Un grupo de hombres se reúne para manejar a la velocidad del paisaje en una ciudad que maneja a la velocidad de la neurosis.
Al igual que el Club de la Pelea reunía a un grupo de hombres de mediana edad y de clase media a darse y no consejos para exfoliar su frustración existencial, este grupo de hombres se reúne para manejar a la velocidad del paisaje en una ciudad que maneja a la velocidad de la neurosis.
Domingo. Mediodía. Exterior. Frío. Plaza Brasil.
Una quincena de personas, en su mayoría hombres, se encuentra reunida en círculo. Al lado, una decena de citronetas están estacionadas en línea. Las hay de varios modelos y colores. Unas radiantes. Otras más carreteadas. Todas andan. Eso es todo lo que se le pide a un dueño de citroneta para ser parte del Club Citroamigos.
El grupo discute respecto a detalles del paseo/caravana que programan para el fin de semana hacia la V región.
—Yo creo que deberíamos ir al Pimentón
—¿Y si mejor vamos al jardín botánico y hacemos un asado?
—Hay que coordinar bien, avisar, cosa de no tener atados con los pacos cuando lleguemos. Porque la idea sería mostrar los autos en la plaza Sotomayor, ¿no?
Iván Araneda, sociólogo, encargado de relaciones públicas del club, hace las veces de vocero. Al igual que Tyler Durden en El Club de la Pelea, Iván camina entre el grupo, se aleja un poco, y recita:
La primera regla del Club de Citroamigos es: No tiene nada que ver con el Club de la Citroneta.
La segunda regla del Club de Citroamigos es: No tiene nada que ver con el Club de la Citroneta.
Eso es importante recalcarlo, este club nace el 2008 y se descuelga del otro y ya no tenemos vínculo alguno. Esto por sus características selectivas. Por diferencias políticas. Nosotros somos un club inclusivo. Empezamos 7 citronetas y actualmente hay 15 citronetas activas.
Tercera regla del Club de Citroamigos: Nos juntamos todos los segundos domingos de cada mes, y hacemos alrededor de 8 paseos al año.
Cuarta regla del Club de Citroamigos: Todo miembro del club tiene la obligación de ayudar al otro si lo necesita, ya sea en los paseos, si se queda en panne. Así también para conseguir repuestos, que no son ni económicos ni fáciles de encontrar.
Quinta regla del Club de Citroamigos: El club no hace negocios, no tiene fines de lucro, y está completamente abierto a cualquiera que tenga una citroneta, en el estado que sea. Hay un socio que es chofer de micro y otro que es gerente general de una empresa. No importa ni la clase social, ni el color político, solo la pasión por la citroneta. El precio de una es relativo. Las hay desde 50 mil pesos a 3 ó 4 millones. La primera que me compré me costó 140 lucas. Es que se pueden comprar para repuestos también, por ejemplo, porque se necesita tal pieza, y después el resto queda como donación para el club.
Sexta regla del Club de Citroamigos: Se anda a la «velocidad del paisaje». Si bien una citroneta en estado óptimo puede correr tranquilamente a 140 km/hr o a 120, la velocidad ideal son 80 km/hr así que esa es la velocidad a la que se maneja en las caravanas.
Séptima regla del Club de Citroamigos: Este club no es hipster. Es anti hipster. Lo hipster, o el gusto por lo vintage es una moda. Esto es un estilo de vida. Una pasión.
Octava regla del Club de Citroamigos: El club tiene amigos en varias regiones del país. Sobre todo en el sur. Es regla que si uno llega de visita, se le reciba con comida y techo, como mínimo.
Iván sale de su rol de Tyler. Entra a su faceta de sociólogo. Y dice:
«La citroneta rescata la historia social de Chile. En prácticamente todas las familias alguien tuvo en algún momento una citroneta. Desde un punto sociológico es lo que le da la identidad a la clase social media a Chile. En los años sesenta, tener casa, educación, y citroneta, era la base de la clase media. Por eso son tan queridas, son, o eran, un integrante más de la familia. Se les bautizaba, hasta el día de hoy se les pone nombre propio, como Josefina o Roberta».
—¿Y la tuya cómo se llama?
—Tengo tres. Una Azam de 1970 que se llama “Mioeta”. Una AX330 de 1977 que se llama “Laica”, y el ami8 de 1978 que se llama “Fratolaliso”, por fraternidad, tolerancia, laicismo, libre examen y solidaridad social.