Los 80: el miedo en sí mismo

por · Septiembre de 2012

Los 80: el miedo en sí mismo

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Antes de partir: siendo honestos, escribir de Los 80 ahora, que han pasado cinco temporadas, es inútil. Todos hablan bien de ella, mientras que el que tire una piedra en contra siempre saldrá mal parado. Sean ejecutivos o disque cantantes, cualquier agresión es penada por la ley de las redes sociales. La razón es bien simple, y es algo que se ha manoseado desde el comienzo, la serie de Canal 13 tiene a media nación de su parte. Y por más que otras producciones (Los Archivos del Cardenal, No) atrapen el tema ochentero con sus respectivas lecturas, son platos de segundo orden en comparación a la serie que encabeza Daniel Muñoz.

Pero, ¿es tan buena? ¿Es tan genial como todos dicen? Los 80, la bomba lacrimógena de los domingos por la noche, es la mejor serie chilena. Punto. Tiene cosas que son tan espectaculares que uno duda mucho de que las hayan hecho acá, como los guiones o su estética impecable, armada en torno al retrato de lo habitual. O sea, quien haya visto el primer capítulo de esta temporada atesorará en su retina la belleza de las escenas de Juan Herrera y el CNI. ¿Se ha puesto a pensar en qué hacía la gente que le pagaba tributo a Don Corleone en El Padrino? ¿Cuáles eran sus preocupaciones diarias? Bueno, eso mismo hace Herrera, todo envuelto en un manojo de referencias religiosas, un Papa que representa una figura de tensión y el matón picante (que tiene ese cuadro satánico del niño que llora, un lujo). Finalmente, eso es lo que gusta –y cansa– de Los 80, que da miedo. Ese miedo duro, frío, que sale de la guata y no del susto fácil. El miedo a que lo más terrible le puede pasar a los más indefensos, a la clase media, a los chilenos de a pie.

A nosotros.

Pero no perdamos el norte, la serie en sí es un ejemplo. Sin embargo, el problema con lo que pasó en los últimos capítulos del ciclo pasado más el que va ahora es que lo que estaba en las primeras temporadas se perdió, fue consumido por la tensión política. Y como esto no es Los Archivos del Cardenal, cansa. Tanto miedo metido entre líneas hace perder las líneas cómicas: Don Genaro ya no es el facho chistoso, es solo facho; Daniel Alcaíno (Exequiel) es una sombra; y lo que queda lo mantienen Bruno, Félix y Anita (o también conocida como “la guagua”). Lo bueno de Los 80 era eso, que era sobre una familia y no sobre el contexto político, era drama y comedia. El eje era la vida cotidiana en esta época de mierda, no la mierda que pasaba en esa época de mierda. Pero ahora basta con que un personaje salga a la calle y uno empiece a urgirse, mientras por ahí se corre el rumor de que a Juan Herrera lo matan en cualquier momento. Los 80 hizo algo que nadie había hecho: sacar del closet los esqueletos de la era más oscura, y sin ningún tapujo. Ahí la causa del miedo. Y está bien, quedó claro: las manos de muchos están manchadas con sangre. Pero, ¿ahora qué? ¿Volvemos a restregar lo más terrible de la época? Lo ideal sería regresar al cuadro inicial, a la familia que come pan con palta y toma té, sin fingir una sonrisa.

Ya es hora de que el miedo vaya entrando a la transición.

Los 80: el miedo en sí mismo

Sobre el autor:

Mariano Tacchi (@playeroycasual)

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