Congelador: «Detestábamos esa pseudo escena pretenciosa de los 90»

por · Febrero de 2014

La banda de Walter Roblero y los hermanos Santis revisa su identidad y la de la música chilena en las últimas décadas.

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Fotos: Claudia Valenzuela.
Video: Cortando el Aire

Este año se cumplen dieciocho de carrera para Congelador. La banda que forman Walter Roblero y los hermanos Rodrigo y Jorge Santis —y que tiene también en sus filas a la tecladista Estefanía Romero-Cors— nació en el esplendor de la industria musical chilena. No sólo sobrevivió a su caída, sino que hoy es responsable, con la fundación y gestión de Quemasucabeza, su propio sello, del fecundo presente de la escena independiente nacional.

Mientras en entrevistas los compatriotas músicos hablan de girar en Europa o sonar en México, de figurar en festivales o llegar a Estados Unidos, los Congelador explican que su larga historia se basa justamente en lo contrario: no ambicionar nada más que tocar entre amigos y plasmar eso en un disco.

El sonido puede cambiar —pasando del apesadumbrado rock inicial a etapas más melódicas o experimentales, aunque siempre en los límites de la simpleza— pero el espíritu de Congelador permanece igual al de esa primavera de 1996, cuando se preparaban para su primera presentación en vivo. A fines del año pasado sacaron su sexto álbum, Cajón, grabado en una rápida sesión en el Cajón del Maipo. Con esas ocho nuevas canciones estarán en otra edición del festival Neutral, llamado igual que el fanzine musical que publicaban como alumnos del Instituto Nacional.

Walter Roblero, bajo, y Rodrigo Santis, guitarra, responden por mail este cuestionario.

—¿Cuál es la tocata o concierto que mejor recuerdan?

Rodrigo Santis: Tengo buenos recuerdos de el show con Stereolab en el ahora Nescafé de las Artes; de uno junto a Pánico y Suárez en Laberinto; de Damo Suzuki en Normandie; y algunos de la gira a España que hicimos el 2003.
Walter Roblero: Hay muchos conciertos que yo recuerdo con cariño, grandes y pequeños. Nuestras primeras tocatas en lugares muy precarios las tengo en mi mente como algo muy valioso, tanto como haber tocado con Stereolab o Damo Suzuki, dos artistas que admiramos. Creo que el primer concierto en un escenario grande fue inolvidable para nosotros: un festival organizado por una desaparecida página de música chilena, Chilerock, en 1997.

—¿Cuál es la tocata o concierto que peor recuerdan?

W: No creo haberlo pasado mal en ningún show, pero lo más raro que hemos dado fue en el Liceo Manuel de Salas, hace unos 14 años, no recuerdo bien el año. Más que nada porque era como un festival de aniversario del colegio, lleno de bandas tributo y el público no estaba interesado en nosotros. Cuando salimos a escena la gente se retiró totalmente de la sala; sólo quedaron dos personas. Aún así tocamos nuestro set completo para esos dos que se quedaron a escuchar.

—¿En qué lugar nunca volverían a tocar?

W: La verdad, no recuerdo ningún lugar en el que me haya arrepentido de tocar.

—¿A qué ciudad volverían siempre?

W: De las que hemos tocado: Valparaíso, Concepción, Barcelona y Ciudad de México.

—¿Qué es lo que más disfrutan de subirse a un escenario?

W: Creo que ahora se están dando momentos muy especiales juntos. Yo disfruto el hecho de que las cuatro personas que estamos sobre el escenario somos grandes amigos. Otra cosa es que me encanta ser devorado por el sonido que logramos juntos, entrar en el trance de las canciones, de verdad que lo disfruto un montón.
R: La energía que se genera entre nosotros en la banda y con el público.

—Si no fuera por los viajes, el Chino Ríos habría sido feliz como tenista. ¿Son felices ustedes como músicos, o hay algo en el proceso de hacer música que eliminarían?

W: Con Congelador vamos a cumplir dieciocho años tocando juntos. Durante ese periodo hemos tratado de eliminar todas las cosas que nos molestan (que siempre son extramusicales) para dejar sólo lo bueno y concentrarnos en la música. Para nosotros esto no es un trabajo; lo pasamos muy bien tocando juntos. Nuestra primera misión es hacer que la experiencia de tener la banda no sea tortuosa.

—¿Ha cambiado mucho el público chileno desde 1996, el año en que se formaron?

