PÁNIKO recomienda: In-Edit Nescafé 2012

por · Noviembre de 2012

PÁNIKO recomienda: In-Edit Nescafé 2012

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Entre el 6 y el 16 de diciembre tendrá lugar el noveno Festival internacional de cine documental musical de Chile, In-Edit Nescafé, que este año será exhibido entre las sedes: Teatro Nescafé de las artes, Centro Arte Alameda, Centro GAM y Sala Cine UC.

Este año, junto a la competencia nacional y de cortos, In-Edit Nescafé exhibirá los primeros diez de un lista de los cien mejores documentales musicales de la historia, que se elaboró entre expertos hace unos meses desde España, como parte de las actividades especiales por los diez años de IN-EDIT BCN, el más antiguo de los IN-EDIT en el mundo (también con ediciones en Santiago de Sao Paulo, Berlín y Santiago; y pasadas experiencias en Puebla y Buenos Aires).

La elección se basó en una encuesta entre documentalistas (algunos, tan prestigiados como Don Letts y Grant Gee), músicos, productores de televisión, críticos de cine y de música, programadores de festivales de cine, periodistas y otros expertos. Cada uno debía nombrar veinticinco títulos de no ficción (no se consideraron biopics ni películas de música docta) previos al año 2011. La lista final fue bastante consensuada y «llena de pasión por este tipo de documental y sus subgéneros: películas de conciertos y de festivales, diarios de gira, perfiles espontáneos de artistas, trabajos de investigación periodística, ensayos fílmicos y hasta el falso documental» según Joan Pons, su coordinador.

La lista completa de los cien mejores documentales musicales de la historia puede verse en este link. En tanto, esta edición de IN-EDIT NESCAFÉ Chile presentará en su novena edición los diez títulos que encabezaron esta selección. Eso incluye películas sobre Bob Dylan, Rolling Stones, Chet Baker y Talking Heads, entre otros músicos.

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Programación In-Edit Nescafé

Dont look back (D. A. Pennebaker | 1967 | EE.UU. | 96’)

Es probable que este sea el documental musical más influyente que existe. En 1965, D. A. Pennebaker levantó un involuntario clásico del género al registrar la gira de Bob Dylan por Inglaterra. Frente a su cámara apareció mucho más que una nueva voz generacional: periodistas humillados, managers belicosos, fans sin aliento e ilustres compañeros de viaje, como Joan Baez o Donovan. Y, al centro de todo, un veinteañero cantautor folk ácido e inspirado, en proceso de convertirse en símbolo cultural. Dont look back es parte de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos por su «significación cultural, histórica y estética».

«No creo en nada. No veo que haya nada en lo que creer», decía Dylan a mediados de los años sesenta, sin acusar recibo de que él mismo era, a esas alturas, prueba de lo contrario para miles de jóvenes. A los 24 años de edad, el cantautor de Minnesota parecía seguro de sí mismo, mas no arrogante. Confrontacional y, a la vez, carismático. A su alrededor estaba la locura: un mundo en rápida evolución, un rock al que se le caían los paradigmas, y un manager, Albert Grossman, que amenazaba con «puñetazo en las narices» a quien fuese le resultara antipático. En cameos breves aparecen, como sin querer, Marianne Faithfull y Allen Ginsberg. Las discusiones entre Dylan y los periodistas son una delicia de sarcasmo, y la tensión entre el músico y Joan Baez permite entender mucho mejor su posterior quiebre amoroso. Aquí está, además, ese famoso pasaje del video de “Subterranean homesick blues” con el jovencito, el callejón y sus carteles manuscritos que caen al suelo. Un documento sin ambición que estuvo en los lugares y momentos correctos para registrar un fervor único, y que terminó instalado en lo más alto del género.

Let’s get lost (Bruce Weber | 1988 | Estados Unidos | 120’)

Chet Baker (1929-1988), el más famoso y bello trompetista-cantante de la historia del jazz, tenía dos caras. Su belleza y talento convivieron siempre con la autodestrucción, y su descenso a los infiernos fue dolorosamente notorio. Sobre esa caída hablan ex novias, socios y amigos frente a la cámara de Bruce Weber, destacado fotógrafo estadounidense cuyo amor por el jazz lo acercó también a Baker en vida, hasta registrar algunas de sus últimas entrevistas.

