Mad Max: seis estatuillas para un renegado

por · Marzo de 2016

La «mezcla de Slipknot con el Cirque du Solei» arrasó en la ceremonia de los premios Oscar.

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Al final del día, los premios y datos de memorabilia solo sirven para los ñoños y las bases de datos de trivia. Esto no impide que los seis premios Oscar entregados a Mad Max, la última película del director George Miller, se reciban como un espaldarazo a un cine de orígenes fuera de Hollywood: la cinta fue parida en la ciénaga de la transgresión y el pulp.

Fueron seis de un total de diez para la más elogiada película de la ceremonia de los Oscar y con justa razón. La epopeya electrizante del justiciero misántropo Max Rockatansky (Tom Hardy), estimuló febrilmente a los integrantes de la Academia. Es difícil no rendirse ante tal banquete, porque Mad Max: Furia en la carretera te obliga prácticamente a no pestañear. El propio Tom Hardy la definió como «una mezcla de Slipknot con el Cirque du Solei». Exquisita observación, sin dudas. Pero también podría ser una hoguera de epifanías donde se presenta una distopía de anticipación.

Un hijo adoptivo es agasajado en su triunfal retorno: se le entregan las herencias y derechos de sus demás pares, ese es el triunfo real para el australiano Miller y todo su equipo. Instalar y revisitar a sus anchas en la capital cultural cinematográfica más influyente, una historia que exuda un perfecto caos diesel punk. Un clásico instantáneo como un sobre de sopa personal, pero con sabor y olor a petróleo quemado, arena, pólvora y acero cromado. No es apta para todos los estómagos, pero quienes sepan aguantar los primeros sorbos, encontrarán en su alucinógena composición una inolvidable recompensa a los sentidos.

Es extraño imaginar cómo funciona la mente de George Miller, muchos desconocen que también es el autor de Un milagro para Lorenzo (1992), Las brujas de Eastwick (1987) y de Babe, el cerdito en la ciudad (1998). Un drama familiar, una comedia de terror y una fantasía de animales. ¿El Spielberg australiano? Quien sabe. Está claro que domina el eclecticismo con maestría, el quid del asunto es que su última obra no se parece a ninguna película de acción reciente.

La paridad de género queda obsoleta aquí, pensar esa idea en el universo madmaxer resulta casi insultante. La entrega de la posta pasa a manos de una líder arrojada y mutilada que acepta en un comienzo, a regañadientes, la ayuda de su silente y contrahecho acompañante. Liderar la revuelta social queda en manos de ellas, y los hombres pasan a ser fieles acompañantes: el cambio de mando global se genera desde el género y un héroe feminista es la clave para salvaguardar la estabilidad social.

Mad Max: seis estatuillas para un renegado

Sobre el autor:

Fernando Delgado es comunicador audiovisual y guionista de series y teleseries en TVN, MEGA y CHV.

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