W: No podría afirmarlo con argumentos muy contundentes. Lo único que podría decir es que desde cuando comenzamos, en los noventa, hasta ahora, y lo digo como espectador de tocatas también, todo era más desatado y precario. Ibas a ver bandas a antros horribles con los baños reventados, los pisos mojados y un público muy diverso. Habían punks, thrashers, indies, jipis y universitarios, todos conviviendo juntos en climas hermosamente tóxicos. Hoy todo está normalizado por la figura del “evento”, del auspiciador, etc. Estas palabras no las digo con nostalgia, no sé si a estas alturas podría defender algo así. Es el signo de los tiempos.

—¿Han cambiado mucho los músicos chilenos?

W: Sólo puedo hablar por mí y dar una impresión muy superficial sobre algunos de mis amigos músicos. Sí, creo que los que seguimos en esto hemos tratado de cambiar para mejor, al menos en ofrecer algo bueno a la gente que nos valora y especialmente seguir desarrollando ideas nuevas y tener buena infraestructura para tocar.

—¿Qué cosas de su época inicial extrañan?

W: Yo, nada.

—¿A qué músico o banda chilena admiraban a fines de los 90?

W: Supersordo y Tobías Alcayota.

—¿A qué músico o banda chilena admiran ahora?

W: Me encanta lo que está haciendo Matías Aguayo junto a Mostro. El último álbum de Matorral es maravilloso. De lo más nuevo me encanta lo que está haciendo Midiset, Maifersoni y Natisú. También hay cosas muy interesantes de compositores como Juan Pablo Abalo o el productor Pablo Muñoz (mitad de la dupla De Janeiros), quien viene cocinando un proyecto personal hace un tiempo y que seguro dará forma a un disco magnífico, en el cual he tenido el honor de participar.

—¿Les parece que el pop de hoy juega el papel del rock hace veinte años?

W: No sé si el rock jugaba un papel tan importante hace 20 años. Creo que Congelador se formó, un poco, porque no nos gustaba prácticamente nada de los que se estaba haciendo en ese momento. Además, no me gusta mucho hacer la distinción entre una cosa u otra, porque las dos terminan siendo música popular al fin y al cabo.

—A pesar de sus recesos, ¿qué es lo que consigue mantener vivo a Congelador?

W: Mantener al grupo como un espacio de creación al margen de cualquier pretensión extramusical. Fue una promesa que nos hicimos con Rodrigo Santis cuando éramos veinteañeros y nos hemos mantenido relativamente fieles a esa idea.

—Dieciséis años de carrera: ¿cuánto tiempo es?

W: 18 años, en realidad. Poco tiempo.

—¿Se consideran unos sobrevivientes?

W: Nuestro grupo funciona porque somos amigos. No hay una idea más allá. El grupo existe porque nunca hemos tenido grandes pretensiones aparte de hacer música que nos guste, sacar discos y tocar de vez en cuando. La mayoría de los artistas que más admiro, como Violeta Parra, Miles Davis, Robert Wyatt o Nick Cave, son personas que se mantuvieron o se han mantenido haciendo música toda su vida. Y creo que nosotros hacemos música porque tenemos una necesidad de expresar algo. Mientras eso se mantenga, entonces el grupo tiene vida.

—¿Cómo son sus auditores (o cómo se los imaginan)?

W: Tenemos muy buenos amigos que nos siguen desde los inicios. Ellos son nuestros referentes. Son treintones y cuarentones. Algunos tienen hijos, algunos se han separado, algunos se mantienen en sus relaciones sentimentales. La mayoría trabaja y tienen sus pasatiempos como cualquier persona. Son gente común y corriente que ya no tiene cabeza ni tiempo para pensar que son parte de algo, de una escena o alguna tendencia. Todos tratan de ser felices con sus vidas y dedican su tiempo a sus pasatiempos, como la música. En nuestros últimos conciertos he visto gente más joven que ha descubierto nuestros discos, lo que me llena de felicidad.

—¿Piensan en ellos al momento de componer?

W: No creo. Para la composición del últimos disco, por ejemplo, fue solamente lo que nos surgió en el momento, pues fue armado en base a improvisación. Luego Rodrigo agarró el material que seleccionamos y le dio una coherencia y un sentido a las grabaciones. Fue una segunda fase de composición; habría que preguntarle a él en que estaba pensando cuando transformó nuestras improvisaciones en canciones.

—¿Qué prefieren: que los escuchen más o que los escuchen mejor?

