Javiera

Bisama y Cussen son académicos de renombre internacional en el campo de los estudios de género, además de responsables del podcast Somos millones. Acá nos ofrecen su mirada más sensible acerca del concierto de Javiera Mena en el festival Pulsar.

Primera parte, con la mirada del siempre atento Álvaro Bisama y fotografías de Carla Mc-Kay.

*Fotos: Carla Mc-Kay

Javiera

Y es sábado y cae la noche y en la Feria Pulsar todo va rápido y parece que no hay demasiado tiempo y la cosa es íntima íntima y la sala de conciertos del GAM está llena y alguien –una muchacha– grita “¡Rica!” y Javiera Mena sale con una guitarra y sólo la acompaña una chica que toca el violoncello y empieza a cantar y pareciese que en realidad la Mena no es dance ni nunca lo fue y sus canciones son más tristes de lo que en realidad parecen y es como si nos hubieran engañado hace tiempo porque aquí no hay nada para bailar y la Mena es conciente de eso y todo es íntimo y la voz a veces está a punto de quebrarse pero eso es mejor y es como si lo que cantara le doliera realmente y la luz de los celulares que la filman ilumina las caras del público y cada pequeña pantalla reduce su imagen como todos quisieran conservar una miniatura suya y Felipe Cussen me dice que todo es perfecto salvo porque en los arreglos no se considera una flauta dulce y Javiera Mena luce más frágil de lo que realmente es y en las butacas los fans la acompañan y ella habla de pueblos de la provincia iluminados por un sol tibio y gente sola en la ciudad y de despedidas en medio de la calle y de parejas que comparten los audífonos en silencio como si la música fuera su única lengua y todo es breve y rápido y termina demasiado pronto y ella sale y canta un cover de Leandro & Leonardo y alguien le lanza un peluche y luego todo se acaba y es casi una especie de fantasmagoría todo: Mena, sus canciones y el escenario vacío y el eco de los fans que atrapan esas canciones y las guardan como si de un tesoro secreto se tratase, como si en ellas hubiera un modo de reconocerse en la oscuridad y de salvarse de quizás qué cosas que están más allá, en el silencio repentino de la sala.