En los años cincuenta, Chet Baker estaba en la cima: un rostro como de galán de cine, talento máximo con la trompeta, voz de terciopelo, sesiones con Charlie Parker y Gerry Mulligan, mujeres generosas a una llamada de distancia. Pero, ¡ay!, tuvo que destruirlo casi todo. Aquel hombre descrito por un crítico como «la combinación en un solo cuerpo de James Dean, Frank Sinatra y Bix Beiderbecke» fue luego visitante de cárceles, dormitorios infestos y para qué hablar de los pinchazos de heroína. Este documental, ya clásico, avanza en forma de flashback por la vida y música del jazzman rubio, empezando por un Baker desdentado y perdido en las playas de Santa Mónica, para excavar luego en su gloria de grabaciones y escenarios. Entrevistas abundantes y material de archivo selecto completan un filme conmovedor, luego del cual al trompetista se le escuchará para siempre de otro modo.

The devil & Daniel Johnston (Jeff Feuerzeig | 2005 | Estados Unidos | 106’)

Un clásico del documental musical que abrió a miles a la valiosa obra del cantautor californiano Daniel Johnston, retratando sin sensiblería ni morbo la atormentada mente que la explica. Una película que propone revisar nuestras ideas sobre creatividad, normas sociales y el cerebro humano, y que lo deja luego a uno pensando por días sobre el vínculo entre arte y locura.

Treinta años lleva componiendo música Daniel Johnston, un músico californiano diagnosticado en su juventud con desorden bipolar y esquizofrenia. Su frágil salud mental no ha sido impedimento para que componga, grabe y distribuya incontables cintas que ya en los años ochenta le habían ganado cierto prestigio de culto. Cuando Kurt Cobain asistió a una premiación de MTV con una polera de su cassette Hi, how are you?, la prensa se impuso averiguar quién era el tal Johnston. Su ubicación los sorprendió: el cantautor y dibujante pasaba el tiempo entre el sótano de la casa de sus padres e instituciones psiquiátricas. La inesperada trayectoria de este atípico talento de la canción de autor avanza por esta cinta sensible y respetuosa, llena de testimonios y citas del propio artista. Premio a Mejor Dirección Documental en el Festival de Sundance 2005.

Gimme shelter (Albert Maysles, David Maysles, Charlotte Zwerin | 1970 | Estados Unidos | 92’)

No hay lindos recuerdos del festival de Altamont, organizado al norte de California el 6 de diciembre de 1969. La historia hoy lo registra como la lápida a la música de los años sesenta y su pretensión pacifista. Lo que se recuerda de ese masivo concierto gratuito no son las hordas de jóvenes (más de trescientos mil) conmovidos por la música, la buena disposición de las autoridades para autorizar su encuentro en una gran pista de carrera ni la privilegiada sucesión de los shows de Santana, The Flying Burrito Brothers, Jefferson Airplane, Crosby, Stills, Nash & Young y los Rolling Stones. Están los Hell’s Angel’s y su rudeza de ideólogos motoqueros. Alguien se exaspera. Sale un cuchillo. Un chico cae al suelo. Fin del sueño.

Gimme shelter pretendía ser el registro del fin de la fabulosa gira de 1969 de los Rolling Stones por Estados Unidos, y de la decisión de la banda por silenciar las críticas por los altos precios de esos conciertos con el «regalo» de un gran show gratuito. Antes de llegar allí, vemos a Keith Richards en los estudios Muscle Shoals (Alabama), escuchando por primera vez la grabación de “Wild horses”, los encuentros con prensa de varios estados, y el encendido teloneo de Ike y Tina Turner a su concierto en el Madison Square Garden. Una vez largado el festival aparecen problemas inesperados, como el excesivo protagonismo de los Hell’s Angels en labores de supuesta seguridad. Se suceden las bandas invitadas, y la violencia crece a medida que va oscureciendo. Para el turno de los Jefferson Airplane ya se ha perdido el control, y cuando los Rolling Stones se suben al escenario da la impresión de que cualquier cosa puede suceder. Y sucede, con un acuchillamiento que queda registrado en cámara, como final de un proyecto que terminó mucho peor de lo pensado. Gimme shelter es un clásico del llamado «direct cinema» y una de las pocas películas musicales incluidas en la prestigiosa colección Criterion.

Stop making sense (Jonathan Demme | 1984 | Estados Unidos, 89’)

Esa chaqueta sobredimensionada para David Byrne, inolvidable, es un símbolo de una de las más grandes películas hechas a partir de un concierto de rock. El mérito principal es de Jonathan Demme, premiado cineasta neoyorquino (director de El silencio de los inocentes y Filadelfia, entre otras famosas cintas de ficción) que supo cómo abordar visualmente a un grupo tan propositivo como lo era Talking Heads en los años ochenta.