W: No lo sé. Divertida la pregunta, pero no puedo contestarla.

—¿Cómo conviven con sus antiguas canciones? ¿Les avergüenzan un poco o les enorgullecen mucho?

W: Hay de todo; se dan las dos cosas. Tengo cariño por cierto material, pero otro me parece inescuchable.

—Decir que el noise es una forma de vida, ¿sería exagerar?

W: Seria abanderizarme por algo que no me pertenece. A mi me gusta la música popular en general y me da vergüenza cualquier tipo de dogmatismo o militancia.

—¿Cómo no definirían su sonido?

W: Rock ambiental.

—¿Qué es lo más ridículo que han dicho de Congelador?

W: No lo sé, alguna frase huacha de alguien que se las dio de musicólogo por ahí. Nada importante. Esta cosa está llena de gente que se siente experta, no solo desde la ignorancia sino desde el desinterés, que es mucho peor. Es algo con lo que hay que lidiar todos los días.

—¿Qué es lo más hermoso que han dicho de Congelador?

W: Hay gente que nos ha dicho que ciertas canciones y algunos discos nuestros han sido muy importantes en algún momento de su vidas. Eso siempre será hermoso.

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—¿Cuál es el mayor logro que han conseguido como banda?

W: Ir innovando dentro de nuestro propio estilo, reglas y limitaciones.

—¿Y cuál fue el golpe o la caída más dura?

W: No hemos tenido un momento realmente duro. Si creo que después del disco Cuatro perdimos un poco el interés en la banda y de hecho comenzamos a grabar un disco que nunca editamos. Por eso fue bueno parar, tomarnos un par de años para ver qué era lo que queríamos hacer y comenzar a desarrollar un ritmo de trabajo compatible con nuestras vidas. Eso fue realmente sanador para nosotros.

—Este momento de la música independiente chilena: ¿es fruto de algo o sólo una feliz casualidad?

W: Sí, es fruto de muchas cosas que se vienen arrastrando desde hace años, pero que son un poco largas de enumerar.

—¿Qué le falta al ambiente musical chileno para que este apogeo no se diluya en el tiempo?

W: Creo que es fundamental, como primera misión, hacer música interesante. Sino todo se vuelve aburrido.

—¿Cuánto influyeron sus padres —o sus familias— en su vocación musical?

W: En mi caso, un montón. Mi madre siempre fue muy buena para escuchar música y mantenía una pequeña colección de cosas interesantes que empecé a descubrir desde niño. Le gustaban los Beatles, Ottis Redding, Ella Fitzgerald y Chopin; esa eran las cosas que escuchaba. Además tocaba un poco de piano, teníamos uno en la casa. Ella me regaló mi primer bajo, además. Por el lado de mi viejo también. Siempre nos íbamos a la playa escuchando cosas como Grand Funk, Deep Purple o Pink Floyd. Gracias a mi padre y sus hermanos y hermanas descubrí el rock, pero también el folclore y la canción protesta; eran los típicos jipis de oposición a la dictadura de Pinochet, que en la casa ponían a Silvio Rodríguez o Violeta Parra.

—¿Cambia la manera de hacer música teniendo hijos o familia?

R: En Congelador, no mucho. Creo que en mi otro proyecto, Caravana, se nota mucho más esa temática. Quizá el hecho de tener menos tiempo nos haya impulsado a componer este disco de la manera en que lo hicimos. Recuerdo que en los primeros discos de Congelador pasaba el día completo con la guitarra en la mano.

—¿Cómo reaccionan ellos frente a su música?

R: No han tenido mucha oportunidad de ver a la banda. La vez que fueron a vernos al GAM se durmieron en la mitad :(

—¿Cuánto influyó la ciudad, su paisaje y su gente, en la música de Congelador?

W: Nuestro ánimo, carácter y sentido del humor, para bien o para mal, es eminentemente santiaguino. Eso creo que se nota en nuestra música, tanto como se le podría notar a Jorge González en sus canciones.

—¿Es Santiago una condena o el mejor lugar posible de Chile?

W: Es la ciudad en la que me tocó nacer. Le tengo mucho cariño, aunque tengo una relación extraña con ella. Me atrevería a decir que el santiaguino vive en una eterna relación de incomodidad con el lugar que le tocó habitar, pero es parte de nuestra personalidad. Por fortuna, hoy vivo en un barrio que me gusta mucho, el Barrio Yungay: es como un pequeño pueblo dentro de Santiago y hay gente muy interesante, muy divertida y muy loca.

