Mi último round: no hay futuro

por · Junio de 2012

Mi último round: no hay futuro

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Para tipos como Don Draper, partir de cero puede ser fácil. Al protagonista de Mad Men le acomodan los cambios y la búsqueda de salidas elegantes para tener un nuevo punto de partida. A pesar de lo anterior, las dos veces que Draper le ha ofrecido comenzar de nuevo a otras personas, estas han terminados suicidándose.

Y si cuesta buscar una segunda oportunidad en Manhattan, para una pareja homosexual en medio de la violenta desigualdad de Chile parece imposible. De esa búsqueda truncada trata “Mi último round“, película de Julio Jorquera.


En medio de un Osorno lluvioso, oscuro y agobiante, se conocen Octavio (Roberto Farías) y Hugo (Héctor Morales). El primero es un boxeador amateur que combina su pasión por los golpes con la peluquería. El segundo, un mozo desorientado luego de la repentina muerte de su madre. Los dos se buscan enfermizamente, se atraen y se quieren. Cuando a Octavio le diagnostican epilepsia y le prohiben volver a subirse al ring, parece el momento perfecto para que se suban a un bus y partan a Santiago en busca de una nueva vida. Pero la historia se repite: la capital es igual de oscura y solitaria que el sur. Un sueño americano inexistente. Ahí, además, Hugo conocerá a Jenny (Manuela Martelli), la que le hará pensar que, tal vez, las cosas podrían ser distintas.

El director Julio Jorquera, con una estética cuidada y asfixiante, nos va mostrando a través de silencios cómo Santiago está llena de excluidos, gente invisible, de perdedores que tocan techo a los 30 años. Esos son los que sufren el Transantiago, la salud pública, las casas que se llueven, las despensas vacías y los sueldos miserables. Para ellos la política, la economía y el sistema son ecos de un país indescifrable. No hay futuro, la única manera de zafar sería nacer de nuevo.

Roberto Farías interpreta a un Octavio bruto y obsesivo que no sabe hacer nada más que boxear, no tiene donde ir y sólo se siente cómodo al pisar el ring. Para el boxeador no existen grises, es ganar o perder, la lona o los brazos en alto y eso lo alejará de Hugo.

La cinta chilena es imperdible no sólo porque es un diagnóstico de un drama social, si no por las actuaciones impecables, la visión oscura de Jorquera y la banda sonora compuesta por Fernando Milagros y Cristóbal Carvajal (donde destaca ese himno llamado “Nahual“).

Mi último round” no tiene el triunfalismo de Rocky, acá no hay esperanza y lo heroico es sobrevivir cruzados por la desigualdad. La nostalgia de un presente imposible, el vivir en un invierno permanente. Pura tristeza. Esa es la tragedia de Octavio y, también, la de Chile.

Mi último round: no hay futuro

Sobre el autor:

Javier Correa (@__javiercorrea) es periodista y coescribió «Nunca cumplimos 30. Una historia oral del Canal 2 Rock & Pop» (2018, @librosdementira).

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