Tres conciertos en Hollywood de la gira “Speaking in tongues”, de 1983, son el único material que levanta este registro de asombrosa espontaneidad pero cuidado montaje. Los Talking Heads ofrecen sus recitales como quien va desenvolviendo una obra teatral, con introducción, desarrollo, clímax y desenlance. Al principio vemos a Byrne a solas en una espartana interpretación de “Psycho killer”. Luego se le van sumando uno a uno sus compañeros para electrizantes lecturas de, por ejemplo, “Burning down the house” y “Once in a lifetime”. Llegan luego los invitados para enriquecer coros, teclados y arreglos funk. Casi no vemos al público ni escuchamos sus aplausos. No hay tomas a los solos de guitarra ni luces de colores avivando el escenario. No está aquí ninguno de los clichés de películas de conciertos de rock. Sólo a la banda y su limpia puesta en escena son más que suficiente.

The last waltz (Martin Scorsese | 1978 | Estados Unidos | 113’)

Si Martin Scorsese es respetado por los severos dylanólogos no es sólo por su trabajo en el monumental No direction home, de hace unos años, sino por este documento previo que nunca deja de aparecer en la lista de mejores películas musicales de la historia. Es innegable que el cineasta que venía saliendo de presentar Taxi driver sentó aquí bases para cómo llevar el rock a la pantalla grande, filmando un concierto de The Band por el que se aparecen algunos invitados cuyos nombres quizás les suenen: Bob Dylan, Eric Clapton, Neil Diamond, Joni Mitchell, Van Morrison, Ringo Starr, Muddy Waters y Neil Young.

Un concierto de folk-rock montado el Día de Acción de Gracias en un recinto de San Francisco, organizado como despedida a una carrera que para entonces acumula dieciséis años de recitales. ¿Qué incluir? Scorsese lo sabe como por manual: fragmentos extensos y panorámicos del concierto, entrevistas íntimas a The Band (en las que sus integrantes revelan con franqueza inquietudes, miedos y aspiraciones) y situaciones periféricas que dan una idea de lo que representa estar en un grupo de rock longevo. El resto lo hacen los impresionantes invitados que vienen a compartir sus condolencias. Un cartel ubicado al inicio advierte: «¡Esta película debe escucharse a alto volumen!».

The filth and the fury (Julien Temple | 2000 | Gran Bretaña-Estados Unidos | 103’)

Hubo tantas capas de mito, autobombo o manipulación (gentileza de Malcolm McLaren) en cómo la prensa eligió contar la historia de los Sex Pistols a fines de los años setenta, que esta revisión sobre el trayecto de la banda punk resultó un documento asombroso y contundente. The filth and the fury no es toda la verdad, pero sí consigue algo hasta entonces imposible: que sean los músicos quienes cuenten su versión del lucro, la furia y la locura punk que protagonizaron por tres años.

Frenta a la cámara, a contraluz, Glen Matlock, Steve Jones, Paul Cook y —sobre todo— John Lydon (ex Johnny Rotten) recuerdan su breve pero intenso paso por los Sex Pistols más de dos décadas después de la disolución del grupo. Como debe ser, su relato combina pasajes de inocencia, caos, descarado marketing (McLaren, de nuevo), afectos de pandilla, traiciones, soledad y muerte. Julien Temple ya había seguido a la banda para el documental The great rock and roll swindle (1980), pero esta vez hay mayor profundidad y contexto. Vemos metraje antes inédito, pasajes de filmes antiguos, animación y recuerdos de la Inglaterra de Thatcher. Quién hubiese imaginado que del punk se podía hablar en serio.

Instrument (Jem Cohen | 1999 | Estados Unidos | 115’)

Fruto de la colaboración entre el destacado realizador independiente Jem Cohen y la banda Fugazi, este documento cubre diez años de vida del cuarteto de Washington DC, símbolo de la autogestión y la más fiera ética rockera.

El filme se centra en el trabajo más importante para el grupo: sus presentaciones en vivo. Se trata de un filme honesto, sin trucos, dirigido por un amigo de colegio de Ian McKaye. El director combina diferentes formatos (Super8, 16 mm., video) y ofrece una radiografía de la esencia de Fugazi: su rigurosa política interna, pero también sus momentos de tedio, su humor, su relación fraternal con los fans, su negativa a estancarse en los ritos asentados del hardcore. Pero, sobre todo, es el testimonio de su sonido electrizante, en perpetuo vértigo, tenso, fibrado y nervioso como los movimientos de Guy Picciotto. De algún modo, Instrument es un homenaje a la ética punk de la autogestión, el rechazo al negocio y la convicción del trabajo sustentado en el amor. Música que busca —y consigue— significar algo importante y cambiar vidas a su alrededor.

