Los conceptos de Denise Rosenthal

por · Marzo de 2015

La cantante de 24 años sigue promocionando Fiesta (2013), su primer disco solista. Aquí define sus principios, revive su precoz debut en Viña con Amango y cuenta lo cerca que estuvo de la muerte.

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La cantante de 24 años sigue promocionando Fiesta (2013), su primer disco solista. Aquí define sus principios, revive su precoz debut en Viña con Amango y cuenta lo cerca que estuvo de la muerte.

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El amor

«A veces me preguntan: Denise, ¿qué es el amor? Yo no te sabría responder. Es muy abstracta la palabra, y está tan manoseada, todos la usan. Uno siempre va a tener la duda de cuándo está enamorado o no. De eso se trata, igual: de enamorarse cada vez de una manera distinta. Uno va cambiando y la persona de al lado también, y si no nos estamos enamorando permanentemente no funciona. Trato de buscar el amor en cosas que me hagan bien, que me hagan sentir bien conmigo, tranquila. En la naturaleza, en la familia.

Amor es una palabra que es muy nada, pero es también un sentimiento tan real y genuino. Esa espontaneidad de querer demostrar el afecto, eso es inexplicable. Es lo que me pasa con la gente. No me conocen personalmente, pero escuchan mi música, leen mis letras, las interiorizan, así que es como que me conocieran».

El pop

«Muchas veces me dicen que me contradigo, que por qué hago música pop, que supuestamente es banal y superficial, si después hablo de cosas más espirituales y profundas. Sí, es popular y lo que quieras, pero a través de ella estoy tratando que la gente sea más consciente de sí misma y se conecte un poco más. ¿Si lo he conseguido? Es muy divertido contarte esto, sobre todo en tu sitio web, porque mucha de la gente va a decir qué se cree esta niña, pero creo que sí. Mucha gente se me acerca, es muy emocionante.

No me siento rara haciendo pop, pero la gente que me escucha también escucha mucho a artistas internacionales. La gente que es consumidora de música chilena está enfocada en otros estilos. Me he dado cuenta, eso sí, que existe mucho público que se está dando cuenta que mi música no es plástica, que no es una fábrica de salchichas. Por más que sea pop, la música es música, y uno no puede juzgarla si la persona que está detrás la hace con todo su corazón. Eso me deja tranquila. En cada una de mis canciones entrego mi alma y no puedo hacer más que eso. Estoy dándolo todo, pero así mi máximo. Luchando, haciendo mis letras, mis melodías. Tampoco es fácil hacerlo, así que me siento orgullosa. Al menos lo estoy intentando, arriesgándolo todo.

Yo siento que todavía no estoy consolidada como músico. Siento que hay un prejuicio de otros músicos hacia mí, que no están convencidos de mi trabajo. Es inevitable, aunque también yo me paso rollos. Como partí en la tele, o como hago pop, quizá yo misma pienso tonteras».

El trabajo

«Desde los catorce años que trabajo. Para tener mis cosas, para ayudar a mi familia, para conseguir mis metas y cumplir mis sueños. Siempre intenté hacerme cargo de las cosas, de mis problemas. Me comprometía. A veces veo a gente que no es capaz de comprometerse, y me da pena. Comprometerse con algo es maravilloso.

Una vez canté con bronquitis y creo que fue una de las mejores presentaciones que he tenido. Uno sabe que está vulnerable, entonces era tal la concentración que lo entregai todo, el máximo. Me esforcé el doble, entonces me salió mejor.

Uno tiene que saber lidiar con su cuerpo y con las emociones. Al momento que te subes al escenario uno de verdad entra en un trance. Para mí el mundo se detiene. Se aprieta inconscientemente un botón y todos mis problemas y penas desaparecen. Yo no sé si es por sentir a la gente o si es por amar tanto lo que haces, por tener la posibilidad de vivir de esto. Uno no puede no desprenderse de la realidad y disfrutar esos 30 minutos al máximo. Después uno vuelve y queda todo igual a como antes de que se subió. Uno entra a un mundo paralelo, como si te transportaran de tu lugar».

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La música

«Yo me decidí a hacer música por una razón. Una amiga tuvo problemas alimenticios muy fuertes, estuvo muy mal. Internada y todo. Yo tenía diecisiete años. Sentí una desesperación máxima, porque por más apoyo o compañía que yo le pudiera dar, su problema era tan profundo que era muy difícil llegar a la esencia de su situación. Lo único que yo sabía hacer era música, así que le hice una canción, que se llama “Amiga”. La escribimos con mi mamá y como justo estaba en el estudio trabajando para El blog de la Feña, la grabamos. Se la entregué y mi amiga sanó. Entremedio me escribía mucha gente, con mucha confianza, contándome cosas muy personales, desahogándose. Parece que eso falta hoy en día, no hay empatía, todos están sobreviviendo más que viviendo. Después de dos años, mi amiga ahora está bien, tiene una hija, está perfecta. Me contó que una de las cosas que más la había ayudado a salir adelante había sido la canción, que la escuchaba todos los días. Me marcó y me di cuenta que eso era lo que tenía que hacer.

Mi aporte a este mundo es bastante personal, son cosas íntimas, que si uno las dice la gente se ríe de ti. Hay distintas razones por las que uno viene acá a aportar algo, no creo que sea una sola cosa. Para mí es sentirme cómoda en lo que hago, y hacer música que pueda cobijar, alegrar e introducirle cosas positivas a las personas que me han acompañado. No soy ninguna gurú ni una guía espiritual, pero me gusta compartir mis vivencias y cómo las he enfrentado.