—¿Qué era lo que más se escuchaba en el Instituto Nacional en los noventa?

W: Yo salí del colegio el 93. Durante los años que estuve ahí descubrí mucha música, tuve la fortuna de conocer amigos que eran muy inquietos y con una mente muy abierta. Pasaba lo que pasa en los colegios, que a cada uno le gusta algo diferente y si uno es lo suficientemente mateo con la música, saca lo mejor de cada cosa que va descubriendo. Era como un charquicán de gustos. Recuerdo que cuando conocí a Rodrigo, me impresionaron mucho las cosas que me mostró. Gracias a él descubrí, por ejemplo, a Scratch Acid, que me volvieron loco en su momento, pero también me prestó cintas increíbles de ska. Conocí el maravilloso segundo disco de The Specials gracias a él.

—¿De qué se trataba Neutral, el fanzine que hacían en el colegio?

W: Yo creo que se generó en nosotros una inquietud tal por la música que primero intentamos canalizarla escribiendo. Fue un momento hermoso, porque hacíamos todo artesanalmente y el contacto con los sellos y las bandas era por carta. Teníamos una casilla de correo donde nos llegaban las cosas. Cada vez que recibíamos un paquete de algún sello discográfico era un momento de felicidad indescriptible. Neutral duró tres años, en los cuales sacamos tres números. Luego nos dieron ganas de tocar juntos y hacer una banda.

—¿Mantienen la idea, como lo dijeron en una entrevista, de que Congelador nació como una reacción al brit-pop que se imitaba en Chile?

W: No sé si fue tan pensado en su momento, yo creo que esa es una idea que elaboré con el paso del tiempo, mirando nuestra historia a la distancia. La sigo afirmando, porque realmente detestaba toda esa pseudo escena pretenciosa que se generó. Todavía la detesto, de hecho.

—De las bandas contemporáneas a ustedes que ya no sobreviven, ¿cuál debería ser rescatada del olvido?

W: Agrupación de Ciudadanos. No eran contemporáneos a nosotros, eran más viejos, venían de una cosa más prog pero eran muy interesantes. Ese grupo también tenía un nexo con Los Jorobados, ya que un par de integrantes también tocaban ahí. Me parece que hay unas personas que están haciendo un documental sobre estos músicos, lo que me parece genial para que se conozca su obra. También me gustaría que todo el catálogo de Horrible Registros (de mi amigo Carlos Reinoso, de Mostro) estuviera disponible para libre descarga.

—De las que sobreviven, ¿cuál debería ser enterrada en el olvido?

W: Ninguna, todos tienen derecho a hacer música y a expresarse, aunque a uno no le guste.

—¿Qué decisión nunca volverían a tomar?

W: Cualquier decisión en la que uno sienta que está transando cosas importantes, fundamentales. Aquello que algunos llaman “vender su alma”. Eso no.

—¿Se sienten exitosos?

W: El éxito es algo que no me importa en lo personal. Sacar nuestros discos es el verdadero éxito.

—¿Se consideran ambiciosos?

W: No creo. Tratamos de ponernos metas y cumplirlas, nada más que eso.

—¿Cuál es el mayor aprendizaje tras todos estos años tocando y grabando?

W: Tocar juntos es aprender a conocerse también. Hoy día sé muy bien cuál es mi lugar en la banda y cómo funciona el grupo, ya que tiene una naturaleza particular. Eso también lo he descubierto tocando con otra gente, porque cada grupo humano es muy diferente de otro. Lo que más me gusta de tocar es interactuar con otras personas y conocer gente, que siempre sea una manifestación de la amistad. Eso es lo más importante.

Festival #Neutral2014
Sábado 1 de marzo desde las 14:00 horas.
En vivo: Jorge González + Juana Molina + Astro + Dënver + Felicia Morales + Electrodomésticos + Colombina Parra + Coiffeur + Congelador + Atom TM + Franny Glass.
Centro Gabriela Mistral (GAM). Alameda #227, Santiago.

Entradas: $15.000 (preventa) $18.000 (día del evento). Boletería GAM y www.gam.cl
Evento para todas las edades. Niños de hasta 10 años gratis.
Evento de facebook: https://www.facebook.com/events/659599577423615/?fref=ts

Congelador: «Detestábamos esa pseudo escena pretenciosa de los 90»

Sobre el autor:

Cristóbal Bley es periodista y editor de paniko.cl.

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