 3 y volver al pasado

Recuerdo un día miércoles hace quince años cuando escapé de mi casa y a escondidas me dirigí al cine Las Lilas para ver Men in black. En ese entonces tenía prohibido ir al cine habitualmente, ya que mi familia se encontraba en una pésima situación económica y pasar el tiempo en una butaca frente a un telón gigante era un lujo que muy pocas veces podíamos costear.

Como fanático de la ciencia ficción ya conocía algunas obras que habían logrado mezclar el “Sci-Fi” con comedia exitosamente, como The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy y Dark Star, y la combinación entre acción, comedia y extraterrestres que vi en un tráiler de penosa calidad -que demoró varias horas en descargar- me pareció irresistible, así que, entusiasmado, ignoré a mi vieja y con la plata de la colación, micro y otras chauchas adquirí mi ticket y disfruté de la película. El cine siempre ha logrado zafarme, aunque sea momentáneamente, de mis problemas y en esos tiempos difíciles, la Men in black original logró desplazarme a un lugar nuevo, donde los extraterrestres vivían entre nosotros y era la Tierra la que estaba en constante amenaza, no mi educación y hogar.

Ahora tengo veintisiete y para ser completamente honesto, no le había prestado en absoluto atención al desarrollo de la tercera parte de Men in black. Solo tenía entendido que estuvo en el Development Hell por bastante tiempo, y eso sería. Sin ninguna expectativa acepté la invitación a verla solo como un panorama simpático para pasar el rato. Sin embargo, la película hizo mucho más de lo que esperaba. Todos esos recuerdos enterrados volvieron a mí como si viajara en el tiempo –al igual que J (Will Smith) lo hace en la película- y sin darme cuenta me encontré nuevamente sumergido en un universo donde mis problemas universitarios, de pareja y familiares eran insignificantes en comparación a la inminente invasión extraterrestre que los hombres de negro debían detener.

Repleta de guiños y homenajes a la cultura y series de antaño como La dimensión desconocida y Doctor Who, esta tercera parte de la franquicia, ambientada en los 60’s, logra capturar todo el estilo de la época y, rompiendo con la fórmula tradicional de “atrapar el malo” –utilizada tan ineficazmente en la insignificante Men in black 2-, sin mucha pretensión, también cautiva por su simplicidad y falta de seriedad, que deja de lado elementos innecesarios (como una trama intrincada o grandes periodos de exposición) para dar paso a situaciones graciosas, algunas predecibles, otras inesperadas y hasta emotivas, incluso atreviéndose a romper la “cuarta muralla” adecuadamente cuando es necesario, todo por el beneficio de la audiencia.

Men in black 3 es lejos una mejor película de lo que uno podría esperar de un “chash-in” de Hollywood, y su quiebre de fórmula da paso a una película que puede no sea memorable, pero sí sumamente entretenida, inesperada y diferente a lo que estamos acostumbrados los terrícolas comunes, corrientes y con problemas que, al contrario de sus protagonistas, a gran escala, resultan intrascendentes.