CR7: Majestuoso, insoportable

por · Noviembre de 2013

Soberbia y narcisismo aparte, y con un triplete ante Suecia, esta parece ser, más que ninguna otra, la temporada definitiva de Cristiano.

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Per Nilsson, central sueco de 31 años, pareció olvidarse por un momento de quien venía por su sector. Exaltado, corrió tarde hasta la mitad de cancha a presionar al delantero Hugo Almeida, que recibió la pelota de espaldas. Suecia le ganaba 2-1 a Portugal por el repechaje europeo al Mundial, quedaban catorce minutos, y con un gol más se clasificaban los amarillos.

Pero Nilsson, quizá excitado por la euforia de la gente, a lo mejor embravecido por los dos flashazos recientes de Zlatan, perdió la concentración un segundo y salió de su posición. Cristiano Ronaldo, como un leopardo, no tuvo piedad ante tamaña ingenuidad. Majestuoso e insoportable, fuerte como un mito, vio el espacio, aceleró por su izquierda, adelantó la pelota con el muslo derecho y metió un zurdazo de precisión playstationesca.

—Yo estou aqui! —gritó en portuñol, después del gol, a los pálidos suecos que lo pifiaron fuerte todo el partido en el Friends Arena de Solna—. Estou aqui!

Aunque siempre presente, es primera vez que Cristiano —el mejor delantero del mundo, 32 goles en 22 partidos esta temporada, vanidoso y arrogante, eternamente sobrado— resulta tan determinante para su selección. En la fase grupal de la eliminatoria no anotó un solo gol ante Rusia ni Israel, los rivales más importantes de su zona, y en los cuatro partidos del Mundial de Sudáfrica —donde llegó como capitán y máxima figura— apenas convirtió una vez: el séptimo gol del 7-1 a Corea del Norte.

Esta vez, en cambio, en los dos partidos del repechaje ante los suecos, en un duelo de egos contra Ibrahimovic, cuando había que demostrar esa grandeza que perdura en las memorias colectivas, Cristiano apareció. Cuatro goles, todos llenos de vigor y fiereza, pura guapeza que apaga las críticas —y que aumenta de paso su idolatría y antipatía.

cristiano ronaldo

Hay muchas razones para odiar a Cristiano Ronaldo, y él mismo se encarga de entregarlas muy seguido. Sin ir más lejos, esta semana el periódico portugués Diário de Notícias publicó que el delantero del Real Madrid, en su ciudad natal de Madeira, tiene planeado inaugurar un museo en homenaje a sí mismo el próximo año.

—Creo que por ser rico, por ser guapo, por ser un gran jugador es que la gente tiene envidia de mí— dijo, famosamente, después de ser abucheado en Zagreb todo el partido, jugando contra el Dinamo.

—Estoy triste —soltó otra vez, tras meter dos goles ante el Granada y no celebrarlos. Rico, guapo, gran jugador envidiado. Pero triste. Ay.

Soberbia y narcisismo aparte, esta parece ser, más que ninguna otra, la temporada definitiva de Cristiano. Aunque sigue festejando algunos goles como quien llena con éxito un crucigrama —apenas una mueca de aprobación, con suerte un gesto de altanería— su valor ya no se traduce sólo en el resultado sino también en el juego. Lo que se le criticó siempre, que su figura crecía contra los débiles y se apagaba contra los fuertes, ha ido quedando en el pasado. Su fútbol ya no se remite sólo a las carreras por el pasillo izquierdo, y ante la pasividad goleadora de los centrodelanteros de sus equipos —Benzema en el Madrid; Postiga y Almeida en Portugal— se le ha visto intervenir con diagonales desde la derecha y apariciones por el medio.

El ejemplo perfecto se dio en este repechaje. No solamente fue el jugador que más pateó al arco —ayer él solo consiguió más remates que todos los suecos juntos— sino que lo hizo de todas las formas posibles, y así se reflejó en sus cuatro goles: de cabeza por el medio en Lisboa; y diagonal desde la derecha, pique al espacio por la izquierda y aparición por el centro en su hat-trick en Estocolmo.

Además de los goles, ayer se le vio arrastrando marcas hacia atrás para hacer espacio a Nani y Almeida, reteniendo la pelota cuando había que manejar el ritmo, buscando asistencias cuando aparecían espacios. Un Cristiano completo y absoluto, con el mismo peinado pintoso, con su misma estampa potente y prepotente, merecedor de la envidia y asombro de todos. Un cazador relamido, que a los Per Nilsson de este mundo se los come en tres bocados.

CR7: Majestuoso, insoportable

Sobre el autor:

Cristóbal Bley es periodista y editor de paniko.cl.

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