Los Mil Jinetes, fiesta pequeña

por · Marzo de 2013

Zanetta, Briceño y los suyos estuvieron en el festival Neutral. Acá la revisión de su breve pasada por los discos Reconoceronte y el reciente Mundo tan mal hecho.

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Los Mil Jinetes es de esas bandas con las que uno se encariña de manera automática. Quizá porque casi no hablan, aunque más bien debe ser porque, desde el comienzo, cuando la mayoría de las bandas nacionales parecían ir en una dirección, ellos iban en otra. A puro pulso, con esa hambre que solo tiene la gente que está recién empezando, llegaron con su híbrido de folk, bolero, fogata y country, que funcionaba como una brisa fresca en medio de tanto esmog. Todo procesado a punta de cooledit, sombreros enormes, imágenes de caballos y sonidos de guitarras baratas.

Los Mil Jinetes es de esas bandas que podrían dar orgullo. Que uno incluso llegaría a recomendar ingenuamente como souvenir turístico a esas extranjeras de oído curioso que repletan los hostales de Santiago y Valpo. cada verano. Acá sí que hay algo mestizo, que va desde el galope de un bolero hasta picarescos sonidos electrónicos, pasados por el cedazo tercermundista que los termina de hacer impredecibles.

Quizá por todo esto es que hay una fila gigante para verlos afuera de la Sala 2 del GAM, en medio del festival Neutral.

Hay expectativa. La banda de Briceño y Zanetta toca poco en vivo, cosa que parece haber sido planeada desde sus comienzos en 2008, cuando lanzaron Ándate cabrita, su primer trabajo, un disco artesanal, grabado en la pequeña localidad rural de Copequén, Sexta Región, lugar de donde proviene el clan Briceño.

Es como si todos esos paseos por el campo le hubieran dado vida a canciones como “Pastor de elefantes” (Reconoceronte, 2009), con la que abren puntualmente un show que, como advirtieron de entrada, sería corto.

Los cinco músicos —además de Zanetta y Briceño, el también Ases Falsos, Martín del Real, en bajo; el ex Fother Muckers, Gonzalo Núñez, en guitarra; y Joaquín Juricic en primera guitarra— sobre el escenario, uniformados, de pantalones negros y camisa blanca. Tal como en el video de “Inténtalo”, ese cóver a los mexicanos 3Ball MTY que a su vez es la tercera canción del día. Pese a que el público permanecía sentado como lo exigen ese tipo de salas, nadie estaba quieto: palmas, movimientos de cabeza, gritos, silencios; admiración.

El fallido inicio para “Mi chaqueta de jeans”, parte de su último disco, Mundo tan mal hecho (2012), daba lo mismo. Seguía la pequeña fiesta y continuaban las intervenciones de Briceño, siempre afiladas, entre canción y canción.

Llegando al final uno piensa en lo grande que puede ser un show gracias a su simpleza, su bajo perfil y su sencillez. Suena “Libres”, una especie de oda a la eutanasia, para concluir con “Antes de dormir”, la canción que cierra el Mundo tan mal hecho. Todo se acaba. Aplausos. Nadie se mueve hasta que se ilumina la sala y comienza a sonar una música envasada que invita a salir lo mas rápido del lugar.

[FOTOGRAFÍAS] María Paz Arias.

Los Mil Jinetes, fiesta pequeña

Sobre el autor:

Marcelo Poblete

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