Hombres solos

por · Julio de 2014

Reseña de Autoayuda, la última novela de Matías Correa. La decadencia de La Dehesa, la amistad de dos adultos perdidos, la literatura como salvación. Regalamos una copia.

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La frase me quedó grabada para siempre: “No abandones las lecturas ni las letras, pueden salvarte la vida”. Me llegó por mail hace casi siete años, después de enviar una excusa tonta de por qué no asistí a las últimas sesiones de un taller. Siempre que sentía que por equis motivo me alejaba de los libros, como un viejo y tortuoso amor, la oración volvía a mi cabeza. A veces, cuando me daba cuenta que ya la había deformado demasiado, escarbaba en mi bandeja de entrada para encontrarla, tipearla textual y grabármela de nuevo. Play & Rec. Hasta hace poco esas palabras llevaban perdidas un buen tiempo; ahí fue cuando me topé con una escena en la segunda novela de Matías Correa, Autoayuda (Chancacazo, 2014).

A Mena, el protagonista del libro, en medio de una terapia le sugieren/incitan/obligan a tatuarse un epigrama como parte de la recuperación mental tras el escape de su mujer. El terapeuta es su vecino, Genaro Scott, un escritor de libros de autoayuda que tiene el rostro totalmente deforme por un balazo que se pegó el mismo, dizque sin querer. En eso se va la historia a grandes rasgos: en dos hombres solos que se acompañan y se ayudan a ayudarse.

Más allá de que la novela transcurre entre el Portal La Dehesa y las tiendas boutiques de Alonso de Córdoba, y de que Mena se haya pasado sus 40 años de vida ganando sacos de plata, drogándose y follando a jóvenes universitarias que tenían que pagarse sus carreras, el libro no se queda en superficialidades: al igual que el protagonista, avanza. Penetra en un mundo poco explorado por la literatura nacional y consigue desarticularlo hasta que ese contexto queda de lado, y lo único que importa es lo que pasa dentro de la cabeza de este abogado y su relación con el famoso escritor que poco tiene de pilarsordesco.

La segunda persona, que a ratos se utiliza en el libro, corre bien. Logra la conexión que busca Correa con el lector. «Lo bueno es que, por fortuna, tu desobediencia y mala memoria molestarán apenas. La verdad, no hace falta que llegues a excusarte, porque confío en que ni tú ni yo llegaremos a encontrarnos. Sin embargo, espero que la fragilidad de tus recuerdos, en algún momento, más adelante te permita evocar la huella de mis palabras», dice Mena en el inicio de la novela. Quizá el punto más bajo del volumen está en los diálogos. En pasajes del libro no logra encontrar el tono del personaje que, a pesar de cierta ironía en sus palabras, tropieza con un discurso un poco envasado.

—No estoy haciendo esto solo por ella —respondí aspirando mi parte.
—¿Seguro que no, mi niño?
—Y yo no estaría tan orgulloso de parecer un travesti anoréxico.
—Ya, si te vas a poner idiota y pesado me voy –dijo, y de un salto abandonó su asiento-. Total, tu amigo ya me pagó.
—No te hagas la sensible, por favor. Siéntate, ¿quieres?

Al igual que la frase que Mena se tatúa en la nuca, el relato cumple la función del recuerdo como terapia. El personaje es diagnosticado con un extraño mal, variedad del alzheimer, que poco a poco le dejará solamente fragmentos de situaciones vividas. La realidad como una foto que va perdiendo pixeles hasta quedar irreconocible. Y Mena, con la ayuda de su vecino, finalmente recurre a las letras para sanarse. O para calmarse. O para empezar de nuevo. O para salvarse la vida.

p.d: Estimados Chancacazo, los índices siempre se agradecen.

Autoayuda

Autoayuda
Matías Correa
Chancacazo, 2014
196 p. — Ref. $9.000

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Respondiendo, en nuestro módulo de comentarios, ubicado más abajo, la siguiente pregunta: ¿cuándo fue la última vez que pediste ayuda? El ganador aparecerá tras el sorteo en este mismo post.

GANADOR:
-Myriam García

Hombres solos

Sobre el autor:

José Pablo Harz (@jpharz).

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