Quiero conquistar el corazón de los chilenos. En eso estoy. Siendo yo misma, mostrando más mi música. Mi disco se lanzó hace un año recién, que es poco tiempo para la buena recepción que ha tenido. No me puedo apresurar ni ser tan ansiosa. La conquista es un proceso de esfuerzo, dedicación. Yo conquisto de a poco. No hay amor a primera vista. No creo en eso».

El Festival

«El peor show de mi vida fue el Festival de Viña, con Amango. Tenía 16 años. El fin de semana anterior habíamos hecho tres caupolicanes el sábado, tres el domingo, toda la semana grabando y ensayando de siete de la mañana a seis de la tarde, y luego ensayando el Festival de siete a diez de la noche. Es una exigencia laboral y corporal que a esa edad me afectó mucho. Éramos un grupo de nueve pendejos que no sabíamos nada y nos subimos arriba del escenario más grande de Chile y nadie sabía por qué estábamos ahí.

Nosotros habíamos probado sonido el día anterior. La ingeniera dejó todo listo y monitoreado. Y al otro día, cuando llegamos, no estaban guardados los settings. Habían desaparecido. Alguien fue y sacó las cosas, nos quisieron sabotear. Eso lo supimos al momento de salir a tocar. La ingeniera llegó y dijo ¡conchetumadre, dónde está! Ocho pendejos, cinco músicos más la base, todo sin setear. Ahí salvamos nomás, no sé cómo.

Antes de subirme al escenario, estaba en el backstage y miré toda esta situación y sentí un pánico, un miedo, una angustia. Decía: qué voy a hacer acá. Dónde estoy. Todos mis músculos se empezaron a apretar y mi garganta crujió y me dio un pánico escénico. Me inseguricé mucho. Esa fue la primera vez que me empecé a juzgar. Cuando estaba cantando, me escuchaba y decía qué hago, dónde estoy. Estaba pendiente de cómo sonaba, si lo hacía bien o mal, y cuestionándome distintas cosas, qué es esto y qué es lo otro. Cuando después recibimos el premio, yo lo miraba y decía esto no es mío, soy lo peor. Me sepulté. Ahí lo pasé muy mal.

Me cuestioné mi vida. Me di cuenta que la micro se me había pasado en varios paraderos. Dije ok, estoy en un paradero muy lejano de dónde partí. ¿Qué ha sido todo este recorrido?».

La comida

«Las guatitas son una gran comida. Mi abuela es de Traiguén y de ahí trajo todas las recetas, hechas por los ancestros».

El accidente

«El año pasado tuve un accidente y estuve en cama como dos meses. Vi la muerte igual. Me chocó una micro, me fracturé una vértebra y no sé por qué me salvé. Algo me salvó. No sé cómo explicarlo. Iba en el auto, que no era mío, a las 12 del día en Huechuraba, camino al segundo día de grabación del video de “Revolution”. Había quedado de ir sola, pero un maquillador amigo, el Luis, me dice que por qué no lo paso a buscar. Salí tarde de mi casa, se me quedó algo y volví. Fui a buscar al Lucho. Nos perdimos, y por alguna razón, en un nos quedamos así en blanco, en nada, y de repente el Luis me dice ¡Denise, cuidado! Y miro y a metro medio mío venía una micro, directo al capó. No sé cómo ni por qué, pero ese minuto se detuvo y pensé un montón de cosas. Miles. Se prendieron todos los receptores neuronales. Lo primero que dije fue no puedo morir. No puedo, no puedo, no puedo. Aceleré, y en la reacción más rápida que tuve en mi vida, traté de esquivarla. Fueron dos segundos en los que avancé, y en vez de golpearme en el capó me chocó atrás, en el pilar del auto. Gracias a Dios me salvé. Por nada no me chocó a mí. Brígido.

Quedé consciente pero con esa adrenalina que no sabís si estai en un sueño o dónde. Sentía mi cara como si me hubieran tirado un balde de agua hirviendo. Le decía al Luis, ¡me quemé la cara, me quemé la cara!

¿Si algo cambió después de eso? Inevitablemente sí, yo creo. Estuve dos meses en cama, mirando el techo. No me gusta mucho la tele; leo, pero no tanto. Quería tocar música, quería cantar, quería escribir, pero no podía. Me sentía como un ave encerrada, quería volar. Fue el cierre de una etapa muy importante de mi vida. Creo que sí marcó un antes y un después. Hay cosas que no son necesarias de decir, son personales, pero cambió algo en mí.

De mis cercanos, poca gente me fue a ver. Lo pasé mal, estaba solita. La gente muy pero muy cercana cachó, pero el resto no. Ahí uno se da cuenta de quiénes realmente están interesados de verdad en ti».

Las creencias

«No soy religiosa. He generado mi propia religión. No estoy de acuerdo con los parámetros y estructuras sociales que imponen las religiones. No soy atea y no es que no crea en nada, pero no me siento parte ni representada por ninguna religión. Creo en el humano, en la vida, en la naturaleza. En el mundo, en el amor. También en la injusticia y en las cosas malas, pero prefiero rescatar lo bueno. Todo tiene su etapa y su ciclo, y hay que disfrutar el presente. Y si no te gusta el presente, hay que hacer todo lo que se pueda por cambiarlo. No sé si este mundo es perfecto. Primero hay que definir que vendría siendo la perfección, porque para mí todas las palabras son relativas».

Fotos: Maximiliano Jorquera. Pelo, maquillaje y nail art: María José Sobarzo. Asistente: Maricarmen Rueda. Styling: Coni Rojas. Dirección de arte: Stefano Ravera.

Los conceptos de Denise Rosenthal

Sobre el autor:

Cristóbal Bley es periodista y editor de paniko.cl.

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