I am trying to break your heart. A film about Wilco (Sam Jones | 2002 | Estados Unidos | 93’)

Primavera del año 2000. El grupo Wilco, convertido para entonces en cabeza del llamado country alternativo, entra a estudio para grabar su cuarto álbum. Yankee Hotel foxtrot fue, para muchos, su obra cumbre, pero también la que a la banda le resultó más difícil de publicar. Entre peleas internas y con su sello, y la iluminación creativa, las cámaras se entrometen y registran todo el proceso. Este documental es el perfecto making-of.

La publicación de Yankee Hotel foxtrot se mezcló con el cambio de sello discográfico y la salida de dos integrantes del grupo. Fue un capítulo turbulento en la historia de Wilco, pero también el enfrentamiento a la dicotomía inesquivable entre arte y negocio que viene con el éxito. Las imágenes recuerdan a un filme de Jim Jarmusch: son en blanco y negro, sobrias, llenas de contraste. Entre sus discusiones, sus migrañas y sus bromas, Jeff Tweedy, el líder del grupo, se destapa como un hombre no exento de humor o tragedia. I am trying to break your heart muestra cómo se hace y deshace un disco y una banda.

This is Spinal Tap (Rob Reiner | 1984 | Estados Unidos | 82’)

Todas las bromas sobre el rock pesado están aquí. ¿Por qué, entonces, hasta los fans del heavy metal adoran este filme de intención sarcástica? Simplemente, porque es imposible no encontrarle la razón a al menos un pasaje de esta hilarante revisión de la vida de una banda ficticia, Spinal Tap, cuyas aspiraciones de gloria bordean demasiadas veces el patetismo.

Un día cualquiera en la vida de un rockero: managers de pacotilla, infecciones venéreas, ínfulas de genialidad sin fundamento, totemización de la guitarra, bajistas bobos, bateristas que mueren ahogados por su propio vómito, camarines en las que no se encuentra la salida y la promesa de giras a Japón (donde sí hay muchos fans). Aunque es una cinta de ficción —cumbre del subgénero llamado mockumentary—, This is Spinal Tap está tan bien hecha y su registro es tan fiel que gente como Eddie Vedder ha dicho que no le ve la gracia: «Todo lo que sale ahí a mí me ha pasado». ¿El mejor chiste? Hace diez años, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos calificó a la cinta como «cultural, histórica y estéticamente relevante» y la integró a su Registro Nacional del Cine.

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In-Edit Nescafé — Sedes

Teatro Nescafé de las Artes
Manuel Montt 032, Providencia.
236 3333

Centro Arte Alameda
Alameda 139, Santiago.
664 8821

Centro Gabriela Mistral GAM
Alameda 227, Santiago
566 5500

Sala Cine UC
Alameda 390, Santiago
354 6507

Entradas y Abonos
General: $3.000
Anticipada*: $2.500
Pre-abono (AGOTADOS)**: $10.000
Abono***: $14.000

(*)Hasta 24 horas antes de la función.
(**) AGOTADOS
(***) Hasta agotar stock
Entradas a la venta en las boleterías de cada sala. Para GAM y Teatro Nescafé de las Artes, Sala Cine UC, también a la venta por Ticketek. Abonos a la venta en boleterías de GAM y Teatro Nescafé de las Artes, Sala Cine UC y por sistema Ticketek. Protocolo para abonos en este link. Charlas y actividades paralelas tienen entrada liberada.

// CONCURSO. Gana entradas posteando en nuestro módulo de comentarios de Facebook, ubicado más abajo, el título de tu documental musical favorito. Las entradas son válidas para los documentales: Gimme shelter, The last waltz y The filth and the fury (pronto publicaremos sus horarios y salas). Los ganadores aparecerán tras el sorteo en este mismo post.

GANADORES (presentarse media hora antes de la función con carnet de identidad):
Gimme shelter
Joel Díaz González
Maite Mérida Baeza
Javiera Quiroga
Carolina Mella Torres

The last waltz
Javiera Vidal Uribe
Yocelyn Amaro Hevia
Horacio Oliveira
Matías Serrano Acevedo

The filth and the fury
Daniela Pardo Silva
Thomas Jenkin
Tania González
Cristián Tapia Tapia

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Sobre el autor:

PANIKO.cl (@paniko)

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