Liz Taylor y su rock consevador

por · Marzo de 2011

El adiós a la última diva de Hollywood

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Todo lo que se hable de la recientemente fallecida Elizabeth Taylor es poco. Muchos medios la han llamado la última gran diva de la época de oro de Hollywood, como también una de las mujeres más bellas que han pasado por la historia del cine gringo y mundial. Pero acá no nos interesan los datos bonitos ni los extremadamente santificantes, sino al contrario los más cercano al rockstar que todo personaje Hollywoodense tiene en su interior.

Así es, porque Liz -como se le llama con familiaridad en algunos medios- no fue esa figura impoluta, virginal y algo mesiánica que se intenta mostrar en las pantallas con sus imágenes más juveniles y seductoras. Por el contrario, la última diva del cine, se caracterizó por ser un personaje bastante más interesante y peculiar. Taylor, a lo largo de su carrera, junto con llenar planas de periódicos con su participación en películas de la talla de Cleopatra, también fue conocida por su tormentosa vida de casada con Richard Burton, su co-protagonista en dicha película. Hojas enteras se llenaron con la vida personal de este matrimonio tormentoso en donde, al parecer, ambos le daban duro y parejo al frasco, aplicando así las reglas propias de una vida de excesos y de harta plata.

Pero ahora, ¿por qué los medios no le ponen énfasis a este tipo de detalles que claramente hacen a Taylor más que un simple rostro bello y no en los datos más bien sórdidos e interesantes de su vida? La respuesta parece ser clara y tiene que ver con lo que se espera de ciertos rostros, figuras y personajes de la talla de la co-protagonista del mítico James Dean en Giant de 1955: de quien contó en una de de sus entrevistas en los 90, revelada hace algunos días, los constantes abusos que este sufría de parte de el reverendo de su iglesia.

Liz Taylor falleció a los 79 años

Si uno ve la historia de Taylor, esta tiene más que ver con decepciones, graves desequilibrios mentales que con la gran fortuna y la majestuosidad con que se tiende relacionarla tanto a ella como a todo quien vive impregnado de ese mundo que gira en torno a los millones, las limusinas y las eternas fiestas de Hollywood. Sin ir más lejos, la eterna Cleopatra durante los últimos treinta años de su carrera había sido conocida por el excesivo consumo de alcohol, pastillas y las enfermedades que la aquejaban.

La vida de esta última gran diva giraba en torno al rock and roll, ese que estaba ajeno a su manera de pensar: se casó 8 veces -dos con Burton- por una excentricidad que tenía que ver con lo puritana que era y porque no concebía estar con un hombre sin casarse con él. Curiosamente este conservadurismo la hacía más única y algo indecente para aquellas mujeres de su época que la apreciaban en las películas y la veían como la figura pura y ejemplar y que veían en Burton a ese marido con el que querían casarse y tener montones de hijos. Su conservadurismo extremo llegaba a ser radical e impropio para quienes no la veían como persona sino como un ícono.

Si uno ve la historia de Taylor, esta tiene más que ver con decepciones, graves desequilibrios mentales que con la gran fortuna y la majestuosidad con que se tiende relacionarla (…) a los millones, las limusinas y las eternas fiestas de Hollywood

Esto no era todo, porque esa misma actitud, quizás, también la ayudó a juntarse con otra figura excéntrica: Michael Jackson, con quien creó una amistad más cercana a la relación de una madre y un hijo, pero también a la de dos amantes que lucían su amor poco decoroso -pero a la vez extremadamente pudoroso- en cada cita social. La imagen era burda y fuerte: una vieja e inflada Taylor junto a un extraño rey del pop con mascarilla negra, de la mano luciendo ese sentimiento puro y necesariamente respetuoso, vestidos de decadencia, de humanidad exacerbada por sus poco creíbles atuendos y su lucidez poco lúcida.

¡Ella se había vuelto loca!, pensaban muchas de las que en algún momento la admiraron y la vieron como el ejemplo que siempre quisieron seguir, solamente porque estaba siguiendo el compaz del rock conservador, ese que no mira de la cintura para abajo, pero a cambio entrega espectáculos crudos y extraños para quienes no entienden, no están en la mentalidad de una mujer que quizás sólo quiso ser feliz de acuerdo con lo que les enseñaron sus padres, deformando instituciones que los más conservadores consideran sagradas -como el matrimonio y la maternidad- para así poder considerarse parte de ese puritanismo en el cual creció.

Elizabeth deformó los dogmas de la momiería, porque ella era la más momia, la más necesitada de rituales propios de los sectores más circunspectos. Taylor fue y será la facha más adorable del mundo de Hollywood, por el solo hecho de haber roto parámetros con su rock and roll sin haberlo querido. Sin habérselo propuesto en lo absoluto.

Liz Taylor y su rock consevador

Sobre el autor:

Francisco Méndez

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