Las Argandoña: la PVC de Londres

por · Septiembre de 2012

Las Argandoña: la PVC de Londres

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La noche del domingo, el estreno de la quinta temporada de Los 80 compartió espacio de discusión en las redes sociales con el inminente estreno del docureality Las Argandoña. Dos estilos de televisión masiva, dos formas de entretención, calidad versus vulgaridad, enfrentados en la televisión prime.

«Pensé que podía ser como ustedes y decir lo que pienso».
(Américo, en su cuenta de Twitter. 24 de septiembre de 2011.)

Eso será Las Argandoña, el docureality de las dos Raquel: la madre Argandoña y la hija Calderón. ¿Por qué? Porque con este programa se acaba todo el mito que nos enseñaron durante veinte años de gobiernos de la Concertación: el del canal público «con misión».

Murió todo el cuento que nos compramos durante la transición inconclusa. TVN dejó de ser la señal representante de la identidad nacional. Se acabaron los estelares de entrevistas, El show de los libros, ese programón llamado El mirador o las telenovelas (exitosas, aunque autocopiadas hasta el cansancio) de Vicente Sabatini. A la mierda con todo.

Creímos ese cuento de la televisión pública a pesar de esa martingala llamada «empresa autónoma del Estado, dotada de patrimonio propio». Pública, pero obligada a autofinanciarse. Tenía que dar rating, pero ofrecer responsabilidad social; en consecuencia, depender de los avisadores, para no exponer posición dominante en un mercado anarcocapitalista sin ambages.

La cuadratura del círculo impedía incursionar en determinados géneros, por lo cual TVN debía justificar propósitos «integradores» en sus incursiones, tal como el 13 católico debía «evangelizar» a las audiencias.

Dejamos pasar frivolidades como Rojo porque era el programa símbolo de la movilidad social, en donde no importaba que se tratara de una competencia que llevaba a una fama inconducente. Lo mismo con Pelotón, porque el envoltorio del rigor militar llevaba consigo el apego a ciertos valores del honor marcial.

Las Argandoña es la ruptura de ese pacto con la audiencia.

Presionados por las recientes libertades editoriales de un 13 vendido en parte mayoritaria a Andrónico Luksic y un Mega convertido en propiedad del grupo Bethia de Liliana Solari, TVN debe convertirse en un canal comercial más, renunciando a sus propios edictos (ejem, «del gobierno anterior») contra la farandulización del negocio televisivo.

¿Qué implica eso? Hacer lo primero que pille a mano un canal que está pasando mucho tiempo entre el segundo y tercer lugar de audiencia, desesperado por ir camino a la irrelevancia, como la televisión pública de Argentina (por funcionar como retransmisor del ideario kirchnerista) o la de México (por ofrecer contenidos elitistas para el público hipnotizado con Televisa).

Y la desesperación se huele en la forma como la estación mira los contenidos de la competencia. Si Anita Alvarado se tiró un peo en CHV, habrá que buscar una escatología semejante para Raquel Argandoña. Si Perla Ilich mostraba su enorme busto en el 13, Raquel Calderón deberá encandilar con sus muslos.

En fin. TVN llega placé en Chile a un género donde ya nuestro país está placé en el mundo. El marketing lo llama me too («yo también»). Y lo hace con figuras que no tienen el carisma de la «Geisha» o Perla: la madre Argandoña es una figura escandalosa, agria e irritante de la famosidad nacional, cuyos réditos económicos los ha sacado a punta de gritoneos y sarcasmos sobreactuados. En tanto, la hija oficia de aprendiz de circo.

También hay desesperación en la facilidad como el canal les paga a las dos Raquel: US$ 500.000 por encabezar un formato basado en algo poco creíble. Dado que Las Argandoña no resistiría una temporada basada en el temperamento de ellas mismas, me permito especular que nos venderán un blanqueamiento en donde madre e hija representarán la versión chilena de Caroline y Laura Ingalls en la pequeña casita en La Dehesa.

Resumiendo: el programa molesta de antemano porque lo protagoniza Raquel Argandoña. Porque será un docureality con claros atisbos de inverosimilitud. Porque es una jugada comercial torpe y burda. Porque enterró —con la vulgaridad y falsedad que el formato trasunta— el mito de la televisora representante de la identidad nacional.

Con este formato, muere la ilusión de que algún día (en la medida de lo posible) TVN se convierta en la BBC latinoamericana. Ahora, opera total y absolutamente autónoma del Estado.

Las Argandoña: la PVC de Londres

Sobre el autor:

Bruno Córdova es licenciado en comunicación. Publicista y diseñador. Mantiene el blog Dicen Otros.

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